Capítulo 5

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Bakugo se levantó como de costumbre y dio una rápida ronda a su pueblo. Desayunó con algunos campesinos junto a la fogata y se encerró en el salón del consejo para una junta interminable. El invierno estaba próximo, aunque sabía la rutina debía preparar todo lo que se necesitaba.

Era mediodía cuando volvió al área de las habitaciones. Había recibido pequeños reportes sobre Deku. Llevaba casi dos meses ahí, conociendo algunas personas pero principalmente se mantenía en su habitación, Denki había estado con él, eso le gustaba. Denki era el hechicero del consejo. No había muchos en su reino, la mayoría había muerto sin poder pasar sus conocimientos, pues no cualquiera podía ser hechicero, tenían que tener sangre de brujo.

Lamentablemente, las habilidades de Denki no eran las mejores. Pero crecieron juntos y le gustaba tener a las personas de confianza a su alrededor. Por ello Kirishima, su mejor amigo, y Denki eran los más jóvenes en el concejo.

Se acercó a la puerta y dio unos pequeños golpes en ella.

– Deku, ¿estás despierto? Vine por ti – la puerta se abrió lentamente mostrando al omega algo nervioso con una sonrisa.

– ¿Por mi? – Bakugo asintió lentamente. – Es momento de salir. Te presentaré con la tribu y te vamos a dar un trabajo. – le aseguró.

– En este Reino nadie puede estar sin trabajar, así que te acoplaremos para que tengas un empleo y empezarás con las clases de defensa.

Empezó a caminar para salir de los túneles, mientras Deku lo seguía murmurando nervioso para sí mismo. No sabía si alguna vez había trabajado, pero le preocupaba no ser bueno en nada, hasta que escuchó las últimas palabras.

– ¿Clases de defensa?

– Así es, clases de defensa, como te veo no debes saber siquiera cómo tensar un arco. Aquí nadie te protegerá. Yo mismo te enseñaré. – le respondió emocionado.

– Su majestad... yo no recuerdo... – Katsuki asintió lentamente.

– Por favor, llámame Bakugo, no majestad. Y no te preocupes, si en serio perdiste la memoria veremos si tu cuerpo recuerda algo, si no, te enseñaré desde cero.

Deku lo siguió aún nervioso por el laberinto que era el palacio, esta vez no lo guió al mismo túnel por el que había llegado. Cuando estuvieron en la sala del trono accedieron por otra puerta, y de ahí avanzaron por varios túneles hasta llegar a lo que parecía una entrada de piedra. Esta, a diferencia del túnel, tenía varios grabados en el marco.

Llevó sus manos a sus ojos para cubrir el sol. El cual lo había deslumbrado, mientras Bakugo salía sin problemas.

– ¡MI GENTE! – gritó casi con emoción. Los ojos de Deku tardaron en acostumbrarse, pero poco a poco vio a más de mil personas en la montaña y alrededores. Habían salido por la zona alta del lugar.

– Encontramos a este omega abandonado en el camino. Los consejeros hemos hablado y decidimos hacerlo uno de nosotros. – su voz era fuerte, sonora y, de alguna forma, se escuchaba como eco en las montañas.

– Les presento a Deku. Un omega. Un hombre que será uno de nosotros. – esta vez los gritos vinieron de las personas que los observaban.

– Deku, ven aquí, que el pueblo te vea bien. – el chico estaba nervioso. Avanzó con cuidado hasta ponerse junto al alfa. Todos se vestían de la misma forma, todos levantaban sus manos, todos estaban emocionados.

– Majestad... – respondió nervioso. Bakugo lo abrazó por los hombros mostrando una gran sonrisa.

– Ellos te han aceptado. Bienvenido.

Caminaron por una escalinata que poco a poco los hizo bajar de la montaña. La gente se fue dispersando lentamente.

– Tu pueblo, realmente es muy grande – le aseguró el omega emocionado.

– Estos no son todos, muchos están en sus labores, o viven lejos. Aunque estas últimas semanas se les avisó...– continuó mientras llegaban a la zona donde había más tiendas. Bakugo extendió su mano y tomó las del chico.

– Desde el principio me di cuenta que nunca has trabajado realmente. Tienes la piel suave y delicada... tendremos que cambiar eso.

Sin soltarlo, avanzaron a una de las tiendas, donde había jóvenes, principalmente.

– Tu primer trabajo será coser pieles – le dijo mientras una mujer mayor se acercaba a ellos.

– Rey Bakugo. Trataremos bien a su amigo – le aseguró la mujer emocionada.

– Tenle un poco de paciencia y cuídalo bien. No sé si sabe coser, enséñale – le respondió mientras la mujer sonreír.

– Tranquilo señor, su omega está en buenas manos.

Esa frase hizo sonrojar a ambos.

– Deku – le dijo mientras volvía a tomar su mano. – Vendré por ti para comer juntos, y luego te enseñaré a pelear. – el omega asintió lentamente.

– Cuídalo – le insistió a la anciana antes de salir corriendo. 

El corazón del Rey Bárbaro // TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora