Prólogo

6 1 0
                                    

Existe una historia considerada una vieja leyenda.

En donde un rey le suplicó al Dios del Sol ayuda para someter a los barbaros que amenazaban a su pueblo.

Sin comer ni dormir, en la negrura de la noche, en la novena rotación del planeta, al horizonte su cuerpo fue bendecido con la luz de la luna, dándole así el primer Don de la humanidad. Tras ello, las historias del "Gran Rey" fueron contadas de generación en generación.

En un mundo en donde los dones se convirtieron en algo cotidiano, estos mismos trajeron tanto creación como destrucción.

Imperios se enfrentaron y se destruyeron mutuamente. Los dones se convirtieron en la herramienta perfecta para enfrentar a los enemigos y eliminarlos con seguridad.

La astucia en la humanidad evolucionó tanto, que ya no necesitaban tener individualmente una fuerza enorme, sino un poder sin precedentes.

Corrompiendo así la sociedad en cada escaño.

En cada escalón.

En cada nivel social existente.

Esta ambición no solo dejó perplejos a los gobernantes de los grandes imperios de la humanidad, sino también por las ambiciones de las personas individuales.

Así nació un hombre celoso y envidioso de lo que los demás poseían. En vez de obtener lo que deseaba a través del trabajo y esfuerzo, decidió alimentar su ambición con poder.

Un poder inalcanzable, un poder al que nadie podría oponerse.

Poder absoluto.

Con ello convenció y reunió a diferentes personas, personas con diferentes ideologías y metodologías que compartían un mismo objetivo: El poder.

El poder se convirtió en una meta en donde el resultado justificaba los medios.

Así nacieron los criminales más peligrosos del continente del Tridente del Hierro y Fuego.

Pero, así como nació la ambición de aquel celoso y envidioso hombre, un grupo decidió tomar sus deseos en una cubeta y lanzarla al fuego.

Opositores al "poder absoluto" salieron desde la oscuridad, desde las ventanas, desde las montañas al horizonte. Aquellos que habían probado el poder que ejercían los tiranos en su contra se levantaron y lucharon una cruenta batalla.

Una batalla tan cruenta que vidas fueron sacrificadas por el capricho de los avariciosos.

Cinco jóvenes se levantaron en contra de un ser tan fuerte como sus propias ambiciones y tan poderoso como aquellos que los gobernaban.

Los justos alzaron sus lanzas y las perpetraron en contra de los injustos.

Sangre de culpables e inocentes recorrió cada calle, cada vereda, cada avenida, cada cuneta, cada drenaje hasta lograr detener al hombre más poderoso y más fuerte del país.

Muchos perdieron la vida en aquel día, un noviembre que tiñó las mentes de todos sus supervivientes y marcó sus pacíficas vidas.

Cinco años pasaron tras la gran tragedia.

Un quinquenio de paz que no iba a perdurar más.











Destello del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora