Anastasia había llegado a la prisión de tierras enemigas, era un recinto vallado, con vigilancia suficiente como para que los presos no pudiesen escapar de ninguna manera. Dentro de aquella zona había unas torres de no demasiada altura donde tenían a los prisioneros, a los que solo se les permitía salir fuera durante tres horas al día separadas en mañana, mediodía y tarde. Fuera podrían disfrutar, si así se le puede llamar, en ese periodo de tiempo de un campo de entrenamiento parecido a los gimnasios de ahora, al aire libre, también había canchas de lo que ahora vendrían a ser los deportes, pero de aquella época, una zona de juegos entre ellos el Trafalgar, y por ultimo una biblioteca que pocos de los presos visitaban.
Desde cada una de las azoteas de las torres donde estaban los presos encarcelados, controlaban toda la zona los vigilantes, cada uno con su kit de vigilancia, que estaba compuesto por unos prismáticos, un foco capaz de iluminar zonas a larga distancia, un pequeño dispositivo que hacía sonar las alarmas en caso de que fuera necesario, y un arma, que sería una de dos: O una ballesta con mirilla para apuntar, o varios explosivos que detonaban nada más tener contacto con cualquier tipo de material. Por dentro todo era muy deprimente y sobretodo sucio, había un vigilante por cada piso en cada torre. Cada piso contenía entre ocho y doce celdas, una sala de estar, la sala del vigilante, el comedor y una pequeña enfermería. La mayoría de encarcelados eran Ámelkorianos capturados, o criaturas de Zúllygon que no habían sido fieles al mismo, o lo habían traicionado, que eran encerradas en pisos diferentes para prevenir conflictos.
Anastasia sentía miedo pero sabía que no podía dejarse ser dominada por él, era consciente de que si en esos días que permanecería allí no escapaba sería ejecutada, por lo que prestó mucha atención a todo lo que allí le rodeaba pensando en posibles escapatorias. La trasladaron a la torre de vigilancia estricta, donde residían los presos a los que se consideraban más importantes en cuanto a que eran a los que se les debía poner todos y los más eficaces impedimentos posibles para que no escaparan.
Llego el anochecer. Anastasia había permanecido en su celda unas tres horas y como era presa reciente no había optado a poder salir fuera por la tarde. Abrieron las celdas por la hora de la cena (también las abrían ciertas horas permitiendo a los prisioneros estar por los pasillos o en la sala de estar). Cada preso tenía que coger una bandeja y esperar en la cola hasta que le tocase el turno de ser servido. La comida era literalmente basura, ya que la obtenían de los contenedores de las ciudadelas próximas a la prisión.
Anastasia se sentó sola en una mesa y no tardando mucho, un hombre de mediana edad que llevaba ya unos años allí confinado se sentó con ella. Su nombre era Abel, tenía una barba trenzada, su color de piel era igual de blanco casi que la porcelana...
–Hola –dijo-, mi nombre es Abel, eres nueva aquí ¿verdad?- Anastasia se quedo varios segundos pensativa y quieta.
–Sí –respondió- así es, mi nombre es Anastasia-.
–Deberías comer algo, por muy malo que esté esto sigue siendo comida y si no comes morirás de hambre-.
–Ahora no tengo hambre, como moriré es si no escapo de aquí en unos días-.
–Espera un segundo –dijo Abel abriendo intensamente los ojos–creo que he oído hablar de ti, no sé si eres la Anastasia de la que se oye hablar algunas veces, esa que es capaz de aniquilar a las criaturas más temidas del planeta-. Anastasia volvió a quedarse pensativa, esta vez algunos segundos más que la otra.
–¿Y qué si lo fuera?, no quiero responder a eso-.
–No nada, si lo fueses, ante todo mostrarte todo mi respeto y admiración y, por lo que dijiste antes deduzco que estas condenada a morir después de tu estancia en la prisión o algo así ¿No?-.
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El Legado del Dragón: Anastasia Y La Máscara De Plata
FantasyEl LEGADO DEL DRAGÓN ♜ Anastasia y la máscara de plata ♜ SINOPSIS: En un mundo que fue creado a partir de la nada tuvo origen la estirpe de los guerreros del Dragón, mitad hombres, mitad dragones. Anastasia es la única que se conoce con vida de di...