Capítulo IX: Batalla (Parte II: Ishir )

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El ejercito enemigo partió en medio de la oscura noche hacia Natache con el fin de asediarla, y encontrar a Anastasia.

Primero, en lo alto del aire, se situaban los skraus, que iban divisando todo el terreno desde arriba, seguidos de una oleada de gholos, que portaban espadas, lanzas y mazas, furiosos y con ansias de guerra. Más atrás caminaban los zullygerds, con bastas armaduras, sus pisadas hacían temblar el suelo, y se podía escuchar su eco, iban escoltados por masas de ogros que cargaban piedras y troncos como armas, y en medio de todo el ejercito, dirigiéndolo, estaba Pulkor, que llevaba a Ishir en una de sus ramas.

Anastasia se despertó repentinamente en mitad de la noche, había tenido una pesadilla en la cuál había visto una ciudad en llamas, con sus pobladores se arrastraban moribundos por el frío suelo, estaba nerviosa y agitada, era como si pudiera sentir que un desastre iba a suceder. Fue a mojarse la cara para despejarse, sus pasos despertaron a Mía, que había estado durmiendo en la misma habitación en compañía de ella.

-¿Estás bien? -susurro Mía en medio del silencio.

-La verdad es que no he dormido muy bien -dijo Anastasia-, y tengo el presentimiento de que algo va a ocurrir... Aquellos cazadores de anoche no me miraban porque sí, estoy segura.

-Lo mejor es que intentes tranquilizarte -dijo Mía pasando su mano por su espalda para calmarla-, venga, intenta volver a dormirte y no le des demasiadas vueltas, al alba tenemos que partir.

Mía volvió a dormirse en cuanto cerró sus ojos, sin embargo Anastasia estaba muy inquieta, no paraba de cambiarse de un lado a otro de la piltra, procurando no pensar y dejando la mente en blanco para poder conciliar el sueño, pero debido a su preocupación no pudo dormir más en toda la noche, y poco a poco el cielo empezó a esclarecerse.

Amanecía en Natache como otro día cualquiera, todo estaba tranquilo y reposado, y las gentes iban saliendo de sus hogares a sus quehaceres diarios.

Fue entonces cuando la bandada de skraus del ejercito enemigo abordaba cubriendo casi todo el cielo, y se oía la campana de alarma de la torre vigía por toda la ciudad. La muchedumbre corría asustada, y Anastasia, que llevaba despierta varias horas, al escuchar los gritos de fuera, decidió salir fuera.

Anastasia pudo ver todo lo que estaba ocurriendo, y recordó que eso era parte de lo que había soñado esa noche, así que rápidamente entró de nuevo y despertó a Mía y a Áfgor.

-¡Estamos en peligro! -gritó-, ¡Despertad!

-¿Que pasa? -dijo Áfgor.

-¡Atacan la ciudad! -exclamó Anastasia- ¡Rápido!,¡Despertad a los demás!

El resto se fueron despertando continuadamente, todos se vistieron raudos y cogieron sus equipamientos preparándose para luchar.

-Son skraus -dijo Draconos, que se estaba asomando por la ventana.

-Es imposible que nos siguieran desde las minas -dijo Águilux.

No... -dijo Draconos- estos son de otra forma, y vienen de otro lugar...

Salgamos fuera -dijo Víktor.

Los soldados de Natache prepararon arcos y ballestas para hacer frente a las criaturas voladoras, aunque estaban atemorizados, tenían coraje y valor, y habrían dado su vida por su ciudad, por lo tanto, una vez listos, salieron a la justa.

La compañía también salió fuera de la posada con apremio, Draconos, sacó una de sus jabalinas del carcaj de su espalda y dijo:

-Preparaos para terminar con esos pajarracos.

El Legado del Dragón: Anastasia Y La Máscara De PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora