Capítulo 7. Florece, Flora.

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Se tumbó y contempló el fúlgido manto de la noche, vagamente consciente de la humedad de la tierra y del aire frío impropio de esta estación. Nunca le habían preocupado las incomodidades, y aquella noche estaba demasiado preocupado para prestarles ninguna atención.

La estrella de Flora estaba más pequeña esa noche y la luz que emitía era triste y fría. Al principio, Jungkook tuvo dificultad para distinguirla entre las definas. Se había preguntado si estaría tan dañada por su traición que no aparecería ante él. Si era así, no la culparía. Pero transcurrido un buen trato, después de que el campamento retumbara con el sonido de los durmientes, encontró finalmente un pálido destello en un lejano extremo del cielo.

Por supuesto, sabía que el espíritu de Flora no habitaba realmente en aquel brillante lucero de plata. El alma de ella lo rodeaba por completo, observándole mientras intentaba con todo su ser vivir el resto de su destrozada existencia sin ella. La noche que su frágil mujer murió, Jk había deambulado a ciegas hacia el patio, encolerizado con Dios, maldiciéndole por haberle robado a la mujer que le importaba por encima de la vida. 

Había rugido hasta el límite de sus pulmones, despertando a todo el clan mientras intentaba en vano librarse del dolor que le desgarraba. Y en medio de la furia y la desesperación, de repente, advirtió una diminuta y brillante estrella que no había estado allí antes. Le había sorprendido tanto que fue de inmediato a ver a Morag, la vidente del clan, y le preguntó qué significado tenía. La sabia anciana le aseguró que era una señal de que Flora le estaba observando.

Desde aquella noche en adelante, Jk nunca se acostaba sin antes buscar la estrella de Flora en el cielo.

«Perdóname, amor mío. No significó nada.» 

Entrelazó los dedos detrás de la cabeza y suspiró. No dudaba de que ella le creía. Flora era la más sensible de las mujeres y nunca le imaginaría capaz de hacer nada que no fuera honesto. A pesar de todo, su confesión no le aliviaba el remordimiento. Había traicionado a su amada esposa y no sabía cómo redimirse de aquel acto imperdonable.

Cuatro años no era demasiado tiempo en realidad, apenas una gota en el océano del tiempo y con toda certeza no el suficiente para aliviar su sufrimiento. En un principio estaba demasiado enfurecido con Dios para cumplir con sus deberes como laird y como padre.

¿Qué clase de Dios le podría bendecir con una fuerza inagotable y una salud de hierro, mientras lentamente absorbía la vida de su inocente mujer? Flora había sido tan adorable como una flor, y tan delicada.

Cuando Jungkook la conoció en tierras de los Kim, ella no sabía que era el jefe de los Jeon. Una niña alegre de tez sonrosada, ojos sonrientes y con cabellos del color del fuego, que desdeñaba sus arrogantes insinuaciones con su agudo ingenio y comportamiento descarado. Jungkook, que estaba acostumbrado a que las mujeres y hombres se rindieran a su paso, estaba completamente encantado. Cortejó a Flora con una paciencia y determinación que desconocía poseer, finalmente ella le recompensó con su amor.

La llevó consigo de vuelta a su clan siendo ya su esposa y un año más tarde nacería su hijo, llenando su vida por completo.

Pero tras el nacimiento de David, Flora perdió un niño y luego otro, perdiendo cada vez un poco más de su color y fuerza. Empezó a lamentarse de dolores internos y debilidad, encontrando apenas la energía para levantarse de la cama. Embargado por la preocupación, Jk mandó a buscar a los curanderos más prestigiosos de Escocia, que no escatimaron esfuerzos ni gastos mientras la sangraban, purgaban y le hacían beber todo tipo de pócimas repugnantes. La pobre Flora soportó el sufrimiento con valentía, aunque Jungkook sabía que lloraba a menudo por las noches cuando creía que él dormía. 

Mí Hechicero. (Kookmin +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora