· D o s ·

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🎶 A place in this world 🎶

"Don't know whats's down this road, I'm just walking"

(no sé que hay en este camino, solo estoy caminando)


No sabría decir en qué momento de mi vida empecé a odiar a Adrien Hall, porque prácticamente siempre ha estado en ella. Es el mejor amigo de mi hermano junto con Finn, pero a éste último no lo conocimos hasta que se mudó con sus padres cuando Gabriel empezó el instituto.

Los tres se pasaban prácticamente cada tarde en casa jugando a la play o comiendo la repostería que cocinaba mi madre. Eran cuatro años mayores que yo pero siempre me dejaban estar a su lado, hasta que se convirtieron en adolescentes. Comenzaron a echarme y a decir que molestaba. ¡Ni que sus conversaciones fuesen tan interesantes!

Yo solo quería estar allí porque Finn me gustaba. Me ayudaba a quedarme con el trozo más grande de bizcocho y me enseñaba a hacer trampas en la play.

En cambio Adrien... Comenzó a llamarme polilla de forma desagradable porque decía que era molesta como un bicho y que siempre estaba encima de ellos.

Mentira podrida. A él no quería ni verlo. El que me interesaba era Finn.

—Tú... —susurro al notar que no aparta los ojos de mí.

La sonrisa de Adrien crece hasta mostrar sus dientes, pero hay algo en su expresión que delata la sorpresa.

—¿Qué haces aquí? —Pregunto sin poder contenerme.

—¿Qué haces tú aquí? —Suelta Ethan al mismo tiempo.

Me fuerzo a ser la primera en apartar la mirada y me giro directamente hacia mi hermano. De pronto parece estar profundamente interesado en la carta que tiene entre las manos.

—¿Habéis visto que también hacen lasaña casera? Quizás deba probarla.

Frunzo el ceño y paso la mirada a Finn, pero no le da tiempo a disimular. Se vuelve hacia mi hermano, después hacia Adrien, finalmente a mí y suspira antes de preguntar:

—¿Sorpresa?

Aprieto los labios y Adrien no dice nada. Se limita a encogerse de hombros y tomar asiento en el único lugar libre de la mesa: a mi lado.

Soy plenamente consciente de cómo su hombro prácticamente roza el mío, y de pronto la amplitud de la mesa se me hace mínima. Si respiro seguro que le toco.

Mi hermano decide dar paso a las explicaciones.

—Gia, Adrien ha empezado a trabajar en un hospital en el centro hace unas semanas —me explica primero y luego se vuelve hacia su amigo—. Adrien, Gia acaba de mudarse a la ciudad.

El susodicho se vuelve hacia mí con la cabeza ladeada.

—Así que te has mudado a Nueva York. ¿Y ese cambio de planes?

El tono amargo de su voz es demasiado llamativo como para dejarlo pasar y la sangre hierve en mi interior.

—¿Por qué lo dices?

—Tenía entendido que tu fabuloso novio te había conseguido un buen puesto en la empresa de su familia.

Apenas puedo tragarme la sorpresa. ¿Cómo narices se enteró de eso? Pero al mirar hacia Gabriel me doy cuenta de que probablemente se lo haya contado él.

Decido regresar al ataque con Adrien.

—He cambiado de opinión. ¿Algún problema?

—No, mera curiosidad. Para alguien que ha conseguido un buen empleo con tanta facilidad nada más terminar la universidad... Supongo que está bien eso de tener contactos.

Un Inesperado NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora