Amenaza latente

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Hannibal estaba tan emocionado, tan feliz, por primera vez su Will se había acercado a él por iniciativa propia, lo había abrazado y le había dicho lo mucho que lo había extrañado, Hannibal también lo había extrañado mucho, fue lo único que hecho de menos al no haber ido a clases, Hannibal estaba tan extasiado por haber sentido el calor de Will, sus brazos a su alrededor, el olor de su piel y sus suaves palabras, que incluso se había olvidado de lo molesto que había estado por su cita con la consejera Bloom, se olvido incluso de Mason y Cordell así como del cuaderno (que iba a encontrar tarde o temprano) ahora todo pasaba a segundo término pues tenia planeado empezar a componer su balada para Will, seria su primera composición y quería tocarla frente a todo el mundo, no le importaba ganar la competencia, solo quería expresarle a Will lo mucho que lo amaba y como sus sentimientos eran serios

Porque de verdad lo amaba

Por la tarde Hannibal fue a nadar un rato, eso siempre le ayudaba a despejar su mente y relajarse, aunque para su desgracia no estaba solo, en ese momento el equipo de polo practicaba y algunos alumnos más estaban platicando en las gradas, solo perdiendo el tiempo o viendo las prácticas, afortunadamente la alberca era lo suficientemente grande y Hannibal pudo nadar sin interrupciones, al finalizar una de sus vueltas llegó a la orilla y se quito los googles para tomar un poco de aire, al hacerlo pudo ver en las gradas frente a él a Mason y Cordell, quienes también lo miraron para después susurrarse cosas entre ellos y burlarse descaradamente, Hannibal prefirió ignorarlos, no quería que esos dos cerdos arruinaran su buen humor, volvió a sumergirse en el agua y siguió nadando, un par de vueltas más y dejó de ver a los mayores, se estaba haciendo tarde, pronto las prácticas de polo terminarían y lo menos que quería Hannibal era tener que esperar por una regadera, prefirió adelantarse y entrar a los vestidores cuando aún no había nadie y ducharse rápido, salió entonces de la piscina y se entró a los vestidores envuelto en su toalla y temblando con un poco de frío

- vaya vaya...pero si es nuestro pequeño "artista" -

Hannibal se quedó quieto al ver a Cordell frente a él, lo miraba con superioridad y una asquerosa sonrisa que hizo a Hannibal encender todas las alarmas de sus sentidos

- ¿que pasa? Luces tenso - Cordell dio un paso adelante, acercándose a Hannibal - no te preocupes amiguito, Mason no esta aquí-

- no somos amigos -

- ¿ah no? - Cordell hizo una exagerada mueca de decepción - que pena, yo pensaba que si eramos amigos, al menos por extensión, Chilton fue amigo tuyo, mio y de Mason, deberíamos ser más unidos para afrontar mejor el dolor de su pérdida-

- ¿que es lo que quieres? Si Mason no esta aquí o no te mando, entonces debes estar actuando por cuenta propia -

- ah, pero que chico tan listo, cada vez me agradas más  -

Cordell estiro su mano con la intención de tocar el rostro de Hannibal pero este lo aparto de un manotazo, retrocediendo unos pasos hacia atrás, por desgracia su espalda tocó los casilleros

- no me toques -

- ¿por qué no? Creí que te gustaba eso...el profesor Graham te toca ¿no? -

Los ojos de Hannibal se entrecerraron y su mandíbula se apreto

- ¿qué? ¿Dije una mentira? Por supuesto que no, ya vimos tus obras de arte y nos dejo muy en claro la clase de relación que tienen, por eso tan cercanos ¿no? Te enseña más que a solo tocar el piano -

Cordell soltó una carcajada, mientras Hannibal apretaba sus manos en puños, clavando sus uñas en la palma de su mano ¿cómo osaba ese maldito hablar de su relación como si fuese algo sucio? Si tan solo tuviera su bisturí a la mano, ya le hubiera abierto el cuello

La balada del cordero negro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora