Capítulo 40

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Confrontación:

La boca de Bella se abrió, mas nada salió de ella. No fue capaz. La confesión le sentó como una bomba de hielo directo al corazón. Porque de todo lo dicho, conocía la palabra Sadomasoquismo, en la literatura había toda una gama de novelas con esa temática. Para ser honesta, no fueron de su total agrado, pero había leído lo suficiente para saber bien de qué iba la cosa.

—No es algo de lo que me enorgullezca —continuó Shields, al ver el gélido silencio de Bella. Sus ojos zafiros volviéndose un tono más oscuro. El corazón sacudido; los recuerdos de su última noche como amo todavía no se desvanecían del todo. ¡Y lo odiaba! Detestaba con toda el alma no ser capaz de sepultarlo o bloquearlo, pues una parte de él sentía que, tal vez, sólo tal vez pudiera ser la señal de que había nacido para esa vida corrupta. Que Metallia hiciera mención de ello nombrándolo como una necesidad en lugar de catalogarlo como un simple juego, tampoco ayudaba mucho que digamos—. En su momento lo creí lo más natural del mundo, hasta que me percaté de la oscuridad que rodea ese estilo de vida. Te carcome el alma sin que te des cuenta. Vacía las emociones y adormece los sentimientos.

—¿Pe-pero... ¿Pero ¿cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué lo hiciste, por mero placer al dolor? —con voz trémula consiguió Bella preguntar.

En su inocencia, no lograba comprender la magnitud de las circunstancias que llevaran a su enamorado a practicar el sexo sádico. Con ella fue y continuaba mostrándose tan dulce, tierno y conciderado; nunca le dio la mínima señal de anhelar otra cosa. Además, ¿cómo un hombre así se dejaría hacer daño en un estado cuando se es más vulnerable? O peor aún, ¿que encontrara excitante torturar a una mujer a latigazos y todo lo que sea que practicó?

El aludido negó con la cabeza.

—No es al dolor. Es la idea del control lo que te seduce. Por lo menos hablando en mi caso. Ese fue mi interés inicial, por lo que me adentrara en el tema a los diesiciete años. Sin embargo, no fue hasta hace poco más de tres años que lo tomé en serio.

—Más de tres años —repitió ella en voz baja. Si cabía, su piel se volvió más pálida—. Lo que significa que...

—Sí, al lado de Metallia —tragó saliva. No quería culpar a la mujer delante de Bella y así explicarle que realmente fue la modelo quien lo empujara de lleno a esa vida. Sería de mal gusto y poco caballeroso—. Ahí fue que comencé a usar el anillo. Aunque no es obligatorio llevarlo todo el tiempo, sí se ha vuelto una costumbre estricta mostrarlo en algunos clubes BDSM. Verás, el color de la piedra que lleve dicho anillo tiene diferentes significados, y o, grados. El mío, mi nivel como amo...

Ya no, por favor. Ya no, por favor. Ya no quería oír más. No lo juzgaba; nadie en esta vida es perfecto y todos tenemos un pasado no muy grato, tan solo que, imaginarlo con Beryl en medio de esa atmósfera, la hizo sentirse enferma. Ya de por sí había sido suficiente digerir que aún fuesen amigos luego de haber mantenido una relación tan larga.

—¿Ahora comprendes por qué reaccioné así cuando te encontré mirando la sortija? Entré en pánico; creí que comenzarías a hacer preguntas y no quería que me creyeras un perverso. Pero sobre todo, lo que trataba de evitar es que esa parte de mi pasado resurgiera, sólo para manchar la inocencia de tu alma. Perdóname. Por mis retorcidas prácticas, mis palabras hace un rato, por todo; te amo demasiado, no deseo perderte. Eres lo más dulce y puro que tengo. Fuera de mi madre y mi hermana, eres tú el único rayo de sol que mantiene dispersa la neblina de mi alma.

Si en ese momento el abogado hubiese podido ver su reflejo en un espejo, no se habría reconocido. El pánico causado por el fantasma de su pasado, pero más aún, por la fragilidad con la que su nueva relación estaba sosteniéndose ahora, lo habían transformado. Tanto por dentro como por fuera.
Manos temblorosas.
Mirada apagada.
Palidez y el sentimiento de desamparo, proyectado en todo su lenguaje corporal, lo delataban.

Por Casualidad 🍁🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora