Capítulo 16: Una parte de la misma cara

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Hoy en la mañana del 16 del quinto mes, dos hombres fueron sentenciados a la inyección letal en el continente de las Estrellas, justamente en el territorio Rinaldi por el grave castigo de intento de asesinato hacia la familia real del duque. La víctima, la segunda esposa del duque Rinaldi, la señora Bianca de Rinaldi fue herida en el hombro por el ataque del agresor y se encuentra internada junto con los doctores reales del Imperio de las Estrellas.

— Casas reales y esas tonterías.

La voz de una mujer acrecentó en los oídos de aquel joven con rastas, observándola lentamente hacia atrás del sillón.

— ¿Eso es lo que ahora ves, Caleb?

— ¡Yla!

Yla era una mujer hermosa.

Su rostro era perfilado, sus facciones finas y su cabello rizado hasta los hombros con una tez morena clara y ojos color cielo hipnotizantes, contrario a las de sus hermanos que eran café claro. Su cuerpo mostraba su abdomen marcado al descubierto y curvas atropelladoras pulidas por el entrenamiento.

Al ver que estaba en medio de su entrenamiento, Caleb reflexionó y determinó en el segundo en silencio, que no podía escapar incluso usando su don ante la fuerza descomunal de su hermana mayor.

Por eso se quedó quieto.

— ...Hace tiempo que no te veía — Termina por completar su oración.

El rostro de Yla mostró descontento, pero también confusión ante sus palabras. Existía respeto, eso sintió en sus palabras y sus reacciones, pero a este punto salía corriendo de casa, teniendo o no culpa de cualquier cosa que hubiese hecho.

Así había sido desde pequeños.

— Sí... — Responde ella moviéndose hacia la puerta, cosa que notó el joven de rastas, tragando saliva de los nervios — Porque tú siempre me evades...

— Jajaja, por favor, hermanita. ¿Yo evadiéndote?, eso es imposible.

Su tono de voz era excesivamente complaciente, algo que incluso él sabía que no le gustaba a su hermana.

— ¿Esos collares qué? — Menciona mientras los toma entre sus manos, Caleb sintió mentalmente que estaba siendo ahorcado o su espacio personal siendo violentado — No era eso de esta chica... ¿La de ojos rasgados?

— Es Nathalia, Yla. ¿Y qué si lo tengo?

Su repentino giro a la defensiva activó, por así decir, todas las alarmas instintivas de mujer que Yla había entrenado en su vida cotidiana, y su mirada de desconfianza comenzaba a contarle historias sin que la realidad interviniera por ella.

— Mismos collares, mismos tatuajes — Dice ella con asombro, mientras que Caleb solo puede expresar confusión ante sus descabelladas ideas — Incluso tienes las rastas teñidas con sus colores.

— ¿Yla...?

— Claro, todo estaba claro — Comienza a caminar en círculos mientras analizaba todo lo que había pasado estos meses — Desapareces, vienes de repente con perfume, otras a bañarte y salir, te has llevado a Abdel a restaurantes, incluso has estado hablando a solas con Tamil... ¡Tú!

— ¿¡...Yo!?, ¿¡Qué hice ahora!? — Pregunta el joven esperando con miedo la resolución inesperada de su hermana a la defensiva.

De repente, toma al joven de la camisa y lo levanta del sillón como si de un peluche se tratase, y lo encara sin que tocara el suelo.

— ¡Dime que no es cierto, renacuajo antisocial!

— ¿¡Y ahora qué hice!?

— ¡Dime que no dejaste a la pelinegro embarazada!

Destello del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora