Capítulo 6

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Coser pieles era más fácil de lo que esperaba. Aunque las primeras veces se picó y tuvo que tomar un largo tutorial de la anciana sobre las puntadas, media hora después parecía haber dominado aquella gruesa aguja.

De vez en cuando una chica que era casi una niña le checaba el trabajo, sintiéndose orgulloso cada vez que asentía. Le había corregido al principio, pero ahora solo la veía asentir.

– Cuando domines este trabajo, podrás cortar e incluso preparar las pieles tú mismo.

Como lo había prometido, unas horas después el alfa apareció en la tienda, se recargó en el marco y observó al concentrado omega con una sonrisa.

– Anciana, he venido por Deku– dijo con una sonrisa. Le gustaba verlo tan metido en su trabajo.

– Oh, el Rey ha llegado – respondió la mujer de forma juguetona.

– Deku ha trabajado muy bien para ser su primer día– le aseguró con una sonrisa mientras le daba pequeñas palmadas en la espalda al omega.

– Llévalo a comer, y no lo maltrates más tarde.

– Jamás lo haría. – aquellas palabras hicieron reír a los demás.

– ¡Bakugo, Bakugo! – Dijo uno de los niños emocionado

– ¿Cuándo aprenda la espada me enseñaras a mi también? – El alfa asintió alborotado su cabello.

– Cuándo cumplas la edad debes unirte a mis clases. Te estaré esperando. – Aquello derritió el corazón del omega, pero no tuvo mucho tiempo para reaccionar por que el alfa tomó su mano y salió corriendo.

Desde que había llegado, había recibido comida en su habitación. Así que Deku esperaba que volvieran al castillo, esperando llegar al comedor, pero su sorpresa fue grande cuando llegaron a una de las tantas fogatas en el centro de las tiendas, donde un delicioso aroma a carne flotaba.

En la tribu, cada quien tenía un trabajo, el de algunas personas era preparar la comida. Bakugo se sentó alrededor de una de las tantas fogatas, había pieles que las rodeaban, sentando a Deku junto a él.

Poco a poco los platos de sopa empezaron a esparcirse entre los que estaban ahí. Deku ya conocía bien ese aroma, observando con curiosidad el líquido de las grandes ollas y como los platos comenzaban a repartirse entre todos.

Estaba acostumbrado a tener cubiertos, pero vio como todos lo bebían directo del tazón. Imitándolos. Amaba la sopa que comía con ellos, y sentía que nunca había probado algo tan delicioso. Esta vez era un caldo ligeramente espeso con trozos pequeños de verdura y carne. Bebió lentamente mientras escuchaba atento las conversaciones sin realmente entender nada. Regañándose a sí mismo por el poco manejo en el idioma.

Bakugo solía dedicarle una o dos horas en la noche para practicar, aunque su principal maestro era Denki. Muchos hablaban la lengua común, sobre todo frente a él, pero no podía negar que se sentía excluido y un tanto celoso en ese momento, donde todos reían y bromeaban mientras él solo entendía algunas palabras. Algunas personas se acercaban y le hablaban, poniendo sus manos en sus hombros o en su cabeza. Haciendo sonreír a Bakugo, pero seguía sin saber que decían.

– Te están dando la bienvenida – le dijo mientras agradece en su lengua.

– Escuchó atentamente como el alfa respondía, y después de un rato, él comenzó a responder de la misma forma.

Cuando terminó la sopa, los cuencos fueron llenados por vegetales cocidos y más carne. Todos comenzaron a comer con los dedos, y aunque sentía que no estaba bien, siguió comiendo.

– Su majestad, ¿todo esto lo cazaron ustedes?

– Katsuki, mi nombre es Katsuki. Y no, no cazamos todo lo que comemos. Tenemos también conejos, gallinas, cerdos y vacas, si nos dedicáramos a comer solo lo que cazamos no habría nada.

Después de comer, el alfa lo llevó a un pequeño claro. Se dejó caer sobre el pasto, acostándose con los brazos bajo su cabeza, Deku lo imitó.

Ninguno dijo nada, solo se dedicaron a observar el cielo. Cuando Deku despertó, Bakugo lo miraba con una sonrisa. Ya se había levantado.

– El descanso terminó, hay que entrenar. – Le ofreció la mano para ayudarlo y ambos caminaron de regreso a la montaña. 

El corazón del Rey Bárbaro // TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora