Con cierta molestia, Lincoln escuchaba la risa de Anna mientras ella se burlaba de él. Tenía muchas ganas de hacerla callar y reclamarle por aquella burla, pero podía entenderlo, era como si la vida estuviera empeñada en hacerlo recordar su pasado, tanto como en hacerlo sentir incomodo. Una vez más uno de esos nombres regresaba a su vida en la forma de una persona con la que tendría que lidiar de una u otra manera.
Recordaba con cierto desanimo la primera vez que algo así le sucedió, fue hace años, y él apenas comenzaba a arreglar su desamparada situación gracias a la ayuda de Henry. En aquella época trabajaba también en el restaurante, pero era un puesto mucho más humilde, era el lavaplatos del lugar. Al poco tiempo y tras la deportación de Julio, aquel inmigrante ilegal que era muy trabajador y sobre todo muy amable, el restaurante debió cubrir su puesto, por lo cual colgaron un aviso en su fachada.
Quien se presento fue aquella chica que Lincoln ya había topado algunas veces en la calle y quien le había hablado con cierto interés en aquellas ocasiones. Tenía un hermoso cabello rubio y era un poco más alta que él debido a la diferencia de edades, y solía verse vestida con un bonito overol azul que solo de vez en cuando cambiaba por uno de un azul más profundo. Tenía aquel bonito carácter y esa convicción tan admirable por respetar la vida animal, usando su casa como un albergue temporal para recibir a todas aquellas creaturas que se topase, necesitadas de ayuda. Tomando en cuenta lo mucho que ella parecía buscar a Lincoln para acercarse, él llego a pensar que estaba interesada en algo más que una amistad casual, especialmente cuando al conseguir aquel trabajo comenzaron a pasar tiempo juntos.
Lincoln sin dudas pudo haberse enamorado de aquella chica de inmediato, de no ser porque su nombre le hizo dar algunos pasos hacia atrás. Alana, la chica rubia, compartía el nombre con el pasado de Lincoln, y eso le incomodaba bastante, especialmente en aquella época en que sus recuerdos estaban bastante frescos. Aun así, ante las múltiples aproximaciones de la chica, él comenzó a caer enamorado. Una lástima que ella buscaba acercarse a Lincoln estando interesada en Anna, el chico era solo su puente hacia ella.
La segunda vez fue al conocer aquella linda y tranquila chica castaña con la que se topaba muy seguido en el parque cuando salía a pasear. Ella se sentaba en las bancas más alejadas de la gente, cercanas a la orilla del parque, leyendo siempre algún libro de manera muy atenta dando uso a su pobre visión, la cual se veía ayudada con aquellas gruesas gafas que llevaba puestas. Con su cabello siempre hecho un desastre y vistiendo aquellas poco comunes pero encantadoras maxi faldas y ese suéter que parecía ser al menos tres tallas más grande de lo que ella debía usar.
Aunque solía hablar de cosas muy difíciles que parecían ser muy avanzadas para alguien de su edad, la chica formo rápidamente una amistad con Lincoln, y este sin dudas consiguió sentir cosas mucho más profundas por ella, pese a que su nombre le traía algunos conflictos internos. Elisa era el nombre de aquella chica la cual con el tiempo dejo de ir a visitar aquel parque. Lincoln jamás se molesto ni entristeció por ello, ella le había comentado con anterioridad que su familia era una de investigadores antropólogos, y su estadía en aquella ciudad era temporal únicamente.
La siguiente fue aquella hermosa mujer, que más allá de ser extremadamente atractiva y tener una figura envidiable para muchas mujeres, tenía aquel hermoso carácter que expresaba mucho más amor del que cualquiera estaba dispuesto a mostrar. Con su largo y perfectamente cuidado cabello rubio, casi platinado, su enrome y amable sonrisa, su curvilíneo y sugerente cuerpo el cual resaltaba ante el buen gusto para vestir que tenia, ella era sin dudas una mujer atractiva. Leonore tenía ya una hija y su trabajo en aquel restaurante era justamente para ayudarse a mantenerla ante la prematura muerte de su esposo. Lincoln nunca pensó mucho al respecto, solo sabía que estaba enamorado de aquella joven mujer la cual le llevaba varios años de diferencia, no le importaba si en ella veía realmente una pareja potencial, una figura materna o simplemente el recuerdo vívido de una parte de su pasado, al final entendía que ir más lejos con aquella mujer era algo que no pasaría. La resignación fue fácil ya que aun podía ver a aquella amable mujer de vez en cuando y recibir de ella ese hermoso cariño que desbordaba.
Pero ahora estaba una vez más en una situación así. Una joven chica que también compartía nombre con su pasado estaría ligada a él gracias a las clases que tendría que asistir.
—Rayos, Lincoln. Ahora entiendo porque solían decirte que tienes mala suerte— comento Anna, entre risas y de manera bastante descuidada.
Lincoln se molesto con aquel comentario, mucho más que con las burlas que recibía, pero no dijo nada. Estaba cansado y prefería ahorrarse una pelea.
>>Vamos, Lincoln. No te amargues.
—¿Hacia falta mencionar eso?— pregunto el castaño, molesto.
—Tranquilízate, te saldrán canas por el coraje. Aunque para ti una cana no es nada con el cabello que tienes.
Lincoln resoplo ante aquello, pero ya no mostro molestia.
—Pásame una cerveza— dijo el castaño—, al menos esos tragos amargos me ponen de buen humor al final.
—No te enojes, sabes que solo bromeo. De hecho, se que podría ponerte de buen humor. Puedo ir mañana al juzgado civil y hacerme un cambio de nombre. ¿Cuál prefieres?— Anna se puso de pie frente a Lincoln y comenzó a posar con ademanes muy exagerados ante cada palabra que decía— ¿Lorelai?— tomo una postura firme que casi parecía insinuar estaba marchando— ¿Prefieres alguno repetido, como Alana?
Lincoln, molesto por la actitud de Anna, se levanto sin decir una sola palabra y fue directo a su habitación, donde se recostó sobre la cama sin siquiera molestarse en acomodar sus sabanas. No tenia sueño aun, pero confiaba en que su cansancio y el estrés del momento terminaran por hacerlo dormir.
Antes de siquiera poder conseguir un bostezo o algo similar, Lincoln pudo escuchar a Anna entrar en la habitación y, sin encender las luces, abrió el closet en la pared, tomo una cobija de ahí y la uso para cubrir al castaño. En seguida ella se recostó junto a él, abrazándolo por la espalda y sin cubrirse con aquella cálida cobija.
—Llorón.
Aquella única palabra fue lo que dijo Anna antes de quedarse dormida abrazando a Lincoln. Él, por su parte, pudo sentir como su enojo se desvanecía rápidamente después de aquello. No le gustaba en absoluto, pero parecía que quería demasiado a Anna como para molestarse con ella en verdad. Con cuidado se levanto de la cama y movió suavemente a su acompañante para conseguir resguardarla del frio con aquella cobija, para después acostarse de nuevo. La abrazo de frente, acercando su rostro al escote de Anna, quería percibir su olor, estaba seguro de que eso le haría sentir mucho más tranquilo y le haría dormir plácidamente.
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Mientras Las Hojas Caen
FanfictionAntes de pensar en tu futuro, es buena idea dejar atrás tu pasado...