Capítulo 4

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Convivencia:

21 días debieron transcurrir para que Bella y Darien se acoplaran a su nueva realidad. El joven abogado pasó de exclusivamente comer y dormir en casa a darse más tiempo libre para así poder mantenerse al tanto de la recuperación de su huésped. Y cuando algo relacionado al bufete le impedía estar presente, con demasiado interés le pedía a su madre o hermana visitar a Bella. Así la chica no se sentiría tan sola y les tomaría más confianza. Luna hacía lo que podía pero, por mucho que ésta y la joven hubiesen congeniado desde el primer día, no podía ser lo mismo dado a la enorme diferencia de edades. La ama de llaves bien podría ser su abuela o una madre bastante mayor.

En este lapso de tiempo Bella también fue visitada por sus médicos, entre ellos el Sr. Furuhata. Tenía que ser continuamente monitoreada para descartar cualquier anomalía que fuera más allá de lo usual. Hasta el momento no había señal alguna para ilusionarse en lo referente a la memoria. Nada de vagos recuerdos, sueños, etcétera. Su cerebro, figurativamente, se hallaba igual de seco que el desierto del Sahara.
Pero no todo era tan malo. Porque, además de que Bella comenzaba a tomarle afecto al siempre risueño doctor Furuhata; verlo como su no tan joven amigo, sus lesiones estaban sanando más rápido de lo estimado. No cabe duda que la juventud ayuda bastante—Se tenían las bases suficientes para sospechar que no rebasaba la mayoría de edad—. Claro que en ocasiones no resultaba sencillo para la chica. Sus malos días cuando se esforzaba a recordar le probocaban fuertes jaquecas y, nada, a excepción de la compañía de Darien, lograba darle consuelo. El solo pensamiento de que ni siquiera ella misma conocía sus gustos era más abrumador que el hecho de que nadie la estuviera buscando.
¿Acaso era huérfana?
¿Lo había perdido todo así como ahora también se había perdido a ella misma...?
Probablemente. Pero, aunque esto fuese así, ¿cómo es que ni siquiera podía contar con alguien más, alguien como una amiga o una conocida?

¡Qué bazofia! Si esa fue su realidad, no era de extrañar que terminara siendo arrollada. Quizá el dolor por el que estaba atravesando fue tan brutal, que ella misma cruzó la calle con un único fin. La muerte. Siendo así, sólo si no estuviese equivocada, ¿Realmente habían motivos para recuperar esa vida? ¿Era mejor que lo que tenía ahora?
Ese y más cuestionamientos se hacía Bella cuando escuchó el ruido de pisadas lejanas. Suaves y calmas. Entonces sonrió porque esa era la indicación de que su anfitrión había vuelto. Sintió deseos de ir a recibirlo, eso era lo apropiado siendo una huésped, ¿no es así? Pero no tuvo el valor. Prefirió continuar contemplando las diferentes flores, cuyos aterciopelados pétalos, eran ligeramente sacudidos por el viento. Ahí, tranquilamente sentada en una de las sillas de jardín. Encontraba reconfortable sentir los tenues rayos del sol calentar su piel y el perfume de las flores filtrarse en sus pulmones.

—¿Luna? —llamó el hombre a su ama de llaves. Su voz suave y profundamente masculina resonó por todo el lugar pese a no haber levantado el tono. Mal acústica: es el precio que debía pagar por su inclinación a los espacios minimalistas.

Pese a la edad, la mujer apareció al par de segundos. En sus manos puestos unos gigantescos guantes de cocina con estampados de girasoles.

—¡Mi querido joven, que bueno es verlo llegar temprano otra vez! —no era de extrañar que la mujer de servicio lo tratara de esa forma tan cercana, dado que antes de mudarse a ésta casa, había sido la nana de Hotaru; lo que por consiguiente, significaba que en parte lo había criado a él. Eso explicaba el por qué Darien le tuviera plena confianza— . ¿Tiene hambre? La comida ya no tardará en quedar lista, pero si gusta puedo prepararle un aperitivo.

—No. Gracias, Luna. En realidad te llamé para pedirte que Bella y tú se alisten; las llevaré a comer fuera. —las cejas grises de la mujer se elevaron a una altura casi antinatural. En el tiempo que lleva conociendo a ese hombre delante suyo, jamás de los jamases lo había escuchado pronunciar tal cosa. Se suponía que detestaba comer fuera si no era por negocios o a insistencia de sus padres. ¿Estaría tomándole el pelo?

Por Casualidad 🍁🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora