capítulo 48

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Estragos:

La luz brillante del sol resbalando sobre el arcón y la alfombra anunciaba la caída del mediodía. En aquella habitación las cortinas corredizas todavía continuaban cerradas, pero los rayos escurridizos eran capaz de filtrarse a través de ellas, como miradas intrusas. Miradas como... las de anoche.

Darien reflexionaba en ello mientras observaba el ascenso y descenso del pecho de su ángel que aún dormía. Anoche ninguno pudo pegar el ojo hasta bien entrado el amanecer, por ello, el azabache no tenía corazón para despertarla.
Él, en cambio, aunque permanecía dentro de la cama, apenas un par de horas fueron suficientes para descansar. Aún su cuerpo poseía la adrenalina de ayer, junto con el estrés. Y es que por más vueltas que le diera, no lograba digerir que, debido al descuido de un despistado—probablemente alguno de los empleados, ya que dudaba que hubiese sido Bella—su secreto de amor había sido expuesto delante de todos los conocidos de la familia. Como una mala broma. Nunca debió suceder de esa manera, fue por demás estúpido. ¿Después de todo lo que habían pasado Bella y él para mantener el orden, así terminaban las cosas?

Por otro lado, y hasta cierto punto, ésta reflexión lo hacía ponerse en los zapatos de su progenitor. Sí, Darien comprendía su reacción; cualquier padre enfurecería si en un día tan especial descubriera por error semejante secreto y, todavía, con ello causando un gran escándalo. De ahí en fuera... Joder, quizá se excedió al ponerse a la defensiva, pero es que Endymion tampoco hizo bien al insinuar que Bella no tenía el más mínimo valor ante sus ojos.

¿Acaso había olvidado la sorpresa que causó en todos al mostrar, desde el día uno, la dulzura e integridad de su alma? Aparte de Darien y Andrew, nadie esperaba nada bueno de ella. No en ese entonces.

¿Como cada centavo invertido en su persona fue bien compensado con su disposición para ayudar en casa, a pesar de llevar encima dos pesadas férulas?

¿Y qué hay de cuando demostró que podía ser capaz de trabajar para ellos, aún sin portar un título académico; la alegría que trajo a la familia, como su esencia revitalizante y candorosa dio luz y color a sus hogares, etcétera, etcétera? La lista era larga, más esta concluía con tres sencillas palabras. Nunca los defraudó. Es más, desde que fue presentada en sociedad muchos—por no decir todos—la catalogaron como la mujer perfecta debido a su belleza antinatural. ¡Y lo era! No solamente en el exterior, por dentro y por fuera fue hecha para ser la compañera idónea. El hecho de que no tuviera ningún apellido con estatus o una fortuna en el banco no debía ser considerado un defecto imperdonable. ¿Por qué era tan difícil para su padre comprender esto?

Dejando un suave beso en la frente de la muchacha, Shields finalmente abandonó la cama. No necesitaba romperse la cabeza una y otra vez con el mismo asunto para aceptar que "había defraudado" el honor de la familia y que, como consecuencia, tendría que enfrentar un montón de desafíos a partir de éste día. No tenía objeto. En su lugar debería sentirse feliz porque, ese peso que estuvo cargando desde hace casi un mes, se esfumó. Adiós. Al fin Bella y él podrían disfrutar de su amor con plena libertad.

Sí, en definitiva ése sería su consuelo. Bueno, ése, y saber que no estaría solo nunca más. Con su ángel, fortalecidos por su mutuo amor, bastaría para librar todos los obstáculos venideros. El mundo podía caerse si quisiera pero eso no iba a importar mientras permanecieran juntos.

Decidido a disfrutar de su nueva vida se dirigió en busca de su móvil. Llamaría a su secretaria para pedirle que fuera redactando su carta de dimisión. Era domingo sí, pero a Carolina nunca le había molestado que le hiciera alguna petición de última hora. Cuando la llamada estuvo apunto de entrar en la otra línea una voz distrajo al azabache, obligándolo así a volver la espalda. Bella. Sentada sobre sus piernas mientras frotaba sus ojos a dos manos, quería saber la hora.

Por Casualidad 🍁🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora