Capítulo 9. Hagamos un trato.

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El reducido grupo asimiló la información conmocionado y en silencio.

Sólo Morag aparentaba estar serena.

—¡Bien, yo lo encuentro fantástico! —declaró Owen, de repente radiante de felicidad—. Han pasado muchos años desde que nosotros, los Jeon's, estuvimos por última vez involucrados en una buena guerra de clanes.

—No veo lo fantástico del asunto —refunfuñó Lachlan con tono mordaz—. Es probable que nos abran a todos en canal y nos destripen aquí mismo.

—Iré enseguida a buscar mi espada y mi escudo —dijo Reginald. — Esos diablos astutos de los Min's pueden atacar en cualquier momento.

—No creo que hoy necesitemos preocuparnos por un ataque —dijo Jk—. Nos encontramos con unos cuantos de camino aquí y nos ocupamos de ellos con rapidez. Pasará un tiempo antes de que los nuevos refuerzos aparezcan por aquí... Si es que laird Min decide continuar con el asunto.

—Tendrá que hacerlo, joven —le aseguró Owen—. Es una cuestión de honor. Después de todo, le has robado su brujo.

—¿Estás segura de que es un brujo, Morag? —preguntó Lachlan, examinando a Jimin con recelo—. No parece que le moleste todo este humo.

—Hoseok, Namjoon y Ned pueden los tres dar fe de sus poderes — repuso Morag—, ¿verdad?

—¡Aja! —exclamó Hoseok, asintiendo—. Una noche, de camino aquí, provocó la furia de los espíritus, él mismo.

—Nunca he visto nada parecido —añadió Namjoon—. En el transcurso de dos minutos se desencadenó una tormenta violenta y acto seguido la noche se quedó en la calma más absoluta.

—¿Es cierto? —preguntó Owen claramente impresionado—. ¿Puedes hacer eso para nosotros, joven?

—No veo de qué nos puede servir eso —subrayó Lachlan, con ceño fruncido—. Provocar una tormenta en medio de un día perfecto.

—Pero sería divertido —dijo una voz suave.

El hombre que entró al hall sonreía, pero cuando fijó los ojos en Jimin su boca se contrajo ligeramente, como si hubiera saboreado algo amargo. Sin embargo, se repuso con rapidez y procedió a atravesar la habitación. Era extraordinariamente atractivo, con cabellos castaños oscuros como las almendras que le caían por su exuberante cuello curvilíneo. Sus movimientos reflejaban una elegancia serena, pero Jimin percibió que su andar tenía que ver con el hecho de que todos los ojos estaban clavados en su persona y él estaba disfrutando con ser el centro de atención.

—Bienvenido Jungkook —murmuró deteniéndose justo delante de él—. Te hemos echado de menos. —Arrugó la frente al ver el vendaje deshecho, que era lo único que le rodeaba su pecho desnudo—. ¿le han herido gravemente?

—No, Taehyung —le aseguró—. Es apenas un rasguño.

Jimin notó que el traje que llevaba el hombre era una camisa escotada y una pizca demasiado apretado, de forma que la tela se ceñía con tirantez sobre el pálido pecho semidescubierto. No obstante, no estaba desteñido ni rasgado, sugiriendo que ese efecto era intencionado. Por alguna razón esa observación lo irritó. Lo invadió una imperiosa necesidad de agarrar un tartán y cubrirse.

—Así que este es el brujo —observó Taehyung al tiempo que se volvía hacia Jimin y sonreía, pero aquella no era una sonrisa abierta. Fijó sus ojos en los brazos desnudos de Jimin, advirtiendo que la tela de su camisa coincidía con la del vendaje de Jeon. Ahora que se encontraba más cerca, Jimin pudo percibir unas finas líneas bajo sus ojos, revelando que debía estar más cerca de los veinte y tantos, de lo que había pensado en un principio

Mí Hechicero. (Kookmin +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora