Capitulo 19 - Misión: Juntarlos

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Al despertarme solo ví el lado de Aaron sin él y todas las sábanas arrugadas. No se si está aquí o se fue a otra parte. Me levanté acomodé mi pelo despeinado y me fuí al baño. Buscaba un cepillo sin usar, no puedo aguantar ningún minuto con mal aliento. No encontré ningún y coloqué un poco de pasta en mi dedo.

Eran las diez de la mañana, pensé que era más temprano. Al bajar las escaleras no ví a nadie. Pero al acercarme a la cocina ví un cuerpo ancho y una espalda desnuda que no era la de Aaron. Me acerque a donde estaba para hacer un té.

—Buenos días.—Dijo.

—Igualmente.—Llené la taza con agua y luego la metí al microondas.—.¿Aaron?

—Se fué al gimnasio.

Después me dí cuenta que no tenía bra y solo tenía un calzon de Aaron, espero que no se haya dado cuenta.

Me senté y no lo espere. Tomé un sorbo y me queje porque me quemé el labio.

—¿Dormiste bien?—Preguntó desde el mismo lugar que lo encontré.

—Sí.—Si supiera cuántas horas dormí.

De pronto imaginé a Aaron en el gimnasio, con su cuerpo desnudo mientras hace pesas. Las venas notandose más que nunca y transpirando por todas partes.

Agarré mi celular y no tenía ninguna notificación de la de Aaron avisándome que se fué al gym.

No sabía que hacer, terminé el té, no está Aaron y solo está su hermano que por cierto es tan incómodo estar sola con él.

Se sentó en la misma mesa, dejando un primer plano de su pecho.

—Pudieron haber hecho un poco menos de ruido.—Se rió—.No me dejaron dormir. 

Si hubiese estado tomando mi desayuno estoy seguro que ya estaría en su cara.

Lo miré sonrojada, ¿tan fuerte fué?

—Lo siento...—Disculparme fue lo único que me salió, que vergüenza.

No sabía si ir a otra parte o dejar mi mirada en la mesa.

—¿Hace cuánto se conocen con Aaron?

—Hace unas semanas.

Tomó otro sorbo de su café.

—Nunca duró tanto con una chica, eres la primera.

Eso fue una sorpresa. ¿Soy la primera chica con la que dura semanas?

—¿Cómo es Australia?

—Nada del otro mundo. Es lindo, hay muchos animales en todas partes y eso es un poco molesto. Pero sus vistas y playas son del otro mundo.

No sería capaz de ir allí solo por sus animales, tranquilamente puedo salir corriendo al ver una mosca o cualquier insecto molesto.

—Hablame de Italia.

No me he llevado los mejores recuerdos de allí pero le hablaré del país de todas maneras no de mi vida privada.

—Es un lugar estructuralmente antigüo pero hermoso. Lo mejor de Venecia es ir en bote y pasar por el puente de los suspiros, más si tienes pareja, lo hace más romántico.

Parecía interesado, no sacaba su mirada de mí y su expresión cambiaba cada vez que decía algo.

—Las comidas son riquísimas y se disfruta cada bocado. Hay muchos museos que visitar, en lo personal se me hacen aburridos. La plaza de San Marcos es un lugar donde muchos turistas van y sin duda es increíble. De pequeña iba muchas veces allí hasta que crecí y las ganas desaparecieron.

—Parece incesante. ¿Por qué has venido aquí?

—Por un futuro.

De pronto escuchamos la puerta abririse, milagrosamente eran Aaron. Tenía su pelo mojado, una remera deportiva negra ajustada y unos pantalones sueltos color gris. Se acercó a mí y me dió un beso en la cabeza y a Luke ni hola le dijo.

—¿No vas a saludar a tu hermano mayor?—Estoy respondiendo en mi imaginación, pero ¿debería después de todo lo que le dijo?

Lo ignoró y se sirvió un vaso de agua.

—Cambiate, haremos algo.—Me dijo.

—¿No puedo acompañarlos?—Se auto invitó Luke.

Lo miró con unos ojos asesinos, no me estaba mirando a mi pero tenía miedo.

Su mirada se fue a mí y no sabía lo que quería.

De pronto tenía ambas miradas en mí.

—¿Qué pasa?—Observé asustada.

—Dejemos que ella decida.—Comentó Luke.

Me señale  y ellos asintieron.

—Esta bien, que venga.

Luke le dedicó una sonrisa burlona y Aaron lo miró con mala cara.

Fuí a su cuarto y él me siguió.

—¿Por qué aceptaste?—Cerró la puerta de un portazo.

Recogí la ropa del piso y le dí mi explicación:

—Primero que todo pregúntamelo bien.—Le advertí—. Segundo, deberían empezar a llevarse bien. Creo que Luke se mudará a Londres.

—Nunca me llevaré bien con el imbécil.

—¿Acaso vives en el futuro?

—No, pero no hay que ser del futuro para saberlo.

Gruñí.

—Ya vamos a ver. Veté, me voy a cambiar.

—Aurora, no es algo que no haya visto.—Guiñó el ojo.

Es verdad, da igual me cambiaré delante de él.

—Entonces, ¿a donde iremos?—Pregunté mientras me ponía el bra.

—A dónde tú quieras.

Me puse la remera blanca.

—No pienses que te devolveré tus calzones, has roto mis bragas por venganza.

—Te quedan mejor que a mí.—Me halagó.

Estaba lista, bajé para que Aaron se cambiará tranquilo. Luke también lo estaba, llevaba puesto una remera negra con cuello y unos joggers negros también.

Al notarme me miró de bajo a arriba y luego sonrió.

Esperé mirando el celular, nada interesante en las redes y mucho menos en mensajes. Ni modo, me sacaré una foto.

Sonreí y al presionar el botón Luke aparecé atrás y participa en la foto.

Lo miré y fruncí el seño.

De vuelta intenté pero me quitó el celular.

—¿Qué te pasa?—Pregunté enojada.

—Déjame sacarte una foto.—Posicionó el teléfono en modo vertical.

—No quiero.

Intenté quitárselo pero sus brazos largos no lo permitieron.

—Esta bien.—Acepté ya de mal humor.

Que incómodo.

Posaba y sacaba la foto. Así sucesivamente.

—Listo.

Las fotos estaban buenas y yo también.

Querido JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora