Capítulo 39

79 13 16
                                    

Mi secreto:

Brooklyn.

—¿Está confirmado?

—Más que confirmado, señorita. Todo fue hecho con la más absoluta discreción, pero usted ya conoce la eficacia de nuestro trabajo. No hay secreto que no logremos destapar.

Ante las jactancias del detective, la sensual pelirroja al otro lado de la línea rodó los ojos. Muy profesionales y todo, pero nunca fueron capaces de conseguir el más mínimo dato sobre el pasado de esa ex lisiada apodada Bella. ¡Eran unos ineptos! Jamás habría vuelto a utilizar sus servicios, de no ser porque, ahora que aquélla se había salido con la suya, una vocecilla le aconsejó hacer seguir a la pareja y les tomaran fotos. Obviamente, todos sus planes se habían ido al traste y, ¿quién sabe?, quizás esto le sería útil en determinado momento.

—En breve le haré llegar la evidencia —continuó el hombre, ante el silencio sepulcral de la modelo—. ¿Hasta cuándo quiere que se les vigile?

—Hasta obtener pruebas concretas. Si las fotografías me parecen satisfactorias, les haré llegar su cheque y fin de nuestra relación; jamás he solicitado sus servicios.

—Descuide, señorita Metallia, la privacidad de nuestros clientes es sagrada.

En el segundo que la llamada finalizó, las fotografías llegaron a su aplicación de Whatsapp. Mirar como en ellas Darien Shields abrazaba y besaba a Bella delante de un edificio marginado, le revolvió el estómago. Y cuando dio clic en el resto donde fueron captados en un hangar, lo que hizo fue estampar el iPhone contra la pared, al tiempo que pegaba el más potente de los gritos enardecidos.

—¡Malditos desgraciados! ¡Malditos sean!

A pesar que durante su relación con el azabache hubieron detalles variados, Darien nunca tuvo un gesto semejante con ella sólo para intentar sorprenderla. Vaya, ni siquiera la hizo subirse a un jodido avión comercial. Hasta pareciera que nunca se esforzó realmente por conquistarla. ¿Qué, tan poco valió para él? Jodido cabrón, ¿cómo osó darle sus migajas? ¡A ella que era conciderada una reina! Ella sí lo valía y no esa mocosa salida de la nada. ¡Una extraña que bien pudo ir a parar a un albergue de mala muerte, como la rata callejera que era!

Resultaba tan extraño para Beryl, que esto es lo que le daba más rabia. ¿Por qué? ¿Por qué tenía Bella tanta suerte?
¿De qué privilegio contaría o qué escondería bajo la manga para conseguir lo que se propusiera?
Pero sobre todo, ¿por qué precisamente tenía que gustarle lo que pertenecía a otra? ¡Mira que meterse en su camino con tanto descaro! Ya le había arrebatado la atención de Zafiro y luego su lealtad, y sin embargo eso no fue suficiente. También tenía que metérsele entre los ojos al único hombre que Metallia amaba. ¿Qué seguiría después, desterrarla cuando tuviera el poder?

La sola reflexión le causó un vuelco en el corazón. No, no lo podía permitir. Debía ponerle un final a esto antes de que Darien y su estupidez le ayudaran a terminar de desatar las alas. ¿Pero cómo?
La idea de ir donde Endymion y contarle lo que su hijo estaba haciendo a sus espaldas, para que la bomba explotara de una vez y, aquellos dos no pudieran disfrutar más su amor, la tentaba en demasía. En especial ahora que contaba con pruebas fehacientes. Sin embargo, algo no le agradaba y eso la ataba de manos. Hacer esto la haría quedar, ligeramente, en evidencia y hasta como la clásica soplona, y eso nunca. Aunque actuara de forma anónima, sería un insulto. Beryl se consideraba más astuta que eso. Además, deseaba que fueran los mismos Bella y Darien quienes se delataran, que lo echaran a perder por su pésima elección de decisiones. Sobre todo la rubia, así la culpa no la dejaría en paz.

Aunque el pensamiento no le fue del todo grato, a su mente llegó Zafiro. Si el idiota no se hubiese encandilado, ella continuaría contando con su ayuda. Desde la fiesta de cumpleaños, no había escuchado más de él; los negocios que manejan como socios continuaban, sólo que ahora todo a través de los asistentes.
Para ser honesta, Metallia habría ido a buscarlo para limar asperezas, pero todavía no olvidaba la escena de mal gusto que le había hecho pasar en ese estacionamiento. Para cualquier persona no habría significado gran cosa; no serían los primeros ni los únicos amigos en tener una discusión acalorada, sin embargo, es que para ella fue traumatizante porque le despertó el recuerdo de cuando...

Por Casualidad 🍁🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora