Capítulo 15

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Sana quería sorprender a Jihyo; sabía que estaría en junta, pero entre junta y junta, casi siempre se tomaba 15 minutos para descansar y prepararse. Había una señora vendiendo cactus en pequeñas macetas de barro; compró una y fue a verla, esperaría en su oficina o con sus asistentes haciendo tiempo. Ese era su plan.

Cuando entró a la recepción y vio un ramo de flores muy bonito, sonrió tristemente porque sabía perfectamente la cara de Jihyo que pondría al verlo. Estaba feliz, pues sabía que prefería algo vivo, y la macetita en la mano albergaba esperanzas de provocar una hermosa sonrisa en la mujer que amaba.

—Hola, bonita —saludó a Yerin, la recepcionista, pero ella estaba muy ocupada atendiendo al chico que sostenía el ramo.

—Ah, Sana, hola. El novio de la CEO le trajo un ramo —dijo señalando amablemente al chico, sin mencionar que babeaba por él.

En ese momento, cuando la información cayó, sus miradas se encontraron y un frío escalofrío recorrió su columna vertebral. La sonrisa que recibió era hermosa, pero no era cálida; de alguna manera, sentía una máscara que por dentro emanaba una energía distinta, y le dieron muchas ganas de correr al lado contrario.

—Kang Daniel, un placer conocerte por fin. Jihyo te ha mencionado —le tendió la mano y, por presión social, tuvo que tomarla—. Llévame a su oficina, ¿puedes?

Sana sentía más incomodidad; quería salir corriendo por una armadura y espada para ahuyentar ese terrible dragón que quería quedarse con la mujer que amaba.

—Yo lo siento, no sé si pueda. —Miró a Yerin, que seguía tirándole corazones por los ojos a Daniel, y se dio cuenta de que era de esperarse que el novio entrara a la empresa de la CEO—. Es que soy externa, pero si me acompaña, es por acá.

Caminó hacia el elevador y escuchó que Daniel la seguía; tenía la mente en blanco.

La incomodidad que su existencia representaba era tan abrumadora que la hacía sentir pequeña. Llegó al piso, y al abrirse las puertas, los ojos más hermosos parpadearon hacia ella, regresándole el alma al cuerpo.

La sonrisa inmediata tras el encuentro de miradas provocó la propia, pero pronto viajaron de sus ojos y se enfocaron al chico a su lado; entonces vio un gran cambio en la chica que amaba.

—Daniel —dijo, y su postura relajada se puso erguida de una forma forzada; el rubor en su cara se hizo presente, pero más por nerviosismo o incluso podría sentir más intimidación que enamoramiento.

—Hola, hermosa. —Abrió sus brazos, y vio cómo Jihyo caminaba hacia él acomodándose la ropa y el cabello; su abrazo fue incómodo por lo forzado que estaba.

Era como ver una obra de teatro con títeres tiesos y máscaras exageradas de emociones.

Sana se sentía vulnerable, y si algo no le gustaba, era eso; ya que el objetivo de su visita fue eliminado, solo le quedaba dejar el recado e irse.

Un asqueroso sentimiento se acumulaba en la boca del estómago; caminó a la oficina de la CEO y dejó la carpeta que tenía de avances. Ni se había dado cuenta de que aún tenía en la mano la pequeña maceta con el cactus hasta que le fue difícil escribir y notó la rugosa y ahora caliente maceta en su mano. Se había aferrado a ella como si fuera el faro en altamar.

Hoy por la mañana, mientras desayunaba en un restaurante cerca a la empresa que le tocó visitar, la TV estaba puesta y justo escuchó que los Capricornio eran tierra y que los Acuario eran aire, no agua como ella había pensado; pudo sonreír mientras veía la el cactus, y su mano aferrada le soltó un beso y lo dejó en un librero cerca para que lo viera.

Cuando estaba por salir, miró que Daniel observaba la empresa abrazando por la cintura a Jihyo con toda la actitud de un emperador romano mirando la tierra recién conquistada; la CEO estaba siendo acosada y no tenía armas para defenderse, eso le hizo hervir la sangre. Iba hacia ellos para separarla, pero entonces Jackson les pidió amablemente que redujeran las muestras de afecto dentro de la empresa. Se disculpó y señaló que venía en el "Manual de comportamiento dentro del reglamento de la empresa".

Jihyo se disculpó con sus empleados y luego hizo una inclinación de 90 grados para disculparse repetidamente con el Sr. Kang.

Sus pies fueron más inteligentes que ella, llevándola al baño más cercano porque ya no podía retener las ganas de vomitar.

Cuando salió, la pareja estaba en la oficina a puerta cerrada, y ella podía salir fácilmente a un espacio lejos de ese tipo arrogante y de esa mujer tan diminuta e insignificante.

Ahora veía con recelo y enfado a la CEO. Hasta que la escuchó aún con la puerta cerrada como una forma de defensa, y voz con volumen alto le hablaba.

—Este viernes no puedo, Daniel, tengo planes con una amiga. Entiende.

Daniel giró su cara para encontrarla, la vio tras el vidrio, y la miró como si fuera popó de perro. Se volteó y dijo algo que no alcanzó a escuchar.

Jihyo negó con las manos; se veía que le costaba mucho mantenerse firme. Dejó de mirarlo y bajó la cabeza mientras seguía negando de una u otra forma.

Ya no pudo más y salió de la empresa. Tenía 2 horas para comer antes de regresar a atender a otro cliente, pero el mal momento le mantenía revuelto el estómago.

Estaba decidida, jamás llegaría de nuevo sin avisarle de su visita, ya que la sorpresa era más incómoda si se lo llegaba a topar de nuevo.

La imagen de la poderosa Jihyo se veía opacada por un pusilánime y no sabía cómo defenderla, ni mucho menos sacarla de esa relación; ahora no le quedaban dudas.

Era una de esas relaciones heterosexuales arcaicas donde el macho se siente poseedor de la mujer y todos sus bienes.

Estúpido Disney y su amor romántico donde una princesa necesita un príncipe heredero al trono para entregarle tus logros y posesiones.

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