Capítulo 8

1.2K 155 25
                                    

Entró sin poner mucha atención al sorprendió y cansado omega, guiándolo al interior de una cámara más grande que la sala del trono, repleta de estantes con libros y pergaminos. Se acercó a una mesa de madera y le mostró lo que tenía enfrente.

–La biblioteca, sin siquiera darte tiempo para responder.

– Bueno... – Katsuki extendió uno de los pergaminos que había en el lugar con una sonrisa.

– Nosotros estamos aquí – Le aseguró señalando las montañas en el norte.

– Somos los únicos que podemos vivir en las montañas, y por años hemos puesto nuestras fortalezas aquí. Junto a nosotros está el Imperio del Noroeste. Frío en el norte, caliente en el sur. Aún así no se acercan a las montañas. El pueblo más cercano está a tres kilómetros después de las cordilleras.

–Debajo de ellos, está el Imperio del Oeste. y más al Sur, El gran Imperio Marítimo. que es dueño del resto del continente – le aseguró mientras señalaba en el mapa.

– Nuestro territorio está delimitado por el Gran Río. Es muy peligroso cruzarlo. Así que se ha convertido en una frontera natural. Sólo existe un punto, justo aquí, en el Norte. Pero es muy raro que alguien lo use, pero tu entraste por ahí...

– ¿También tienes una buena relación con el Imperio del Oeste? – Katsuki negó.

– Son un país sin salida al mar y por generaciones han intentado conquistar nuestro territorio para obtenerlo. Pero el Gran Río siempre ha sido un problema para ellos. Sus aguas son tan rápidas y profundas que es imposible cruzar a este lado. Por ahora estamos en paz. Pero nunca sabemos cuánto puede durar.

– ¿Cómo le haces para gobernar todo este territorio?

–Tenemos aldeas en todo el territorio. Y cada aldea tiene un líder, un segundo al mando y un mensajero. Cuando hay problemas envían al mensajero aquí. Para buscar consejo. Además no somos un pueblo muy complicado. Cazamos, pescamos y criamos nuestra comida, cultivamos nuestras tierras, la tierra es rica. Sabemos defendernos, creemos en el amor, en la bondad y en la naturaleza. Damos lo que recibimos y recibimos lo que damos. Somos simples, por eso nos conocen como el Reino Bárbaro.

– No es muy amable de su parte llamarlos así – se quejó Deku mientras miraba fascinado el mapa. No sólo podía ver los trazos, también entendía las palabras.

– Lo tomamos con humor, desde hace algunas generaciones empezamos a llamarnos así solo para demostrarles que sus insultos no nos afecta.

– Este mapa es magnifico, incluso puedo leerlo Majestad – aquello sólo hizo que Bakugo pusiera los ojos en blanco, pero asintió ignorándolo.

– Debes ser de uno de los imperios, solo ellos usan la lenga común. Decidieron unificarla en pro a una mejor convivencia y bla bla bla – continuó con una risa, pero Deku no le ponía mucha atención, ya estaba de un lado a otro checando los libros y murmurando para si mismo.

– ¡Hey Deku! – le habló el alfa para sacarlo de sus pensamientos. – Te traje aquí para enseñarte algo en específico. – continuó agitando un libro. Deku sonrió y corrió hacia él.

Bakugo volvió a la mesa y abrió el libro señalando la flor que había visto en la cocina. Este estaba escrito en el mismo idioma que usaba Katsuki, así que Deku no pudo leerlo, pero observó como tenía una ilustración de una calavera.

– Los cachorros aprenden desde pequeños a distinguir plantas, pero como sabemos que no tuviste un entrenamiento correcto te prestaré este libro. – El rostro del omega se iluminó al instante.

– ¿Puedo leerlo? – Bakugo asintió lentamente.

– Puedes venir cuando quieras y leer lo que quieras, en realidad, no muchas personas vienen aquí. Solemos transmitir todo con la palabra, pero nunca está de más guardar algunos registros de algo, puedes venir y tomar los libros que quieras, sólo asegúrate de regresarlos en buen estado o el concejo me matará.

El corazón del Rey Bárbaro // TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora