Capítulo 5: Declaración de guerra

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Llegó la mañana y se levantó, su madre ya no se encontraba en la casa. Su trabajo empezaba a las 7:00 pm, por lo que siempre salía más temprano. Él se levantaba más tarde, ya que solo se bañaba, vestía y comía de camino a la academia.

Y eso hizo.

Llegó a la academia con su camisa por fuera, su corbata sin atar en su cuello y con ojeras del tamaño de un elefante bajo sus ojos.

— ¿Acaso te regañaron ayer? — Escuchó el peliazabache detrás suyo.

— Gracias por el apoyo incondicional ayer — Le dice al moreno musculado, mientras que su mirada cansada demostraba furia — ¿Trajiste algo de comer?

Elián y Abdel se saludan.

Pasaron al salón mientras detenían a Elián en la esquina del salón para que se arreglara.

El día pasó con Abdel sin saber en dónde estaba parado, intentando seguirle el ritmo a su profesora mientras Elián solo lo distraía más y más, hasta el receso.

— Así que allí estás.

— Tami, así que tú también volviste, ¿Cómo vas con las clases?

— Todo bien. Mi temperamento es lo único que me mete en problemas, siempre estoy por delante de los demás al menos por un año.

— ¿Hey, no quieres una empanada de maíz? — Menciona Elián apareciendo casi de la nada — Compré dos, pero una chica allá me dio este porque no lo quería.

Abdel y Tamil observan de arriba abajo a Elián pensando en qué le veían las otras chicas a él.

Los tres salen de la cafetería con las empanadas auspiciadas por el rostro de Elián, mientras que hablan sobre la Casa Roja a la que habían ido el día anterior. Aunque Tamil se sonrojaba dadas algunas veces, Abdel y Elián realmente hablaban de aquel lugar de juegos en el centro de la ciudad, por lo que al verla de vuelta sus rostros eran más de extrañados que de comprensivos.

Aunque sus risas se ahogaban con el total de las voces y gritos de una escuela con niños en receso, jugando a la pelota, hablando con otros compañeros de otros salones, una voz atrajo la atención de Tamil, quien tenía la habilidad que le permitía un flujo de información dentro de la cúpula de viento que controlaba. Al analizar un poco lo que parecía estar pasando, detiene a los dos chicos con su habitual rostro serio tirando más a la molestia con una voz serena.

— Tenemos visitas en la Academia.

Abdel reemplaza su rostro por un signo de interrogación, mientras que Elián cambia a un semblante serio.

Al no saber qué pasaba, pero notando lo serios que se habían vuelto sus amigos. Abdel observa a los lados para luego tomar el frente.

— Entonces, vamos a averiguar qué está pasando.

Abdel comienza a caminar hacia la puerta de entrada, mientras que Elián falla al detenerlo. Tamil completamente serena camina detrás de él tomando su jugo de piña.

— Hay dos autos afuera, seis guardias... dos se dividieron del grupo y parece que van a rodear la Academia — La información precisa de la peliteñido Abdel la tomó con pinzas. No sabía que estaba pasando ni porqué la Guardia llegó a la Academia, pero sabía instintivamente que no era para nada bueno — Uno fue a los salones de fin de año, hay uno que viene directo frente a nosotros.

— Buenos días, pequeños.

Elián se sorprende visiblemente de la voz detrás suyo y los tres dan la vuelta.

— Qué peculiar.

Un hombre alto, de al menos 1.90 metros, estaba frente a ellos. Su cabello era negro y su tez blanca estaba levemente tirando a un color rosado como la piel de un bebé recién nacido. Era tan alto que se inclinó para estar más de cerca de los niños frente a él.

Destello del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora