Capítulo 21

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VERONICA

Llevamos ya demasiado tiempo en el campo de rosas, el atardecer aquí es sumamente hermoso pero es tiempo de volver a casa. Seguramente Sebastián ya se debe de encontrar allá.

—¿Me puedes llevar ya a casa? —le pregunto al vampiro.

—¿Ya quieres regresar?

—Si, mi primo debe de estar preocupado.

—Muy bien...—se pone de pie —. Vamos.

Me ayuda a ponerme de pie.

—Tú... ¿Podrías traerme a esté lugar después? Realmente me agrado mucho.

—Cuándo quieras.

Le sonrío.

—Muchas gracias Silas, por hoy. Realmente necesitaba esto.

—De nada mesera, ahora regresemos.

Asiento con la cabeza sin responder nada y después los dos abandonamos el campo de rosas. Vamos juntos hacia dónde está el coche, salimos del bosque, llegamos al auto, subimos los dos y después el vampiro arranca a rumbo a la ciudad.

Realmente hoy fue un buen día, después de todo lo que pase resiente necesitaba un momento de relajación y Silas Tepes me lo ha dado sin duda. Ahora es tiempo de volver a la realidad un poco más tranquila.

Silas Tepes ha cambiado demasiado, ya no es el mismo muchacho que conocí en el restaurante. Ha dejado de actuar de esa manera tan grosera en que lo hacía.

Ahora es una persona muy diferente.

No entiendo la razón de su cambio tan grande.

¿Qué le ha pasado?

—Silas.

—¿Si?

—¿Puedo preguntar algo?

—Adelante.

—¿Por qué ahora actúas de una manera tan diferente conmigo?

—¿Qué?

—¿Qué te ha hecho cambiar tu comportamiento para conmigo? Antes decías que me odiabas y eras un verdadero patán ¿Por qué ahora eres esté Silas Tepes?

—Bueno...

Lo noto nervioso ¿Por qué lo está?

—¿Estás bien? —le pregunto.

—Si, lo estoy —me responde —. La razón de mi cambio tan repentino contigo es por que...

Un estruendo se escucha en la parte trasera del coche.

—¿Qué pasa? ¿Qué fue eso?

—Esto tiene que ser una broma.

—¿Qué pasa?

—El neumático.

El vamoiro se estaciona de nuevo al costado del camino.

Abre su puerta y baja del coche.

Hago lo mismo y me acerco a dónde él se encuentra.

El neumático trasero de mi lado se ha ponchado.

—Deminios...—dice el futuro rey vampiro.

—¿Sabes cómo repararlo? —le pregunto.

—No —dice.

—¿Qué dices?

—Nunca lo he tenido que hacer yo, siempre son los sirvientes.

—Silas más te vale que sea una broma.

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