Capítulo 9

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Más de medio año había pasado rápidamente desde que Deku había sido encontrado en el bosque. Estaba más que adaptado aún no dominaba el idioma como un nativo, pero ya no necesitaba un traductor. Ahora trabajaba con los niños de la aldea, dedicándose a cuidarlos y enseñarles algunas cosas básicas, pero casi siempre lo podías encontrar en sus horas de trabajo jugando con ellos.

Hoy era un día de esos. Bakugo estaba de mal humor, llevaba toda la semana encerrado en juntas de consejo. El invierno estaba llegando. Se había hecho el inventario y las tribus llegaban poco a poco a la montaña. Pronto sería el periodo de hibernación y su pueblo estaría más vulnerable que nunca.

La tradición dictaba que los más pequeños y viejos entrarían en la montaña para resguardarse. Mientras que los más fuertes se mantendrían en las tiendas fuera para resguardar y proteger. Algunas tribus podían sobrevivir el invierno en sus zonas, pero el comunicarse se volvía más difícil.

Eran cuatro meses donde el enemigo podía atacarlos. Si no fuera por las barreras naturales que tenían, habían caído años atrás. Pero el Gran Río rara vez se congelaba, así que sus aguas ya no sólo eran peligrosas, si no también morales para cualquiera que entrara en ellas. Pero estaba seguro de que un día de estos, esa ventaja desapareceía.

Soltó un suspiro mientras el consejo se tomaba un pequeño descanso, aprovechando para levantarse de su silla y observar a un monton de cachorros, no mayores a los 6 años, correr y divertirse con un omega peliverde con el rostro lleno de pecas. Su corazón se calentó al instante.

Deku jugaba con los niños de la aldea. Sabía que jugaba bajo esa ventana a propósito por que Bakugo podría asomarse y verlo, había mencionado algunas veces lo mucho que le gustaba oir sus risas, y las de los niños, aunque más las del omega, cuando tenía reuniones en el consejo. A veces imaginaba que esas risas provenían de sus propios cachorros, cuando finalmente tomara al omega como suyo e iniciaran una familia.

Incluso había imaginado su propia boda, sintiendose como un tonto enamorado cuando lo hacía. Si Denki o Kirishima lo supieran, seguro se burlarían de él, como él se había quejado de ambos cuando se ponían cursis entre ellos. Pero ahí estaba. Imaginando su futuro.

Después de pensar en ello su día había mejorado bastante, hasta que uno de sus mensajeros llegó, con noticias de los diferentes imperios. Arruinando todo su buen humor.

Todos los concejales se reunieron de nuevo, escuchando atentamente el punto principal. Casa uno dio sus opiniones, Kirishima, no pudo despegar su mirada del rubio. Quien parecía furioso, aunque su olor se mezclaba con algo parecido al miedo.

Bakugo los escuchó atentamente. Dejó salir un suspiro y se frotó el puente de la nariz.

– Hablemos con Deku. Que la noticia no salga de aquí – se levantó del trono. Aún podía escucharlo jugar afuera.

– Yo mismo iré. Esperen aquí. – Se acomodó la capa y bajó para encontrarse con él.

Mientras caminaba por los pasillos y túneles no dejaba de darle vueltas a la información que acababa de recibir. Había quienes quería que el omega dejara el territorio. Pero su corazón le decía que Deku era inocente, tenía que serlo, y él, como su alfa, tenía que asegurarse de que estuviera seguro.

Bakugo caminó hacia los jardines donde Deku, quien ahora se veía feliz y cansado, reía con los pequeños mientras descansaban bajo la sombra de un árbol. El alfa miró al chico y estiró su mano, el omega no dudó en tomarla, dejando que Bakugo entrelazara sus dedos.

– Deku, tenemos una reunión con el consejo, y te necesito ahí. – le susurró acariciando sus nudillos. Aquellas palabras sorprendieron al omega, pero este no dudó en asentir. Ambos pasaron por las grandes puertas hasta el salón del trono. Bakugo tomó su lugar en la silla de piedra, mientras que el pecoso se sentó bajo sus pies en la alfombra.

El corazón del Rey Bárbaro // TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora