Capítulo 19

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VERONICA

Los hermanos Tepes se han ido ya a casa, el sol está por salir y desdé hace unas horas no he podido dormir al igual que Sebastián.

—¿Cómo es qué nos metimos en esto? —me pregunta.

—No lo sé —le digo.

—Vampiros... Alaric y Silas son vampiros.

—Lo son.

—Esto parece de película.

—Vaya que si —respondo.

Aún sigo en shock por la noticia, de verdad no sé ni siquiera cómo me metí en todo esto.

Yo solamente quería unas vacaciones en Transilvania.

Las horas comienzan a pasar de una manera lenta, no he dormido absolutamente nada desdé la visita de los hermanos Tepes hospital. Será muy difícil dormir de ahora en adelante que sé que los vampiros son reales, tendré que estar demasiado alerta para que ninguno me quiera usar de su comida.

Ya ha amanecido y mi tía Esther ya se encuentra despierta, ella hasta ahora ha estado estable. Su enfermedad no le ha causado ningún tipo de molestia, pero cómo está su situación en estos momentos eso puede cambiar rápidamente.

—¿Qué les pasa a ustedes dos? —ella nos mira a Sebastián y a mi —. Han estado callados todo esté rato.

—No es nada, solo que... esto nos está resultando demasiado difícil —le digo.

—Niños...

—Nos debiste de haber dicho que estabas enferma de cáncer —le dice Sebastián —. No debiste de haber callado.

—No era una noticia fácil de decir.

—Callaste durante un año, un año en el que pudimos haber hecho algo mamá.

—Sebastián... mi destino ya está dictado.

—Es un destino demasiado injusto, no puedo creer que no pueda hacer absolutamente nada para salvarte. No puedo creer que solamente me quede cruzado de brazos viéndote morir lentamente.

—Hijo...

La puerta de la habitación se abre.

Mi madre se hace presente en el cuarto.

Dios, me alegro mucho que esté ya aquí.

Todo esto era demasiado pesado para Sebastián y para mí, no podíamos solos.

—Samantha...—mi tía mira a mi madre.

Mi madre es una mujer fuerte y muy hermosa, ella ha sabido cómo sacarme adelante después de su no tan buen romance con mi padre.

Él me abandono cuándo era a penas una pequeña, me tocó la misma suerte que a Sebastián.

Mamá es alta, rubia, de ojos azules verdaderamente hermosos, tiene una piel clara muy bien cuidada. viste con una blusa roja, unos jeans de mezclilla azul marino, una chamarra de mezclilla y unos zapatos negros.

Trae su maleta en su mano derecha, acaba de llegar a la ciudad. Me imagino que no debió de haber sido nada sencillo para ella.

—Oh Esther...—ella se acerca a la cama en dónde se encuentra su hermana para luego darle un abrazo —.¿Qué rayos pasa contigo? ¿Por qué no me llamaste? Habría venido enseguida por ti.

—Hermana, no quería ser una molestia. Tienes una vida muy ocupada en Londres.

—Nada es más importante que tú, somos hermanas. Prometimos siempre estar juntas y afrontar cualquier situación unidas.

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