La Profecía del Remolino || Sasuke Uchiha.|1|

019; Reforzar la Alianza.

Capitulo 19

Titulo—Reforzar la Alianza.

El silencio yacía en la casa. Sentada en la silla de mi balcón, me dispuse a beber de mi té de jazmín, bajo la radiante luz del sol, del cual me ocultaba con mi sombrilla, que estaba siendo sostenida por una de mis damas. El cantar de los pasajeros se oír al igual que el pasar de las hojas del libro que traía en mano; La labor de un kage.

Su edición era limitada, pero lo tenía en mis manos gracias a la anciana Koharu. Quien me lo entregó junto con una lista de libros que debía de estudiar. Libros que podría encontrar en una sección exclusiva de la biblioteca de Konoha.

—Akane-sama, la señorita Hanan a despertado y preguntado por usted—me informó una dama que acababa de ingresar al balcón—. En cuanto este lista, ¿gusta que la traigamos para servir el desayuno?

Cerré el libro en mis manos, para ponerme de pié—. No, guarda parte del desayuno para llevar—le pedí entregando el libro que acababa de leer a la joven que sostenía mi sombrilla—, en cuanto Hanan se encuentre preparada, guíenla al vestíbulo.

—Recibido—hizo una ligera reverencia prosiguiendo a retirarse del balcon—.

—Princesa, al mediodía a de asistir al despacho del consejo—me recordó la chica a la cual le entregué el libro—.

Asentí en agradecimiento por el recordatorio, y seguido a ello abandone mi aposento para dirigirme al recibidor. Una vez allí, solo me dispuse a esperar la presencia de Hanan.

»◦☪◦«

Entre reverencias de saludo ambas nos desplazamos por las habitadas calles, haciendo caso omiso a los murmullos, solo me dedique a avanzar y devolver los gestos de quienes solo me deseaban un magnífico día. Con mi sombrilla en mano, nos cubrí del sol, la Uzumaki a mi lado marchaba entre pequeños brincos sonriendo con ilusión, y saludando alegremente a los aldeanos, mientras que con sus manos sostenía una gran canasta que no me permitió llevar.

—¡¡Naruto nii-chan!!—lo llamo Hanan golpeando su puerta—.

—Esta durmiendo—digo tomando la llave que tenia en el bolsillo de mi muslo, prosiguiendo a abrir la puerta—. Deja la canasta en el suelo, ordenaré la mesa en un momento.

—¡Okey!—chillo ingresando felizmente, no sin antes haberse quitado los zapatos al igual que yo—.

Mi pequeño hermano estaba en su cama, con un gran oso de peluche entre sus brazos. Me pasee por su habitación, tomando con calma el desorden de cuadernos y pergaminos que tenia en el suelo, para ordenarlos en su respectivo mueble.