Jihyo salió de su trance cuando la mirada triste de Sana se alejó de sus ojos y se enfocaron en los ojos acusadores de Daniel. El reproche constante de sus acciones y actitudes fue como un cubetazo de agua helada; se dejó caer en su silla y escuchó lo que Daniel reclamaba.
—...si tuvieras más control con tu agenda podrías atender mis necesidades, sabes. No puedo postergar esto más, debes conocer a mis padres para que me dejen seguir contigo. Hay una chica que está pendiente y si ellos no te aceptan, pues debo ir con ella y recuperar el tiempo perdido...
Una voz interna, su consejera mental en su cerebro, le pidió cambiar la cita con Sana y sus amigas e ir a conocer y complacer a sus suegros. Pero la mirada de Sana la trajo a la realidad; no solo el hecho de que estaba en un lugar que no le correspondía, ella no necesitaba de nadie para ser una gran mujer.
—... un chico como yo no vas a encontrar, Jihyo. Tengo una empresa.
—Yo también.
Daniel se le quedó viendo aturdido; no entendía a qué venía esa afirmación.
—Tengo presencia nacional.
—Yo también, incluso la tengo internacional.
Volvió a contestar, su tono neutro y sin nerviosismo alertó a Daniel.
—Te tengo más de 500 empleados a los que cuidar.
—Yo tengo exactamente 268, porque es una empresa de presencia digital, pero con un impacto sobre el séxtuple de familias que comen de mi empresa. Una que no heredé, que he levantado yo sola y que conozco como la palma de mi mano. Una empresa, Daniel, que no necesita de nadie. No necesito de nadie para poder asegurar el sueldo de mis empleados.
—Ehh, ¿a qué viene esto?
—Así como tampoco necesito de ti. No necesito la aceptación de mi competencia, de mis empleados ni mucho menos de tus padres. En resumen, Daniel, no necesito de ti. Ve, anda por esa chica y deja de desperdiciar el tiempo. Se acabó.
—¿De qué hablas? Yoh Jihyo, puedes calmarte, vamos a hablar, tranquilízate.
—NO QUIERO PERDER MÁS MI TIEMPO CONTIGO. —Tocó el botón para llamar a sus asistentes y en vez de responder por el teléfono llegaron los 3 a su oficina. —Bambam, alcanza a Sana. Jackson, acompáñalo a la salida; el Sr. Kang ya se va y que no se repita que cualquiera entre a mi oficina si no tiene una maldita cita previa. JB, pide al Ingeniero Kim que reagende, hay algo importante que debo hacer.
Daniel hablaba en tono de niño al que le acaban de quitar su juguete favorito por portarse mal e intentó detenerla pero Jackson detuvo el intento. Jihyo alcanzó a Bambam que estaba en el elevador y ambos salieron; él por el auto, ella caminando sobre la acera.
Bambam la alcanzó en la esquina y ella se subió porque era más fácil buscarla en auto que de pie. Dos calles más adelante la encontraron; caminaba lento, casi se podía ver una nube lloviéndole encima solo a ella. Sintió el auto arrancar y en la esquina detenerse; su asistente afirmó la cabeza y con una bonita sonrisa, que le dio valor para que pasara lo que tuviera que pasar.
—Hwaiting.
Respondió abriendo la puerta yendo hacia esa hermosa mujer que caminaba desanimada y bloqueándole el paso.
—Lo siento— dijo Sana pasando a su lado sin prestar atención que era ella.
—Sana—la llamó buscando leer alguna reacción.
—¿Jihyo? —La miró confundida.
—Yo... yo, no sé... lo siento.—Sana era la decepción hecha mujer. Y ella no tenía palabras, su actitud había sacado a la lógica de su mente.
—Ji, podemos hablar luego, tengo una cita y ya voy tarde —Era mentira. Jihyo lo sabía, pero no tenía armas para contradecirla ni para detenerla. Su mirada evasiva, las ganas de vomitar y el enfado, eran visibles; nunca había lidiado con emociones de forma tan directa.
—Te llevo. —La agarró de la mano y la llevó al carro entrelazando sus dedos; Bambam ya les esperaba y abría la puerta para ellas.
Sana se vio atrapada en su mentira; por decir que iba tarde no podía negarse al viaje y el tacto de su mano era reconfortante.
Dentro, el viaje fue tranquilo; Jihyo se pegó a ella sin soltar su mano y Sana recargó su cabeza en el hombro de su acompañante.
Un largo suspiro de la japonesa puso al borde la tensión de la CEO.
—Él no te conviene, Ji. Tú deberías estar con alguien mejor. Él no sabe valorarte; es un cerdo que no sabe valorar una perla.
Sonrió por la forma en que lo comparó y sutilmente preguntó con cariño y curiosidad,
—¿Y según tú, con quién debería salir?
Sana quería gritarle -Conmigo, idiota- pero solo dejó a su boca responder. —Con un experto en diamantes, un joyero que valore cada rincón de tu precioso ser, que te admire y proteja con la misma intensidad que te desea y aun si te desea como a ninguna, te ame y respete por encima de todo.
Calló, porque el nudo en su garganta se hacía cada vez mayor. Y porque las ganas de ser un experto en diamantes eran inmensas y su impotencia porque Jihyo tenía pareja y no era ella.
Jihyo, a su vez, no pudo decir nada más. Las hermosas palabras le habían dado un buen knockout.
Que pensara y deseara algo tan lindo para ella le provocó un hormigueo en todo el cuerpo, pero de alguna forma su corazón estaba en calma e inquieto en la misma magnitud.
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Reglas para entender a una Park
FanfictionHay mujeres tiernas, mujeres hermosas, mujeres poderosas, mujeres elegantes, mujeres arrogantes, mujeres de muy buen cuerpo, mujeres amorosas, mujeres admirables, mujeres talentosas, mujeres perfectas... y luego esta Park Jihyo que es todos eso y má...