• Libro 3 •
|| Novela basada en la película The Kissing Booth 3 ||
• ¿Qué sucederá ahora que Nea y Noah se han separado? Ambos residen en ciudades diferentes, pero sus corazones aún laten al compás, aún añoran al otro en silencio. ¿Continuarán sint...
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• 𝓝𝓮𝓪 •
Suelto un suspiro cuando deslizo el cierre de mi única y pequeña maleta ya lista para mi vuelo. Según el reloj sobre mi mesa de noche, voy con el tiempo perfecto para encontrarme con Maggie en el aeropuerto, en dos horas tomaremos el siguiente vuelo juntas hacia Los Ángeles. Ella ha tomado el suyo hace media hora, así que no habrá problema para reunirnos. Ambas estamos realmente emocionadas por volver a casa, aunque de las dos, la que ha dudado de ello soy yo.
La idea de pasar las vacaciones con Jared es realmente tentadora, pero jamás faltaría a algo tan importante para mi hermana. Así que con todo el pesar en mi corazón, con el temor de que cuando vuelva, la pausa que estoy dejando entre nosotros provoque que ya no sea igual, que algo cambie, que alguien más aparezca en su camino, y que me obligo a ignorar, salgo dejando mi habitación cerrando la puerta detrás de mi.
Con el móvil en mano, un bolso al hombro y mi pequeña maleta de ruedas rodando tras de mi, avanzo hacia la sala de estar donde también se encuentra el equipaje de Jared. Partirá esta tarde en compañía de sus padres y con destino a un conjunto de islas paradisíacas con muchísima fama y un alto índice turístico. Alza la mirada de su móvil al oírme acercarme, le dedicó una media sonrisa de labios cerrados deteniéndome junto al sofá.
—¿Ya es hora?
Asiento ligeramente—Llegaré a tiempo para ver a Maggie en su salida.
Relame sus labios y asiente dejando su móvil junto a él para ponerse de pie y situarse frente a mi.
—Te voy a extrañar, conejita.
—Y yo a ti—admito con las mejillas sonrojadas.
Sus ojos verdes me escanean a detalle, como si necesitara grabar cada parte de mi rostro, pero no entiendo porque, no es como que no vaya a volver.
—Diviértete, pero no demasiado. Si no, no querrás volver a mi.
Trago grueso.
Dijo; "volver a mi", no volver a Nueva York, a nuestro apartamento, no. A ÉL.
—Intentaré extrañarte todos los días, pero con la playa tan cerca de mi, bueno... tal vez sea difícil.
Sonríe lentamente, se acerca más a mi haciéndome estirar el cuello para poder mirarlo fijamente a esos increíbles ojos esmeralda que ahora se han tornado oscuros y perversos. Sus manos se sitúan en mi cintura, comienza a avanzar haciéndome retroceder, es lento pero acelera mi corazón a tope. Su agarre se aprieta en mis caderas cuando mi trasero choca con el borde de la mesa de comedor, me levanta con facilidad para dejarme sobre la superficie.