Capítulo 3

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Sólo en la cercanía, se dio cuenta de que había una piel gruesa que evitaba el paso a la siguiente parte. Bakugo la levantó para él. El túnel de roca era rudimentario. Pero frente a él se encontraba un camino diferente. Iluminado con antorchas, ya no parecía una cueva, sino un pasillo.

– Bienvenido al Reino Bárbaro – le dijo con sarcasmo mientras caminaba hacia una sala más amplia. Tenía mil preguntas en su cabeza después de esa pequeña conversación, pero estaba tan asombrado por el lugar que no pudo decir más.

Las paredes estaban tapizadas con pieles de animales.

– Solemos vivir en las cabañas, pero cuando llega el invierno nos mantenemos en el interior, las peles ayudan a mantener el calor – le aseguró el alfa como si pudiera leer la mente.

– También vives en las cabañas de afuera? – le preguntó curioso, mientras pasaban por una puerta, ahora se veía un gran pasillo, con varias puertas a los lados. Parecía la entrada a un laberinto.

– Antes lo hacía, pero ahora soy el Rey. Vivo aquí – le aseguró mientras entraba por una de las puertas. De nuevo los recibió un pasillo con varias puertas. Bakugo avanzó sin detenerse a dudar que puerta debía usar. Después de más de 6 puertas diferentes llegaron a otra sala. Esta vez había marcos, pero no puertas, atravesaron el primero hasta llegar a unas escaleras.

– Vivirás en el castillo conmigo. Hay algunos que aún te creen sospechoso, así que será la mejor forma de vigilante y mantenerte a salvo. – le aseguró mientras lo seguía hasta encontrar de nuevo un pasillo amplio con varias puertas. Esta vez Bakugo contó cada una hasta llegar a la 6. La cual abrió al instante.

– Espero que sea de tu agrado – le dijo mientras le hacía una seña para que entrará primero. La luz que daba a la habitación provenía de 3 grandes ventanales. Esta, bañaba de una forma preciosa la cama y el resto del lugar, que tenía una forma circular, cubierta con distintas pieles y algunas almohadas.

Había un pequeño tocador con un espejo algo viejo en una esquina. Y en la otra, un escritorio con plumas, tinta y hojas. Le encantaba.

– Esto... ¿Puedo dormir aquí? – le preguntó algo nervioso. Obteniendo una afirmación del rubio.

– Es la única habitación que tiene espejo, y baño privado, seguro lo necesitas – respondió el alfa ocultando el pequeño sonrojo en su rostro.

– Vendrá alguien a cerrar las ventanas y prender las velas en la noche, ya que seguramente no sabes hacerlo – continuó. Ya que estas no tenían vidrios, solo unas pesadas pieles que debían asegurarse para evitar el paso del viento.

Después salió de la habitación y se recargó en la pared, Deku lo siguió. – Si necesitas algo... puedes buscarme. Mi habitación es esa – le aseguró señalando la puerta del fondo.

– Si crees que puedo ser un espía no deberías decirme donde duermes. – Aquello solo hizo reír al alfa.

– Te dije que eras peligroso, pero no de la forma que piensas – continuó pellizcando la mejilla del omega.

– Pero puede que yo sea más peligroso para ti si entras a mi habitación. – continuó antes de alejarse del lugar.

Deku pensó que sería atrapado y encarcelado. Pero en lugar de eso, tenía una hermosa habitación a unos pasos del Rey, la persona que lo había rescatado. Aunque seguía preocupado por no poder recordar nada. Cuando se recostó en la cama sintió el cansancio en su cuerpo. Había sido un día largo, montar a caballo sin silla siempre era un fastidio, aunque no estaba seguro de como sabía esa información.

Tenía hambre, su estómago se lo dijo. Había tomado una copa de un vino dulce cuando mataron el ciervo, además, el Rey le había dado un poco de carne seca en el viaje de regreso pero ese era el menor de sus males. Había mil cosas en su mente que le impedían dormir. El dolor de cabeza iba en aumento cuando tocaron la puerta. Se sorprendió al principio, pero volvia a escuchar pequeños toques.

– Pase – susurro algo nervioso. Entonces pudo notar como una cabeza rubia entraba. A diferencia del rey y los otros hombres que había conocido, este llevaba ropa que cubría todo su cuerpo. Aunque seguían siendo pieles. No usaba capa y en lugar de una espada, tenía una pequeña daga en el cinturón.

– ¡Hola! Mi nombre es Denki, también soy omega. Bakugo me dijo que seguramente te sentirás más tranquilo conmigo. Así que vine para que comas un poco. – Puso una charola en la mesa y se sentó con una gran sonrisa.

Izuku se levantó lentamente. Aún le dolía el cuerpo y la cabeza, pero la idea de comer algo le llamaba más la atención. Se sentó junto a la mesa. Notó que no usaban sillas comunes, si no que la mesa estaba rodeada de telas cómodas, donde podía sentarse sin problemas. Además era más baja de lo común, permitiéndole comer bien.

En la charola había una sopa en un cuenco hecho de madera. La cuchara también lo era, sólo el cuchillo parecía de otro material. También había pan caliente, un buen pedazo de carne con una salsa encima y algunas verduras. Su estómago gruñó al instante, haciendo reir a Denki.

– Bebe esto primero, hice una pequeña poción contra el cansancio. Seguro te duele todo por estar en el caballo – le dijo ofreciéndole un vaso, también de madera. Lo tomó entre sus manos y dudó un segundo, pero su estómago volvió a sonar, dándole un trago grande.

La bebida era caliente y tenía un sabor a cebolla y jengibre, hizo caras al instante, pero suspiró y lo tomó de nuevo. Apenas la terminó toda tomó uno de los panes y se lo llevó a la boca, maravillándose de lo delicioso que estaba.

El rubio rió al instante, recargando sus codos en la mesa mientras lo observaba.

– Prueba la sopa. Es la favorita de Bakugo – continuó mientras le observaba terminar el pan en cuestión de segundos. – Pidió que la hicieran específicamente para ti. 

El corazón del Rey Bárbaro // TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora