Capítulo 3. De nuevo un prisionero.

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Jeon y sus hombres habían cabalgado sin cesar durante varias horas sin hablar ni una sola vez durante el trayecto. Jimin encontró el ritmo agotador, pero su cansancio no era nada comparado con el regocijo que le producía el sentirse libre. 

Había girado la cara contra el viento sintiéndolo soplar con delicadeza contra él, llevándose el hedor a humo, muerte y odio; eliminando incluso de sus sentidos el aire cargado de los calabozos del castillo hasta que sólo fue consciente de la cálida noche de verano y de la libertad que se extendía a su alrededor a cientos de kilómetros. Se había mantenido pegado a él, sujetándose con fuerza a Jeon Jungkook y jurándose recompensar de cualquier manera a este loco y magnífico laird que había arriesgado todo por su vida.

Eso fue antes de que lo bajara con brusquedad del caballo, le atara sus doloridas muñecas y lo sujetara contra un árbol junto a Jin.

—¡No puedes tratarme así! —dijo Jin con un bramido luchando contra las ataduras—. ¡Soy el hijo de laird Min Cedric! ¡No podéis dejarme aquí atado junto a este brujo!

—¡Por todos los santos, Namjoon! ¿No puedes hacer que se calle? — refunfuñó Jeon.

Este sacó una torta de avena de su alforja y se acercó lentamente a su prisionero.

—Debes estar cansado, mi joven Bello —remarcó con tono cordial—, y apuesto que también hambriento.

—¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo, bruto salvaje? —dijo Jin encolerizado—. ¡Te odio!

—Bello, me hieres —le contestó Nam con aire de herido—. Nunca tuve intención de hacerte daño.

—¡Mentiroso! —le hizo callar—. Una palabra de tu loco jefe y como un salvaje me hubieras cortado el cuello.

—Jamás —protestó con tono tranquilizador—. Tu cuello es demasiado adorable para estropearlo. Aquí tienes, te he traído algo para comer — añadió ofreciéndole la torta de avena.

—¡Antes me tragaría el más repulsivo y fétido de los venenos que aceptar algo de un granuja grosero como tú! —le aseguró con arrogancia— ¡Y cuando los hombres de mi padre lleguen, disfrutarán abriéndote lentamente para que puedas ver tus calientes y sangrientas entrañas salir una a una empapadas y vaporizarse al tocar la tierra helada!

—Una imagen muy alentadora, sí señor —comentó Namjoon asombrado—. ¿Has visto de verdad alguna vez cómo lo hacían?

—¡Docenas de veces! —le espetó—. ¡Después te despellejarán, te cortarán en pedazos y luego se los echarán de comida a los lobos!

—Bien, eso no tiene mucho sentido, dulce Bello —remarcó haciendo un gesto negativo con la cabeza—. ¿Por qué iban a tomarse la molestia de despellejarme si van a cortarme en pedazos?

—¡Lo harán porque me divertirá verlo a mí! —le replicó a voces. 

El ruido era como si estuvieran martilleando en la cabeza de Jungkook.

—Namjoon —empezó Jk con la voz tensa—, no puedo soportarlo más.

—Toma un poco de tortita, mi joven laird —le sugirió Nam intentando tentarle con la galleta—. Te sentirás mejor si comes algo.

—Ya te lo he dicho —estalló con furia Jin—, antes me tragaría...

—Veneno —terminó Namjoon introduciendo un buen trozo de torta en su boca, haciéndolo callar con éxito.

—Es una pena que no tengamos un poco —dijo entre dientes Jk.

—Así es, muy bien —continuó Nam mientras Jin se esforzaba por masticar la torta reseca—. Esto te tendrá ocupado por un momento al menos. ¿Y qué hay de ti, bello Jimin? —dijo moviéndose ahora hacia el lado del árbol en el que se encontraba él—. ¿Te gustaría tomar algo?

Mí Hechicero. (Kookmin +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora