Capítulo IX: Batalla (Parte IV: El regreso de Pulkor)

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El capitán Took se junto con Víktor para tratar de abatir a otro zullygerd, pero en ese instante, sin que nadie lo esperase llegó Pulkor, aquel bonsai que caminaba sobre sus raices, que utilizaba sus ramas como manos, pero no llegaba solo, muchos más criaturas del mal venían con el.

-¡¿Dónde está mi martillo?! -gritaba el arbol.

Anastasia lo miraba desde lejos fijamente, y no le quedo opción otra que guardar su martillo en la mochila para evitar que Pulkor lo viese.

-¡Un árbol gigante! -gritó Áfgor, que nunca había visto un árbol que pudiera moverse.

-Tranquilo Áfgor -le murmuró Anastasia-, es muy lento, con un poco de agilidad podremos con él.

Pulkor arrasaba todo por su paso, tanto edificios como personas, escaló la torre vigía y la destruyó, posteriormente caminó hasta el centro de la ciudad preguntando enervado por su martillo, encontró a Águilux, el cual le intentó frenar, pero recibió el guerrero tal golpe que estuvo a punto de morir.

Fue Draconos, que lo vio, el que acudió a lomos de su caballo, subiendo a Águilux en el mismo y llevándoselo de allí. Águlux estaba bastante grave, tenía varias heridas y magulladuras y se le había partido una costilla.

El ejercito de pulkor era cada vez más numeroso, y era muy dificil de frenar, aunque los gholos ya habían sido eliminados ahora tenían que verselas con hordas y hordas de zullygerds y ogros, eran como dije criaturas muy fuertes, pero los caballeros del capitán tenían valor, y no se rendían ante nadie.

Cada vez eran más los soldados de Natache que caían en el combate, hasta tal punto que los cadáveres se amontonaban, los edificios ardían y nuestros heroes estaban agotados, aunque no por ello dejaban de luchar, aún tenían la esperanza de poder ganar la batalla.

-¡Son demasiados! -dijo Áfgor-

-¡No podemos rendirnos! -dijo Draconos-, ¡Hay que seguir combatiendo!

Las criaturas de Úruthom seguían causando bajas, eran incansables, casi la mitad de la ciudad había sido arrasada, y ya una cuarta parte del ejercito de Took había caído en combate, y los que vivían aún, ya estaban la mayoría exhaustos.

Águilux seguía lastimado, estaba demasiado dolido como para levantarse, seguían muriendo las gentes de Natache, la poca confianza restaba su optimismo y la creencia en la posibilidad de perder la batalla crecía con asiduidad.

Pero algo ocurrió, segundos después, a lo lejos, comenzaron a oirse ruidos muy sonoros, era un sonido muy firme y penetrante. Eran tambores de guerra, que se acercaban.

-Estamos perdidos -dijo Águilux debilitado-, vienen más tropas

-No podemos someternos -dijo Víktor-, aunque sea muramos con honor.

Cada vez se oían más fuerte aquellos tambores. Anastasia se subío en su correspondiente caballo para acercarse con el propósito de ver que se avecinaba.

Pudo ver un ejército de trols que para su suerte acudían en la ayuda de Natache, Gragen iba con ellos. Los trols tenían mucha fuerza debido a su embergadura, aunque no eran demasiado agresivos, sin embargo eran muy protectores, se defendian de cualquier ataque tanto a ellos como a quien considerasen de su familia o aliado.

-¡Gragen! -gritó Anastasia subida en su caballo.

¡Gragen venir con su familia! -exclamó el trol acercándose- ¡Nosotros ayudaros en la batalla!

Todos los trols se abalanzaron en conjunto contra el ejercito enemigo, ayudando a las gentes de la ciudad, Pulkor estaba allí, y parecía furioso. Anastasia se sumó a Gragen para luchar junto a él con el gran bonsai.

Pulkor era demasiado fuerte, sus ramas se regeneraban con mucha rapidez tras ser cortadas, sus raíces eran gruesas y aunque se desplazaba despacio, sus pisadas hacían que el suelo retumbara.

La batalla había vuelto a cobrar dimensión, la esperanza había revivido para los nuestros, era nuevamente una batalla de grandes dimensiones, trolls, caballeros, soldados y la compañía contra zullygerds, ogros y el gran árbol.

Took y Víktor fueron a buscar a Draconos, que se encontraba con Águilux, haciéndole compañía en su agudo aunque ya menos punzante dolor.

-Los trols han venido en nuestra ayuda -dijo Took.

-Volveremos a la carga -dijo Águilux-, sacare fuerzas de donde pueda para continuar peleando.

No Águilux -dijo Draconos-, tu deberías quedarte aquí recuperandote, avisare a alguien.

No hermano -dijo Águilux-, en una batalla no hay tiempo de recuperarse.

Y seguidamente el guerrero se levanto, y junto a Víktor, Took, y Draconos, que vigiliaba que no flaqueara, se incorporó a la contienda.

Uno de los ogros, conocido como Fégrid, se hizo con la ballesta gigante de la torre vigía derruida, y llevaba saetas, pero no eran saetas blancas, si no saetas rojas, mucho más potentes que las blancas, tanto que podían perforar incluso la roca dura.

Disparaba Fégrid audaz y mañoso contra los trols y los Natachienses (así eran conocidos los de Natache) haciendoles caer con solo una saeta, tal fuerza alcanzaban esas saetas y tal velocidad, que había ocasiones en que un mismo disparo atravesaba a varios.

-¡Tenemos que parar a ese ogro! -dijo Draconos.

-Sí -dijo Took-, pero... ¿Cómo?

Draconos se envalentonó y se subió sobre su caballo, se dirigió rápido y con decisión hacia el ogro, sacó una jabalina y le gritó desde lejos:

-¡Eh sucio y mal oliente ogro!

-¿Quién se dirige a Fégrid? -dijo el ogro.

Nada más volverse el ogro hacia el guerrero, el segundo empuñó con firmeza su jabalina y se la lanzó con mucha potencia, y esta se clavó en su hombro.

-¡Maldito humano! -dijo Fégrid-, ahora verás.

El ogro comenzó a disparar a Draconos, pero éste esquivaba los disparos con su veloz caballo mientras se acercaba a él. Cogió su segunda jabalina, y se la lanzó con tal fuerza y potencia que atravesó su cuello, y el ogro cayó de rodillas al suelo apoyando sus manos en el intentándose quitar las jabalinas, Draconos le pasó cerca, su caballo saltó al ogro mientras Draconos le clavaba otra pica en la espalda, y cuando fue unos metros más adelante se dio la vuelta para volver a dirigirse a Fégrid, cogió velocidad, sacó su espada y le cortó la cabeza al ogro.

El capitán Took y Víktor se quedaron impresionados, y esto les motivo para luchar con más ímpetu, se animaron para luchar con ese espíritu, el espíritu de un verdadero guerrero.

El Legado del Dragón: Anastasia Y La Máscara De PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora