· Seis ·

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🎶 Change 🎶

"Tonight we'll stand, get off our knees,

fight for what we've worked for all these years"

(Nos levantamos,

peleamos por los que hemos trabajado todos estos años)


Agatha es muy clara respecto al apartamento. Debemos enviarle nuestra información y el propietario escogerá al mejor candidato. Tenemos hasta el final de la semana para hacerlo.

Sin embargo, existe un problema un poco mayor: ya no solo compito contra Adrien. Hay otras tres personas interesadas que también entrarán en el juego. Al final, puede que ninguno de los dos consiga el apartamento.

F.

—¿Qué tal ha ido el día?

Sonrío a Finn y me encojo de hombros. Me está ayudando con la cena de esta noche. Desde que llegué al piso me he hecho cargo de la comida. Ya estaba acostumbrada porque siempre cocinaba en la universidad, pero además aquí me hace sentir útil. Es una forma de devolverles el favor por dejarme estar en su casa estos días.

Ahora mismo estamos haciendo chili con carne.

—Agridulce —contesto al cabo de un rato.

Creo que no podría haberlo descrito mejor.

—¿Qué es eso que estás cocinando?

La voz de Adrien me sobresalta. Se ha pasado las últimas horas de la tarde sentado en el sofá, metido en sus asuntos. En realidad, tiene un aspecto bastante pensativo, porque ni siquiera está viendo la televisión. Por eso me sorprende cuando aparece a nuestro lado.

—Comida —contesto.

—No jodas, y yo que pensaba que estabas preparando tu próxima pócima de bruja.

Me vuelvo hacia él con el ceño fruncido, pero no voy a dejarle ganar, así que me esfuerzo en suavizarlo y con una sonrisa de lo más dulce replico:

—Esa la tengo ya lista en un lugar especial. Un brebaje idóneo para espantar a idiotas como tú.

—¿Sí? Pues debes de ser una bruja nefasta porque no veo que esté funcionando.

Mi sonrisa flaquea y la suya asoma. ¿Qué ha querido decir? Pero no llego a averiguarlo porque Finn nos interrumpe para tratar de evitar un conflicto inmediato.

—Chicos, haya paz, por favor.

Decido morderme la lengua por él. No se merece soportar otra de nuestras peleas que, dicho sea de paso, son más bien indirectas cargadas de odio. Como flechas en llamas, las lanzamos directas hacia el otro para ver quién se quema primero.

Adrien toma una cucharilla del cajón y en cuanto intuyo sus intenciones me lanzo directa a pararlo.

—¡Ni se te ocurra probarlo todavía! —exclamo.

Sin embargo, me ignora totalmente. Me abalanzo sobre él para apartarlo, pero se limita a poner una mano sobre mi hombro y frenarme. Hunde la cuchara en el puchero humeante, sopla y lo prueba.

Después arruga la nariz y me suelta.

—Está soso, polilla.

Increíble.

—Pues no lo comas.

—También le falta picante.

—Tranquilo, echaré uno muy especial en tu plato.

Un Inesperado NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora