26 - Paz

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MARTIN

Nunca había odiado a The Hooks, pero justo este domingo, escucharlos a todo volumen por la llamada entrante en mi móvil, me hizo detestarlos un poco. 

— ¿Qué? — respondo sin siquiera mirar quien es, no me gustaría maldecir a nadie de buena mañana. Le prometí al mundo ser más caritativo y mejor persona. 

— Alguien tiene mal despertar. — Canturrea Juanjo al otro lado del teléfono

Sonrío casi involuntariamente. Algo se remueve dentro de mi al saber que a estaba pensando en mí.

— Que te den. — Es mi repuesta real. Despertar no es mi fuerte, aunque creo que a estas alturas ya ha quedado claro. 

— ¿Me das tú? — Pregunta, con ese tonto que tanto me gusta.

— Ya te gustaría. — Le respondo riendo, aun con los ojos cerrados. No le he colgado aun porque es él, de ser cualquier otrora persona aun hubiera antepuesto mi sueño reparador.  Pero no se lo digo, porque sino se sube.

— No te lo niego. — Dice, y ya me lo puedo imaginar con esa sonrisa preciosa que tiene, tan suya y tan única.

Joder, alguien se ha despertador hormonal. 

— Me has despertado. — Le digo con mi voz de niño pequeño, tratando desviar el tema antes de empezar a ponerme más nervioso. 

— ¿Y?

— Qué sinvergüenza. Me vuelvo a dormir. — En realidad no tengo ninguna intención de colgar y perderme estar escuchando su voz durante un rato. 

— ¿No me invitas? 

— Gánate la invitación. — Lo reto, burlón. 

— Joder, si que se te ha subido que te dijera que me gustas. — Suelta entre risas, este chico no es más egocéntrico porque no le cabe en el cuerpo. — No te flipes tampoco bohemio. 

— ¿últimas palabras?

— Que me abras la puerta. 

Me quedo paralizado, ¿está aquí?

Me levanto de golpe, mareándome un poco ante el proceso. 

—  ¿También me tengo que ganar que me abras o qué? — Dice con tono impaciente. 

No quiero ser juzgado, pero de lo s nervios le acabo colgando y corro hacia el baño a lavarme la cara y tratar de peinar el nido de pájaros que tengo por pelo. Me da igual hacerle esperar o que ya me haya visto recién despierto, tampoco es para exhibirme así.

Cuando ya me considero liso voy a abrir la puerta. 

— Qué gran recibimiento. La espera ha valido la pena— Suelta, recorriéndome del cuerpo con la mirada.

Efectivamente, se me había olvidado el detalle más importante. Vestirme. 

Los ojos de Juanjo recorren mi cuerpo, cubierto únicamente por un bóxer, y ante su mirada siento el calor subirme por las mejillas. Estoy por cerrarle la puerta en la cara pero es más rápido y pasa, dejando un beso en mi sonrojado moflete. 

— He llamado a Ruslana y me ha dicho que seguías durmiendo, dice que ha dejado su nueva receta en la nevera y que la pruebes.

— ¿O sea que me has desperado a sabiendas de que estaba dormido? — Me indigno, siguiéndolo hacia la cocina. Como si fuera su casa. 

— Algo así. 

— No te estas ganando un invitación a mi cama. — Le digo, cruzándome de brazos. Suelta una risita y deja las bolsas que lleva en la encimera. Antes de girarse de nuevo y volver a mirarme de arriba a abajo. Se pasa la lengua por los labios y sé que con siga mirándome así caeré a sus pies.  

The Dancer - Juantin ot2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora