Capítulo 27. Te amo.

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La lluvia cortante arremetía contra ellos cuando Jk lo acunó en sus brazos, empapando sus cabellos, su piel y sus ropas; él se inclinó para protegerlo, aunque en vano, de la lluvia, el frío, la noche, de cualquier fuerza oculta que pudiera pretender herirlo o robárselo.

No sabía cuánto tiempo llevaba abrazado a Jimin. Cuando la voz de Namjoon finalmente penetró la dolorosa niebla en su cerebro, la muralla principal estaba prácticamente desierta.

-Llevémoslo dentro, Jungkook -estaba diciendo Hoseok, posando su mano sobre el hombro de Jk-. Vamos.

-La batalla -murmuró Jungkook atontado.

-La batalla se ha terminado -dijo Namjoon-. Todo el mundo está a salvo y ha dado cuenta de ello, incluido el perro de Garrick. He apostado hombres para que vigilen desde las torres por los posibles disturbios, aunque Agust tiene poco que hacer en tanto esta lluvia siga rugiendo. Sólo para asegurarnos, todo el clan pasará la noche en los confines del castillo. No hay nada más que hacer por esta noche, Jeon. Vamos.

Mareado y desorientado, Jungkook se puso en pie, sujetando aún su preciada carga con firmeza contra él. Jimin tenía los ojos cerrados, pero su cuerpo no estaba rígido.

-No está muerto -dijo abatido, mirándolo.

-Creo que se ha desmayado -le dijo Namjoon-. Lo has tenido mucho tiempo sujetándolo aquí fuera.

-Sí -asintió Jimin, la línea caliza de su labio apenas moviéndose-. Pero tengo mucho frío, Jungkook -sus grises ojos se abrieron y su mirada tenía una claridad serena que había estado completamente ausente cuando lo miró justo antes de caer-. ¿Podríamos ir dentro?

Él lo atrajo más contra su pecho mientras lo llevaba a lo largo de las almenas y bajaba las escaleras hacia el pasillo. Ni Hoseok ni Namjoon hablaron al atravesar el vestíbulo iluminado con antorchas, el único sonido era el del chapoteo de sus prendas empapadas, que iban dejando un riachuelo de agua sobre el suelo de piedra a medida que avanzaban.

Jk no se detuvo en la habitación del final de la agonía de Flora, sino que continuó hasta su propia alcoba. Llevó a Jimin dentro y cerró la puerta ante la expresión de confusión de Hoseok y Namjoon. No le importaba lo más mínimo lo que pensaran de él por meter a Jimin en sus aposentos. No le importaba en absoluto lo que pensara nadie. Jimin era de él, y pertenecía a ese lugar, junto a él. Lo colocó en una silla ante la chimenea, apiló con rapidez un montón de ramitas y leña seca. Lo encendió con una de las velas llameantes de la habitación, observando impaciente cómo las llamas ambarinas empezaban a ondularse y crepitar. Cuando el fuego ardió impetuoso, añadió varios troncos de madera a la pira, garantizando que su calor durara varias horas. Acto seguido se volvió hacia Jimin.

-Debemos quitarte esa vestimenta mojada antes de que mueras congelado.

Jimin obediente se levantó y comenzó a quitárselo.

Jungkook se dirigió a la cama y la despojó del tartán que la cubría; luego con apremio lo rodeó con su cuerpo mientras su camisa negra y la combinación caían sobre sus pies desnudos.

-Ya está. -Él lo frotó con el tartán suave, intentando devolver la circulación y el calor a su helado cuerpo-. ¿Te encuentras mejor?

Jimin lo miró en silencio, paralizado.

Las líneas del bello rostro de Jungkook estaban profundamente marcadas bajo la luz parpadeante del fuego, haciéndole parecer mayor de lo que era. Su cabello oscuro fluía con el resplandor tenue del satén húmedo sobre sus hombros; parecía no advertir que su camisa y pantalón junto con su tartán reposaban fríos y húmedos contra su propia piel. Su tacto era dolorosamente tierno mientras lo calentaba con sus manos, la caricia firme y segura de un hombre que estaba acostumbrado a atender a alguien débil.

Mí Hechicero. (Kookmin +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora