El Legado del Dragón: Anastasia Y La Máscara De Plata

Capítulo IX: Batalla (Parte V: Enfrentamiento final )

            Draconos pudo ver a Mía y aprovecho para decirle que se encargase de Águilux, que no podía forzar estando tan débil, así que este fue con ella para ser atendido.

Acto seguido Took, Draconos y Víktor fueron a ayudar a Anastasia en su duelo contra Pulkor. Gragen y Anastasia se situaban cerca de la empalizada, allí Pulkor les lanzaba escombros de edificios que habían sido derruidos que había por el suelo.

Anastasia se subió a los hombre del trol, y desde allí lanzaba pequeñas llamaradas contra Pulkor, pero esto no hacía más que enfurecerle, por lo que golpeó fuerte el pecho de Gragen provocando que Anastasia perdiera el equilibrio y se cayera de los hombros del trol.

Al caer a Anastasia se le soltó su macuto, y el martillo de Pulkor salió de dentro de él, Pulkor vio esto y se enfureció aún más.

-¡Mi martillo! -gritó irritado y desafiante-, era cierto que estaba aquí, tu eres esa herba a la que buscan.

Anastasia se levanto rápidamente y cogió del suelo el martillo del árbol, preparándose para golpear.

-¡Gragen! -exclamó Anastasia-, ¡Lánzame contra él!

El trol la agarró de sus caderas y la proyectó con fuerza contra Pulkor. Anastasia, con la fuerza del lanzamiento, más la de su brazo, hizo que el martillo impactase con potencia contra el bonsai. Esto provocó una muy grave herida al árbol, pero no por ello se dio por vencido, es más, esto le motivó para seguir combatiendo, sus raíces se movían a gran velocidad sacudiendo la tierra, bramaba y se erguía cada vez más.

El bonsai volvió a coger a Anastasia, apretaba con sus ramas para asfixiarla cuando Gragen escaló hasta su copa, dando golpetazos contra su corteza, que aunque dura se resentía. El arbol no tuvo más remedio que soltar a Anastasia para encargarse del trol, y eso hizo, intentaba alcanzarle, pero al ser más grande, Pulkor era mucho más lento y no llegaba a cogerle, entretanto Gragen le arrancaba las ramas más finas ya que las gruesas eran muy resistentes.

Anastasia trataba de coger el aire que tanto le había faltado cuando en aquellos interminables segundos en que estaba entre las ramas de Pulkor, no podía creer que un árbol fuera tan fuerte, creía que pudiera ser más fácil derrotarlo, y entonces penso que era lo que más daño podía hacer a un árbol, y efectivamente, ese algo, era el fuego.

Miró a su alrededor mientras Gragen aguantaba o más bien intentaba ganar tiempo peleando con Pulkor, y pudo ver que la ciudad estaba envuelta en llamas, llamas abrasadoras, flama incandescente, fuego ardiente, candente e ígneo, fuego que podría terminar con aquel árbol gigante y aparentemente indestructible.

Se movió con agilidad hacia uno de los tejados de paja que ardía, y arrancó un buen rastrojo encendido con sus propias manos, estaba caliente pero a Anastasia no le importaba aguantar el calor si podía frenar aquella contienda.

Se dirigió a Draconos y Águilux que estaban por allí, seguían luchando incansables contra las criaturas que quedaban en pie, que aún eran muchas, incluso más que los nuestro.

¡Tenéis que ayudarme! -dijo Anastasia

-¿Que ocurre? -Preguntaron Draconos y Águilux al unísono

-Un árbol -dijo la herba-, un árbol es el que lidera el ejercito, está dos calles más abajo, Gragen está batiendose con el, no aguantara mucho, hemos de prenderle fuego, ¡Tomad! -añadió dividiendo el heno llameante.

-Esta bien -dijo Águilux-, vamos a por ese árbol.

-¡Deseará no haberse desarraigado del suelo! -exclamó Draconos, y los tres fueron en busca de Pulkor hasta que dieron con el, seguía en el mismo sitio, pero Gragen estaba gravemente herido, reclinado sobre las piedras de la calzada.