Capítulo 24

495 35 0
                                    

VERONICA

Ya estamos en la funeraria, el cuerpo de mi tía ya se encuentra con nosotros y sus más grandes amigos de la ciudad también.

La sala funeraria está llena de flores de diferentes colores y tamaños, sin duda alguna mi tía Esther era demasiado querida.

Mi madre y yo nos encontramos sentadas en uno de los sofás del lugar, ambas observando el ataúd con él cuerpo.

Mi madre está completamente destruida al igual que mi primo Sebastián. Él desdé hace unos minutos no ha querido entrar.

Y lo entiendo perfectamente, esto para él debe de ser extremadamente complicado.

Mi tía era una buena mujer, que no se merecía terminar de esté modo tan injusto, la vida es demasiado malvada a veces.

Aún recuerdo que de niña mi tía Esther me contaba cuentos de hadas para dormir, cuándo ella y Sebastián iban de visita a Londres eran los mejores días de toda mi vida. Mi tía siempre fue tan consentidora conmigo, nunca me decía que no a nada.

A mí también me cuesta demasiado creer que ya nunca más la volveré a ver, que nunca más volveré a escuchar su voz.

Me levanto del lugar, camino hacia la salida de la sala, la abandono, me acerco a un pequeño rincón del pasillo, tomo asiento en el suelo, recargo mi espalda en la pared y mis ojos comienzan a derramar lágrimas.

No podía llorar frente a mi madre, no quiero que se ponga peor de lo que ya está.

Mi mente se está encargando de traer cada momento que pasé con mi tía, todo eso está resultando demasiado doloroso.

Cubro mi rostro con mis dos manos y me dejó llevar por el llanto.

Ella tendría que estar aquí, ella aún tenía demasiado que hacer en está vida.

Recuerdo perfectamente que decía que quería volver más reconocido su restaurante, ella soñaba con eso.

Ahora no podrá hacerlo, jamás.

Dios no puedo con esto, es demasiado difícil.

Alguien toma mis manos y las retira de mi rostro.

En mi campo de visión aparece Silas.

Él se encuentra agachado frente a mi, mirándome fijamente.

—Silas...

—Llora, lo necesitas bastante.

Se coloca a mi izquierda, me envuelve con sus brazos, me recargo sobre él y nuevamente comienzo a llorar.

—No te hagas la fuerte, llorar es bueno.

—Silas... gracias por estar aquí conmigo. Realmente necesitaba de alguien, no puedo llorar frente a mi mamá y Sebastián —le digo entre lágrimas.

—Aquí voy a estar siempre para ti, incluso cuándo no me necesites Veronica —dice.

—Gracias...

—Nunca me iré.

Realmente necesitaba que alguien me dijera todo eso, no soportaba el no poder llorar más tiempo.

Pasan los minutos y lentamente me comienzo a controlar. Ya no sentía la horrible presión en el pecho, ha desaparecido por completo.

—Necesito buscar a Sebastián —digo mientras me encuentro recargada sobre el hombro del vampiro.

—Él está bien.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunto.

—Lo ví afuera, está acompañado no te preocupes.

—¿Acompañado? ¿Por quién?

—Por su demonio de la guarda.

—¿Alaric está aquí?

—Si, lo traje por que quería venir.

—¿Y qué hay de tu familia? Se puede dar cuenta.

—Veronica... sé que esté no es el momento. Pero es necesario que lo sepas.

—¿Qué ocurre?

—Mis hermanas saben de ti y Sebastián.

—¿Qué? —retiro mi cabeza de su hombro para luego voltear rápidamente hacia él —.¿Lo saben?

—No me quedó de otra más que decirles todo, me vieron frente a tu casa al igual que a Alaric. También escucharon todo.

—Silas...

—No tengas miedo, ellas no dirán nada. Me apoyan en absolutamente todo lo que haga.

—¿De verdad?

El vampiro asiente con la cabeza.

—De verdad, no te preocupes por nada Veronica, ellas en estos momentos están encargándose de que el resto de la familia no se de cuenta que mi hermano y yo estamos aquí con ustedes.

—Se oye que son muy buenas.

—Te las voy a presentar después.

—Me encantaría, también tengo que darles las gracias por haberme salvado. Katherine me curo y tu otra hermana...

—Elizabetta.

—¿Se llama así?

—Es un nombre raro, pero así son mis padres. Les gusta lo raro.

—Elizabetta me salvó también del vampiro que me atacó cuándo recién llegué, también tengo que darles las gracias.

—Lo harás, pero ahora lo más importante es que estés con tu familia. Te necesitan fuerte —él lleva su mano derecha hacia mi barbilla para luego tomarla con cuidado —.¿Me lo prometes?

—Si —le digo —. Te lo prometo Silas.

—Esa es mi chica —me sonríe.

Correspondo a su sonrisa de la misma manera.

—Tú también prométeme una cosa.

—¿Cuál?

—Que no te irás de aquí, enserio necesito de alguien y quiero que seas tú.

—No te preocupes, no me iré de aquí.

—Gracias Silas.

—De nada Veronica —responde.

—Vamos a entrar.

—Si.

Nos ponemos de pie y entramos en la sala funeraria.

Príncipe Vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora