Cuando hayamos cruzado tú y yo el negro velo,
¡Oh! el mundo impasible continuará su ronda;
nuestra venida y vuelta le darán tal recelo
como al mar si le arrojas un guijarro del suelo.
("Cuando hayamos cruzado", Omar Khayyam)
"―¡Por mi espíritu, que esta vez no hay quien te salve, Espectro malnacido!" ―grita el de la cabellera como ala de cuervo. Enardecido, como siempre.
La voz familiar de su compañero no lo ayuda a tranquilizarse. Ni aunque lo ha escuchado despotricar casi desde el momento en que abrió los ojos para encontrarse en quién sabe dónde.
Al contrario.
Que el muy patán ahora mismo esté echando serpientes por la boca no hace más que acicatearle la furia. Una furia recalcitrante, prendida con clavos afiladísimos, que le carcome el corazón al de los cabellos cobrizos.
Aún no ha superado el estupor de tomar conciencia y encontrarse allí.
Allí... ¿dónde? Por mucho que se esfuerza, no se libra de sus primeros pensamientos dispersos: ¿Por qué de pronto está en este lugar desolado, lleno de espíritus, y no en la Atlántida, ante Seraphina?
¿Dónde está la dulce Seraphina, devenida en autómata por la desesperación de su hermano?
¿Dónde el triste Unity, arrastrado a la locura por la pérdida de quien amó?
¿Dónde está K...?
―¡Valga el diablo si esto no significa que hemos perdido la maldita guerra...! —sigue el otro despotricando—. ¡Me cago en todos los dioses...!
Ah. Ahí está. Menos mal que no se ha extraviado. Anotado verificar su estado de salud: no lo ha revisado en... ¿horas?
De hecho... ¿qué acaso no está muerto Kardia? Recuerda que dejó de sentir su cosmos en la Atlántida...
»¡Te lo estoy diciendo, te lo estoy diciendo, pero no me oyes sin los malditos quevedos! ¡Que nos han cargado la maldita guerra! ¡Y hemos perdido de un modo tan categórico y ridículo, que ni siquiera se han acordado de venir por nosotros para torturarnos!
No, no. No hay que verificar un rábano. A que se encuentra perfectamente el muy cretino si está de humor para soltar tantas burradas.
»¿Dónde está? ¿Dónde está mi Sasha? ¿Qué me le han hecho? ¡Que le devanaré el alma al menguado que me le haya puesto un dedo encima! ―se desgañitó el de Escorpio con el ánimo erizado, ya que no el aguijón.
Y no. Ni rastro de la pequeña Sasha. Pues por mucho que busca y rebusca, no hay allí nada ni nadie que se parezca a Ledi o a alguno de sus hermanos.
¿Dónde es allí?
La aparición de una figura familiar, portadora de una larga túnica oscura ornada con una estola roja, les distrajo la atención del árido panorama.
Se le quedó mirando fijo, cavilando sobre lo que veía y lo que recordaba del pasado inmediato. ¿Por qué lucía este Espectro tan... enclenque, en relación con lo que recordaba de hace unas horas? ¿Y tan confiado? ¿Y tan apacible?
¿Dónde quedó la perversa animosidad? ¿Dónde quedó el cinismo del maldito Juez cuando se burló de su misión y sus empeños?
Un frío distinto del que solía producir se apoderó de su espíritu cuando la ira le rebasó su comedimiento ordinario. Que ese... cabrón engendro del averno se paseara sin cuita alguna y hasta pusiera cara amable le arrancó la cordura.
ESTÁS LEYENDO
Nada sucede dos veces
Fanfiction"Lo único que ruego a mi pequeña Diosa es que tenga la bondad de dejarme morir primero", leyó Milo en el diario de Kardia, mientras se documentaba sobre los dos santos perdidos en la Atlántida durante la guerra que marcó la juventud de Shion y Dohko...