Capítulo III: Huída (Parte I: El bosque)

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Anastasia y Gragen de pronto, sorprendentemente, se encontraron una bola de cristal de color rojo muy oscuro oculta entre unos matorrales, la cogieron aunque pesaba muchísimo, dedujeron que debía pertenecer a alguien, pero que ese alguien debía haberla perdido allí, y nadie se había dado cuenta de que estaba allí entre los arbustos.

–¿Qué puede ser? – preguntó la herba con cara de curiosidad-.

–Yo no saber -contestó Gragen-, dejármela un segundo-

Anastasia se la dio al trol y este la lanzó bruscamente contra el suelo. El sonido del impacto espantó a los cuervos y murciélagos que se hallaban descansando en los árboles, y provocó tal eco, que se expandió rompiendo todo el silencio del bosque. A pesar de su dureza se desprendió un trozo de la bola y, en el hueco que faltaba, se podía ver como el vértice de una piedra muy afilada resaltaba.

De repente Zanklam a unos metros de allí lo escucho y gritó: –¡Por Zúllygon, andais ahí.. ¡¿Verdad?!-

–¡Corramos!- Gritaron Anastasia y Gragen al unísono mirándose el uno al otro, y se precipitaron llevando el trol la esfera medio resquebrajada entre sus grandes manos.

Justo en ese momento, un murciélago avisó a Zanklam mediante sonidos el lugar donde se encontraban los prófugos que escapaban entre árboles y rocas con musgo.

El sol ya se encontraba en un punto muy alto, pero en aquel páramo apenas llegaba la luz, por lo que el día venia a ser lo mismo que la noche.

–Ah.. ¡No corráis absurdos! -dijo Zanklam justo al verlos correr angustiosamente.

Poco después llegaron a un pequeño río, apareció un pájaro dorado de plumas rojas de la nada y agarró la bola.

–¿Qué carajos ser ese bicho? -dijo Gragen-.

–Tranquilo -dijo Anastasia-, algo me dice que está con nosotros.. ¡Vámonos de aquí! -añadió sofocada de tanto correr.

Siguieron ladera abajo, estaban casi en el final del bosque, consiguieron lograr que Zanklam les perdiera de vista, y continuaron.

–Creo que conseguimos despistarle -dijo Anastasia-, !Mira!¡La bola! -añadió-, el pájaro ha debido dejarla entre las ramas de aquel sauce y se ha marchado. tenemos que intentar recuperarla y largarnos de este sitio, hemos de ir a ver al Rey.

–¿Referirte al gran Rey dueño de tierras Ámelkorquenses? -preguntó el Gragen-

–Ya que hablas del Rey... -contestó la herba-. El si que es como un diamante dentro de esta esfera; Cuentan de el que es el habitante más valiente, es difícil creer que siendo un Rey sea tan humilde como cuentan, un dia lo vi de lejos, desde que dio aquel discurso no ha dejado de gustarme.

–¿Un discurso?¿Hablar del discurso que dar en la capital hérbica de Mërela Almarëya? -Preguntó Gragen-.

–Ahí mismo -respondió Anastasia con las lagrimas en los ojos-, solo de pensar en el me emociono- añadió y enseguida mientras seguían paseando se puso a cantar una canción en voz baja...

Vaya voz mas dulce poseer, ser increíble -dijo el trol mientras le daba una patada al árbol donde quedó la bola. La bola cayó al suelo, dejando un hoyo de grandes dimensiones y se rompió del todo. Dentro había un martillo de cuarzo y magma petrificada, con el mango de dura madera de roble viejo, con unos símbolos muy extraños grabados en un lateral. Parecía estar encantado, en el había una frase grabada:

"Quien posea el martillo dominara el magma del gran volcán"

-¡Que alucine! -dijo Anastasia mientras lo sujetaba y lo volteaba para ojearlo bien.

De repente el sauce abrió sus ojos y dijo: –Marchaos de aquí, puedo presentir como se acerca ese bonsai tan alocado... - cerro sus ojos y no dijo nada mas

–¿Cómo?,¿Un árbol que habla? -dijo Anastasia incrédula- ¿Habla del mismo árbol que tu me comentaste Gragen?-

–Sí, Ser él -dijo Gragen-, contemplar todo el bosque y comunicarse con demás árboles con una especie de sintonía telepática así que irnos aprisa como indicar este sauce.-

Siguieron por la orilla río abajo hasta llegar a un puente donde pararon a beber algo de agua para calmar su sed. Los sauces comunicaron a Pulkor que su martillo había sido robado por una herba y un trol, este se puso muy rabioso por ello. Anastasia y Gragen cruzaron el puente y caminaron unos pasos más hasta un cartel donde se bifurcaban el camino.

Hacia el noreste se indicaba la ciudad de Féstiva y al sureste Ternaval, o ciudad de los navíos. Decidieron optar por Féstiva, que era una ciudad donde siempre estaban celebrando festivales, bodas, cumpleaños, y otro tipo de celebraciones y festejos. Los habitantes solían ir con disfraces de todo tipo en la mayoría de sus juergas. Cualquier motivo en aquel lugar era válido para montar una fiesta por todo lo alto, y no creáis que gastaban demasiado en ellas.

El Legado del Dragón: Anastasia Y La Máscara De PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora