Capítulo 13

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Mina estaba muy confundida, en serio, muy confundida.

Cuando terminaba su clase de pilates, la esperaba hasta que salía de su clase de rap (es difícil y fácil de explicar, pero de todas las clases que se impartían allí, Chaenggi se interesó por la única que daba la asistente: rap).

Caminaban juntas hasta el pub, donde la mayor la dejaba y la despedía con la mano, porque, en los tres intentos que hizo para despedirse dándole un beso en la mejilla, la dejó con la boquita parada en el aire y con mucha vergüenza por la gente que la alcanzó a ver.

Pero los días que no se veían en clase, Chaeyoung la invitaba a desayunar y, al terminar, la acompañaba a su consultorio, esperaba a que llegara su primer paciente y entonces se iba, pero le preguntaba a qué hora tenía un espacio entre pacientes y sin falta recibía un americano ice y una dosis de su más tierna sonrisa para recargar pila.

Mina la invitaba a comer o a cenar y nunca llegó tarde ni le canceló. Incluso, en dos ocasiones, la invitó a su casa a ver una película y olímpicamente se sentó en el extremo opuesto con un cojín de separación. Vivían a cinco minutos caminando de su casa al pub, así que la llevaba al pub y solo se despedían con la mano.

Ese era justo el problema y la confusión. Se sentía sumamente amada recíprocamente; no estaba en la friendzone, pero tampoco estaba siendo cortejada.

Incluso con esa dinámica, Mina estaba contenta, frustrada pero contenta. El gatito que hace cafés ricos llenaba su mundo con su existencia y estaba segura de que solo era cuestión de tiempo para ser su novia.

Honestamente, siempre planeaba hacer un movimiento más agresivo, pero la sonrisa tierna menguaba todos sus intentos.

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Sana y Jihyo quedaban una o dos veces en ZONE, otras en el pub o comían en algún restaurante que gustara a ambas. Hablaban de su vida personal y de la empresa con tanta familiaridad que la CEO la consideraba una persona de su más máxima confianza; sin embargo, terminaba perdiendo el hilo de la conversación porque los gestos gráciles y sensuales de Sana la distraían.

Jihyo incluso la invitó a su casa, pero Sana, conociéndose, sabía que eso no saldría bien. Planeó y se sostuvo firme en abrirse camino como amiga hasta llegar a su vida de forma romántica, aunque no podía negar que, entre más la conocía, quedaba perdidamente enamorada cada día más de ella.

Pero más allá de usar su experiencia en el amor y las relaciones para hacerla caer rendida a sus pies, quería cuidarla y que nadie le hiciera daño, sobre todo ese tal Sr. Kang, que algo en él no la convencía y su instinto nunca había fallado; los mensajes y acciones hacia Jihyo eran de manual, de esos tips de TikTok con la leyenda "Cómo tenerla a tus pies en 5 actos". Y para ser honesta, Jihyo iba enfilada para allá.

Sana miraba cómo, poco a poco, Jihyo tenía menos seguridad en sí misma y quería gustar más de Kang, incluso se miraba más nerviosa antes de una cita con él que con personas difíciles que tenía que negociar para atender algo de su negocio.

Sana se había convertido en un diablillo que le susurraba las peores formas para contestarle o rechazar al Sr. Kang.

Primero le aconsejó proponerle cambiar la cita a un lugar que ella disfrutara; era bien sabido que le gustaba la música y, justamente, venía una artista francesa que daba un concierto, así servía de excusa para verse en el concierto en vez de con sus padres.

Desafortunadamente, esa cita fue un éxito, porque a ambos les gusta disfrutar de voces virtuosas, ganando puntos a su favor. Lo bueno es que no sacó de nuevo las ganas de presentarla con sus padres.

A la hora de la comida, recibió un mensaje de Daniel y vio cómo miró el celular; a Jihyo le costaba realmente saber cómo relacionarse, incluso no lo ve ni lo verá como pareja; lo poco que le cuenta de él son acciones: Daniel hizo, Daniel dijo, de una forma descriptiva, nada de lo que él hace le afecta emocional o afectivamente. Él era muy detallista y a ella no le afectaba ni en lo más mínimo a nivel afectivo, solo personal.

Por el contrario, siempre sonreía cálidamente para ella; se acostumbró al skinship de Sana, al tiempo hasta iban de la mano o del brazo constantemente y se sentaban súper cerca, por no decir pegadas, en cualquier asiento para dos. La japonesa platicaba con ella agarrando sus manos o dejándola caer sobre su pierna, pero Jihyo se sentía cómoda con esos actos.

Una vez le contó que Daniel la quiso tomar de la mano y la hizo sentir incómoda. Eso elevó su ego y la seguridad de que la mano que sostendría sería la suya.

—Sana-chan, ¿puedes venir el viernes después de las 6?

—Nopi, lo siento, es noche de chicas; empezamos a las 4 en casa de Dahyun. —Dijo con un poquito de pesar, aunque disfrutaba estar con sus amigas y la pequeña Tzuyu; últimamente, el tiempo que pasaba con ella era mejor.

—Entiendo, muchas gracias por tu ayuda. —la decepción en su voz era extraordinariamente notable—. Diviértete entonces; cuando tengas tiempo, nos vemos. Pregúntale a Bambam mis horarios libres y usa los que quieras.

—Quieres venir conmigo y las chicas, será noche de pijamas, películas animadas, palomitas, pizza y helado. —Sabía que se metería en problemas, pero todavía existe la posibilidad de que se niegue a ir.

—Claro, ¿dónde será?

Cierto, Jihyo sabe lo que quiere. Y si quiere estar cerca de Sana, el ambiente es lo de menos. Alguien tiene que hablar y pedir permiso a una nena hermosa.

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