• Libro 3 •
|| Novela basada en la película The Kissing Booth 3 ||
• ¿Qué sucederá ahora que Nea y Noah se han separado? Ambos residen en ciudades diferentes, pero sus corazones aún laten al compás, aún añoran al otro en silencio. ¿Continuarán sint...
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• 𝓝𝓮𝓪 •
Otro gemido se escapa de mi boca, los labios de Jared continúan recorriendo mis pechos, mientras sus hábiles y largos dedos acarician mi entrepierna húmeda y ardiente, tanto como mi sangre, que hierve dentro de mi ser con cada roce, cada beso, mordida y gemido ronco, que ahoga el contra mi piel. La humedad de su lengua abandona mi estómago para deslizarse y colarse entre mis piernas, mi espalda se arquea, otro gemido sale del fondo de mi garganta y una sonrisa tonta se forma en mis labios.
—Oh, Dios—jadeo a duras penas perdida en las increíbles sensaciones que la obvia e irrefutable habilidad del ojiverde, me proveen.
Mis manos se aferran a la sábana de satin de color rojo intenso que acarician mi desnudez, son tan frescas que ni siquiera ahora, el calor que expide mi cuerpo en llamas, se puede sentir. La risa grave de Jared me provoca cosquillas, mi ceño se frunce cuando detiene su acción ávida contra mi centro.
—Puedes llamarme Jar, conejita. Ese apodo es para todas las almas insignificantes a mi alrededor—suelto una risa que se ve interrumpida cuando sus dedos se abren paso en mi interior con una lentitud tortuosa. Otro jadeo se escapa de mi boca, mi respiración se corta cuando su lengua y sus dedos se coordinan en un dulce éxtasis que aumenta mi lívido y que me acerca con cada segundo, a un delicioso y anhelado orgasmo.
Mi cuerpo lo necesita, mi ser interior necesita una liberación. He resistido cuanto he podido al obvio atractivo de Jared, he evitado su personalidad segura y sagaz, he ignorado sus miradas furtivas, candentes y baja bragas, mientras comemos, tomamos clase, cuando me convence de acompañarlo a alguna fiesta clandestina, de fraternidad a su club deportivo. El cual, es más bien, un club de pelea clandestino, en el que el era una leyenda y por lo cual, es tan popular en los "bajos mundos".
Jamás me había esmerado tanto en cerrar las piernas o en mantener un voto de celibato con semejante espécimen de hombre a unos metros de distancia de mí. Finalmente, mi deseo cedió a sus pies y por supuesto el no trato de evitarlo, más bien, me recibió con una sonrisa satisfecha y elocuaz.
Mi cabeza vuelve a la realidad cuando se coloca encima mío, con todo su musculoso, desnudo, masculino y delicioso esplendor. Su miembro erecto roza mi monte de Venus cuando se acomoda entre mis piernas, sus increíbles ojos verdes se conectan con los míos antes de inclinarse hacia mi para besarme feroz, hambriento y deseoso de mi. Se abre paso en mi con aquel enorme e imponente fierro rosado, su boca ahoga el gemido de dolor y placer mezclados provocado por su intromisión.
—Eso es—murmura contra mis labios. Sus manos se aferran a mi cabeza, mis uñas se clavan en sus fuertes antebrazos flexionados a mis costados—. Me tomas muy bien para ser la primera vez—el orgullo en su voz es obvio y tremendamente excitante. Siento que merezco una maldita medalla de oro—. Y te sientes como nadie, Nea. Tan malditamente bien, que me volverás loco, un jodido desquiciado.