Capitulo 17 - Si insisten...

233 20 1
                                    

No sé si estaba alucinando, pero finalmente descubrí que no era una piedra. Me daba ganas de llorar con tan solo verlo...

—No me iré...—Le tomé las manos—. Pero se pelean y no dudaré en tirar la puerta abajo.

No sé la verdad su verdadera razón de estar a punto de llorar, hay muchas: recordar a sus padres, la pelea con Luke o que me esté a punto de ir.

Ya estaba anocheciendo, Aaron estaba acostado en su cama con un dolor de cabeza terrible y Luke estaba sentado al frente de la isla mientras yo cocinaba la cena.

—¿Me dirás como conociste a Aaron?—Se digno a preguntar luego de hacer suposiciones por mi cuerpo.

No respondí.

—¡Vamos!—Insistió.

—Eso no te incumbe.

Suspiro y gruño.

Estaba cocinando un pollo que estaba en su heladera acompañado de una ensalada de remolacha, lechuga y tomate.

—¿Me ayudas a poner la mesa?—Le pregunté.

—Deberia pensarlo...¿Debería ayudarte luego de negarte a darme una respuesta?

Lo miré con mala cara y no me importó su respuesta y lo hice yo sola.

—Es broma—Se rió—, claro que te ayudaré.

Se paró y me obedeció.

—Iré a despertar a Aaron.

Subí las escaleras y busque su habitación. Llegué y abrí la puerta lentamente. Tenía una lámpara prendida en su mesita de luz. Estaba dormido y no tenía su remera puesta, solo los pantalones.

Me hacía mal verlo así después de todo. Aún sigo impactada y recordando el momento de cuando sus ojos se cristalizaron.

Apoyé mi mano en su frente y tenía temperatura. De pronto se movió y despertó.

—¿Qué pasa?—Dijo con la voz ronca.

—Tienes temperatura. Te pondré una servilleta mojada.—Estaba a punto de dar un paso pero me agarró y me tiró a la cama.

—No me interesa. Quédate.—Me abrazo acostado.

¿Que tipo de hechizo me tira para que no quiera despegarme de él?

—No puedo, tenés que comer, Luke también y yo tambien.—Le saque su mechón liso de su cara—.¿Quieres que te traiga el plato a tu habitación?

—Me estás tratando como un niño.—Intentó reírse pero sintió un calambre en su cabeza.

—Te guardaré una porción para cuando se te pase el dolor. Por cierto, ¿tienes alguna pastilla para tu dolor?

Con su dedo señaló el cajón de su mesita.

Me salí de la cama y busqué allí.

—Tomá. Deja que busco agua.

Fuí a su baño y agarré un vaso de allí y le di de beber agua de la canilla.

Se puso derecho y descubrí el moretón en su ojo.

—Gracias.

Le dí un beso y le obligué a acostarse.

Bajé y Luke seguía en la silla. No había ni empezado a comer.

Era increíble su similitud con Aaron, el mismo color de pelo, ojos y básicamente toda la cara.

—¿No has comido?—Me senté y arrastré la silla para estar más cerca de la mesa.

—No, te he esperado.

—No debiste hacerlo.

—No me cuesta nada después de todo lo que he dicho de tí.

Probé el pollo y estaba delicioso.

—¿Aaron?

—Tiene temperatura, ya ha tomado la pastilla.

Se limpio la boca luego de mancharse con el aceite de la ensalada.

—Siempre tiene fiebre luego de cada pelea que tenemos.

Me serví vino y le ofrecí.

Está cena es la más incómoda que tuve. Cenando con el hermano de mi jefe luego de todo lo que pasó.

—¿Por qué volviste de Australia?

—Asi que te ha contado de mí...pensaba que no se atrevería a mencionarme.

—Pues si es capaz.

—Me cansé y decidí volver.—¿Para molestar a Aaron?

"Oh" fue mi única expresión que salió de mi boca.

Levanté los platos y los comencé a lavar. Luke se acercó y ofreció ayuda, por supuesto que acepté, detesto lavar los platos.

—Al menos cuéntame algo de tí.—Dijo mientras le ponía jabón a la esponja.

—Soy Italiana...—No sabía que más decir sin mencionar mi trabajo—.Tengo veinticinco años, vivo en Inglaterra hace ya unos años...

—¿De que trabajas?—Interrumpió.

—Soy... escritora de novelas románticas.—Mentí.

—¿Ya has escrito algo?

—Estoy en eso...

Creo que se la creyó.

Ya estaba todo lavado, los platos, vasos, cubiertos y manteles ya en su lugar. Era hora de irme y acostarme en mi cama a disfrutar el fin de semana.

—¿Qué haces?—Preguntó Luke observandome desde la cocina mientras agarraba mis cosas para irme.

—¿Yéndome?

—Quedate. En la calle hay borrachos y locos.—Revisó su reloj—.Ademas son casi las once.

—Vengo en coche, no hay nada de que preocuparse.

—Peor aún, hay borrachos en el volante.

Dejé mis cosas en la mesa, no porque ya me decidí si no porque me pesaban.

—Aaron me mataría se dejará que su novia se fuera sola tan tarde.

Suspiré y le dije mi decisión:

—Esta bien.

Sonrió.

—Tu ropa no se ve muy cómoda, ponte algo de Aaron.

No sé a qué se dedica, pero sabe ordenar a la gente.

Seguía dormido, intentaré buscar la ropa lo más silenciosa y rápida posible. ¿Por qué tiene tantas camisas? La cantidad es toda la ropa que tengo en total. No es que no había remeras, pero todas eran formales, posiblemente duerma como lo está haciendo ahora, sin nada. Encontré una remera negra que eras tres veces mi talle pero me dió igual. Me decidí por ponerme una calzon de él, sus pantalones se me caían.

No es que no pueda dormir con mi remera blanca, si no que es incomoda y apretada, no podría dormir tranquila al seguir sintiendola pegada a mi cuerpo. Me cambiaré aquí, Aaron está dormido y dudo que se de cuenta de mi presencia.

Me saqué la remera dejando ver mi bra color crema. Detesto dormir o estar en mi casa con eso, siempre me lo quito apenas me saco la ropa. Desabroché mi corpiño y de pronto sentí un respiro en mi cuello y unos brazos tatuados alrededor de mi cintura.

Se ve que no estaba tan dormido porque no recuerdo haber hecho ningún ruido.

Me quedé dura, sin darme vuelta y esperando ponerme la remera, si me lo permite.

Querido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora