Capitulo 23 - Perro en camino

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Las puntadas en la cabeza continuan, menos pero siguen. Aaron no se despierta y yo no pude dormir mucho gracias a Luke y esa mujer, hay más de tres habitaciones en este pedazo de casa y deciden coger en el sillón. Lleva apenas dos días y ya tiene una cita, que rápido son los hombres.

Me levanté y me lavé los dientes con mi dedo, deseo volver a mi casa y poder lavarme como comúnmente se hace.

Estaba traumada, así que baje con la vista viendo a las escaleras y luego me arriesgue a ver el sillón, no había ninguna mujer, solo Luke sin remera, en esta casa es común el nudismo.

—Tranquila, no hay ninguna mujer.—Dijo alejando su mirada de su celular para verme.

Sonreí y luego lo deje de hacer, me dirigí a la cocina para hacer el té de todas las mañanas. Pero ahora me preguntó, ¿por qué siempre me encuentro a él al despertar? ¿No duerme o se despierta temprano?

—¿Mejor?

—De maravilla.—Le dí un sorvo al té.

Me quería sentar en el sillón, pero por obvias razones no lo hice, parecía limpio pero con tan solo pensar que hubo sustancias de ellos aquí me da asco.

Revisé el celular y no tenía ninguna notificación, que pena y aburrido.

Observo como Aaron baja sin remera y con unos joggers color negro. ¿Ahora esto se convirtió en un lugar de fisicoculturismo? Literalmente.

Se acercó a mí y me dió un beso corto y rápido. Se hizo su café y extrañamente se sentó en la misma mesa de Luke.

—¿Fuí el único que escucho esos gritos?

Escupí el té y empecé a toser. ¿Por qué lo recordaste? ¡Tenía el 90% de la imagen eliminada de mi mente!

Luke me observó con una mirada amenazante y adviritiendome con ella que no debo decir nada relacionado a lo que pasó.

—¿En serio? Yo no escuché nada, debí estar 100% dormida por el alcohol, ¡que suerte!

Aaron me miraba confuso, ¿tan mal actuó?

—Luke.—Lo llamó Aaron.

—¿Qué pasa?

—Debes buscarte un departamento.

Llevo la misma cantidad de días (casi tres) y a mi no me ha hechado, me considero una privilegiada.

—¿Tan molesto soy? Hemos convivido años juntos y ya no me soportas, no me esperaba eso de tí hermanito...bueno, un poco así.

Mis ojos se perdieron en su cuerpo, él de Aaron por supuesto, mientras que tomaba pequeños sorbos de mi té.

—Tienes treinta y ocho años, tienes tu propio sueldo y la edad para vivir solo, tu hermanito no te mantendrá todo un mes.

—¡Solos nos llevamos cinco años!

—Cada año tiene 365 días—se detuvo por un momento mientras sus pupilas se movían—, si mis cálculos no fallan nos llevamos 1825 días, eso es una gran cifra.

Que rápido es a la hora de sacar un cálculo, yo necesito la calculadora incluso para hacer 2+2.

—¡Está bien! Pero debes esperar...

Era domingo lastimosamente, debería estar feliz por eso pero luego viene el lunes y se que tendré mucho trabajo ya que Bruno me envió una descripción muy detallada para su portada y si que quiere una complicada.

—Me iré.—Me levanté para ir a la habitación de Aaron y cambiarme.

—Te llevaré.

Me dí vuelta y negué:

—No te preocupes, pediré un taxi.

No insistió y avancé a dónde debía ir.

La ropa estaba arrugada y con un poco de polvo, pero desnuda no me podía ir y mucho menos con esta ropa que es el doble de grande que mi cuerpo.

Ambos seguían sentados y con el celular a todo brillo, me acerqué a Aaron y le di un beso en la boca y con Luke chocamos mejillas en modo de despedida.

—Estaré controlando tu ubicación.

Parece acosador pero no fué así, hoy en día un mujer sigue corriendo el peligro de ser secuestrada, si el conductor se desvía solo para tomar el camino corto nos asustamos y empezamos a arrancar nuestro pelo para dejar nuestro ADN...

Le sonreí en modo de agradecimiento ya que aprecio su preocupación por mí.

Esperé unos minutos que se me hicieron eternos pero finalmente un auto amarillo que aquí son los taxis llegó, era un señor grande pero era un tipo buena onda y con tan solo su buen trato me tranquilizó más. Mi vista no salía de la ventana, las estructuras y diseños de los edificios y casas son de otro mundo, tiene su toque antigüo pero moderno al mismo tiempo, desde el primer día que pise este hermoso país supe que no iba a volver a Italia, ni siquiera lo extraño.

Abrí la puerta de mi departamento, se que exagero pero me quedé casi tres días en su casa y empecé a extrañar las comodidades de mi pequeño espacio.

Hace varios meses tuve el deseo de adoptar un perro, específicamente el Golden retriever y es tan grande ese sueño que si o si debo cumplirlo, da igual cuando sea pero debe ser rápido. Mi departamento es pequeño para un perro relativamente grande pero me comprometo a sacarlo al parque y disfrute de algo grande.

La ansiedad ganó y abrí la computadora para iniciar mi investigación canina. Visité varios sitios webs dónde se compran perros de raza, llamé a varias de ella y conseguí una visita para esta semana.

Marqué el número de Aaron y esperé ansiosamente a qué atienda.

—¡Aaron!—Grité de emoción por la noticia que le daré y también porque contestó.

—¿¡Qué pasó!?—Preguntó preocupado.

Él estaba por decir algo pero dejé de escucharlo, me saqué el celular de la oreja y miré la pantalla, ¡me había quedado sin batería, mierda!

Que estúpida fuí al no revisar el celular, claro que iba a estar muerto si no lo cargue por dos días.

Lo dejaré cargando mientras labo esta ropa que huele a alcohol y tiene un par de manchas que me molestan. Me coloque la ropa más cómoda que tenía y me hice un rodete medio despeinado para que no se me pegue al rostro.

Querido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora