The Dancer - Juantin ot2023

12 - A beber

JUANJO

Estoy tan caliente que no sé ni como he tenido el autocontrol de parar las cosas en ese momento.

— ¿Qué pasa? — Murmura Martin, haciendo chocar su aliento con mi mejilla. Su voz suena como un murmullo lleno de miedo. 

Pongo un poco más de distancia entre nosotros y me despeino un poco el pelo, algo estresado. 

— Lo siento mucho, Juanjo. No tendría que haberlo hecho. — Dice rápidamente Martin, y sé que no deja de buscarme con la mirada por la forma en la que se ha acerca un poco más a mí. — Por favor no te enfades conmigo, podemos hacer como si anda hubiera pasado y seguir siendo amigos. — Insiste, bajando la voz. 

— ¿Te estás arrepintiendo de haberme besado? — Le pregunto, sin poder mirarlo a los ojos. 

Se hace un silencio algazara incómodo. Siento el corazón cada vez más acelerado y eso me deja claro lo indudable que es lo que siento por Martin.

— ¿Tú sí? — pregunta él, apoyándoselos contra la pared.

Alzo la mirada y en sus ojos solo veo preocupación y miedo. Se muerde el labio de forma nerviosa, cosa que me lleva a mirárselos. Y pensar que los acabo de besar. 

No soy capaz de decir nada, por lo que decido que no hay otra forma de contestarle, y si entonces es el quien se arrepiente, al menos me habré arriesgado y habré salido de mi constante zona de confort por alguien. 

Lo cojo de la nunca y lo acerco a mí, rozando nuestros labios. Su mirada cambia por completo a una más oscura. 

— ¿Quieres que te bese, Martín? — Susurro, volviendo a rozar nuestros labios, esta vez pasando un poco la lengua por su labio inferior. 

Un suspiro sale de sus labios mientras siento que le da un muy ligero escalofrío. No espero más respuesta por su parte y vuelvo a pegar mis labios a los suyos, con más intensidad. 

Rápidamente volvemos a pegarnos contra la pared y recorro su cintura por debajo de la camiseta. Su piel está fría y es muy suave. Se restriega un poco contra mí y sé que esto no puede seguir por lo que me vuelvo a separar de él. 

Me mira de nuevo, con esos ojos que parece que atraviesan el alma.

— Como sigamos así no habrá quien me pare. — Le respondo, dejando un último beso en su cuello y poniendo algo de distancia.

— ¿Y si no quiero que pares? — Pregunta, con ese tono de voz, que produce descargas en mi y que, por supuesto, va acompañada de una sonrisa pícara que me dan ganas de besar hasta saciarme.

Dejo una leve caricia en su mejilla antes de contestarle

— No juegues con fuego, Martín. — Me burlo, haciendo que ruede los ojos. — Si quieres ve entrando, necesito un piti. 

— Me puedo quedar. — Propone, aunque me sabe mal por él. 

— No quiero echarte todo el humo encima si sé que no te gusta. — Le digo, llevándome el cigarro a la boca. 

— No pasa nada, tampoco me va a matar. 

Me encojo de hombros y lo enciendo, no voy a ser yo quien niegue su compañía. Veo que abre la boca para decir algo pero acaba siendo interrumpido por David, un compañero de la facultad. 

— Bro, ¿como tú por aquí? — Me pregunta, chocándome la mano.

— Pues nada. — Le respondo, secamente. Yo quiera escuchar lo que Martin tenia por decir. David ni siquiera le mira.