Epílogo

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Todo había acabado al fin.

La Guardia y el Cuerpo de Melóforos sufrieron bajas por heridas mientras operaban en la lucha de las bandas criminales.

Los reportes ascendieron a veinte mil heridos, mientras que la batalla dejó al menos a más de setecientos muertos, el epicentro de la batalla contendida entre los líderes de las bandas criminales fue puesta bajo vigilancia de todas las autoridades pertinentes, la planeación y el arreglo se volvió prioridad mientras que casos de asesinatos y desapariciones fueron desveladas poco a poco.

Tras el funeral de Dimitri Mendelev, perteneciente a la editorial del Eje Medio, se desvela intrincadas conspiraciones políticas de las que había tenido que callarse por más de diez años, una gran cantidad de gente poderosa dentro y fuera de la política de la nación fue investigada y con hechos se determinó que estuvieron involucradas tanto en blanqueo de capital, como en asesinatos y secuestros de índole política.

Esto llevó a una caza masiva entre los involucrados en todo el país llevada a cabo por el Sashem del Cuerpo de los Melóforos, Marco Dugatti, participando también Julio Svencho, quien al terminar el conflicto tomó el puesto de Sashem de la Guardia.

En medio de todos estos días caóticos, y liberándose por los pelos de estos problemas, con su hermano en prisión por cargos pertenecientes a una banda de criminales, Abdel Montenegro yacía tirado en parque de la ciudad, o al menos lo que quedaba de ello.

Viendo hacia el cielo nublado con probabilidades de lluvia, y escapando de las preguntas de su hermana, Yla, ahora se encontraba en grandes encrucijadas que nunca pensó en tener tras la batalla.

— Entonces aquí es donde estabas.

La voz tranquila y reconocible de una chica lo despertó de su trance mirando hacia tierra firme.

Una chica castaña de cabello corto hasta los hombros y teñido de plateado, lo miraba con sus ojos color avellana que exudaban un gran instinto asesino que le puso la piel de gallina a Abdel.

— Tami...

Reaccionando ante su aparición, se sienta en la silla, donde se había recostado para ver mejor el cielo, y la invita a sentarse a su lado con el lenguaje corporal de su cuerpo.

Esta de brazos cruzados, sosteniendo un paraguas pequeño en sus manos y vistiendo un suéter sin mangas, dejando ver algunas cicatrices cerca de los hombros, cambia su expresión a uno más suave para sentarse a su lado mientras suspira.

— Naliana desapareció — Menciona sin más — No aparece en ningún lugar, nadie la vio luego de la lucha, y la acabo de agregar en la lista de desaparecidos. Nada tiene sentido.

— Ella lo quiso así — Las palabras de Abdel eran claras y directas al respecto de la situación. Aunque el rostro amargado de Tamil lo volviera a atacar, por dentro, sabía que realmente ella lo quiso de esa forma — No se despidió, no se acercó a nosotros, ni siquiera nos habló. Estoy seguro de que quería vengarse de Hugo, y al lograrlo Jessica no estaba, Reymond en prisión... seguro que se sintió vacía por dentro. Quizá eso la hizo separarse de nosotros.

— Tras la muerte de Jessica, no pude decirle nada. Me sentí tan mal por ella, pero me aparté y le di su espacio pensando que no deseaba la lastima de nadie. ¿Acaso hice mal esa vez y debí acercarme a ella?

— Lo hiciste bien.

Abdel respondió, aunque eran los pensamientos de Tamil, sentía que esas palabras definían lo que sentía. La culpa y los arrepentimientos eran el coctel perfecto para la depresión.

Había visto una forma de tristeza en Elián en medio de la batalla, incluso sintió su frustración e ira tras descubrir a su madre muerta. Nunca lo vio llorar su memoria, y solo observó cómo se alejaba en sus propios pensamientos que no compartió con nadie más.

Destello del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora