Capítulo 4. Luz tenue.

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Jimin inspeccionó en la oscuridad, examinando si debería arriesgarse e intentar escapar con Jin. La lucha parecía haber cesado, pero no estaba seguro de quién se había proclamado vencedor. Una sombra alta apareció entre los árboles. La luna lo iluminó al avanzar hacia el claro, eliminando toda duda de que la enorme constitución que percibía era la de Jeon Jungkook.

Con la camisa empapada de sangre, Jimin se alarmó.

—Estás herido —dijo con voz entrecortada mientras emergía de su escondite con Jin enganchado.

—Te advertí que los hombres de mi padre te abrirían en dos —dijo Jin con profunda satisfacción—. Ya te dije que os descarnarían...

—Namjoon, suelta a Jin y tráelo —ordenó Jk con brusquedad.

—¿Por qué? —preguntó Jin de repente invadido por los nervios.

—Vas a reparar el daño que los hombres de tu padre nos han hecho—le informó Jungkook.

—¡No lo haré! —gritó mientras Namjoon cortaba la cuerda que lo unía a Jimin.

—Perdóname, dulce Bello, pero será más inteligente por tu parte hacer lo que diga Jeon —le aconsejó Nam, llevando a Jin hacia Jk—. Y cuando termines, tengo un arañazo en el brazo que necesita ser atendido también.

—Y yo tengo un corte en la cabeza —añadió Hoseok.

—¡No os ayudaré! —vociferó con furia—. ¡Espero que os desangréis hasta la muerte, montón de basura, ladrones y viles asesinos!

Jk se quitó la camisa dejando ver una herida palpitante que le cruzaba la parte superior del pecho.

—Me la coserás tú —le ordenó—. Ahora.

Jin echó un pequeño vistazo a la sangre que le goteaba por el torso y de repente se desmayó.

Hoseok rió a carcajadas.

—¡Parece que la lengua del joven es más fuerte que su estómago!

—Está fatigado —protestó Namjoon tomando con delicadeza en sus brazos el cuerpo desfallecido de Jin—. Ha tenido un día agotador.—Cruzó el claro y lo dejó sobre una capa de musgo. 

Jk sacudió la cabeza con disgusto. —Muy bien, entonces, brujo —dijo fijando la vista en Jimin—, ahora tienes la oportunidad de demostrar tus especiales dotes curativos.

Jimin se echó hacia atrás, su mente acelerada. 

¿De dónde habría sacado Jeon que tenía poderes curativos? Aunque su madre había sido una curandera experimentada, el padre de Jimin le había prohibido practicar aquel arte, por miedo a que atrajera la atención hacia él y diera motivos para que alguien lo acusara de poseer habilidades sobrenaturales. A pesar de entender la preocupación de su padre, Jimin había pasado muchas horas en secreto estudiando con atención las notas manuscritas de su madre. Aunque había encontrado esos estudios fascinantes, nunca había practicado las técnicas de su madre con nadie. ¿Cómo demonios se suponía que tenía que curar una herida de batalla?

—Si te mueves con esa lentitud, me moriré antes de que te acerques—se quejó Jeon con ironía mientras se echaba en el suelo.

—Perdóname —se disculpó acelerando el paso.

Se arrodilló junto a él y se mordió el labio. Un corte tan largo como la palma de su mano le cruzaba la parte superior del pecho. La sangre le salía a borbotones y le caía por la parte delantera dando la imagen de que lo habían partido en dos.

—Creo que parece más grave de lo que es —murmuró intentando darse más ánimos a sí mismo que a él. Tocó con cuidado los bordes descarnados de la llaga para calcular la profundidad y un torrente de sangre salió despedido haciendo que apartara con rapidez la mano.

Mí Hechicero. (Kookmin +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora