Hola a todos! Y acá otro capítulo jejeje. Solo salen de esta porque mi hermana si ha tenido tiempo de mandar ideas y yo de editar solamente. Besos y abrazos. No olviden comentar.
En medio del caos del campamento, Daemon, contra todo pronóstico, comenzó a recobrar la conciencia.
Se encontraba acostado en una tienda de campaña, su cuerpo envuelto en vendajes y cubierto con una manta.
Los sonidos de la batalla aún resonaban afuera, el estruendo de las espadas chocando y los gritos de guerra creaban un caos ensordecedor.
Daemon abrió lentamente los ojos, sintiendo una punzada de dolor en cada movimiento.
La luz del sol se filtraba a través de la tela de la tienda, iluminando débilmente el interior. Su mente aún estaba nublada por los efectos del dolor y la fatiga de la batalla, y le costaba orientarse en su entorno.
¿Qué había pasado?
Lo único que sabía era que no debería estar vivo. Luego comenzó a recordar.
¿Había sido una ilusión?
Había caído por un acantilado, y luego, ella había aparecido montando ¿A Caraxes?
No eso no podía ser posible. Lo había soñado, y ahora la vida lo traía de vuelta a la cruel realidad.
Intentó sentarse, y el dolor casi lo tumbó nuevamente.
Daemon observó al maestre Gerardys atendiendo a los heridos en el campo de batalla, lo que lo llenó de preguntas sobre cómo había llegado allí. Sin embargo, su atención se desvió hacia alguien más, alguien que destacaba entre el caos del campo de batalla: Rhaenyra.
Ella estaba junto al maestre, su presencia reconfortante y valiente. Su cabello estaba recogido en una coleta, sus ropas manchadas con el barro y la sangre de la guerra. A pesar del peligro y la violencia que los rodeaba, ella permanecía concentrada ayudando al maestre a cuidar a los heridos.
Para Daemon, verla allí confirmó que no había sido una ilusión. Rhaenyra había ido por él.
No fue un sueño verla llegar en Caraxes, no fue un sueño escucharla rogarle que no la dejara, fue verdad, todo había sido verdad.
Rhaenyra no había dudado ni un momento en enviar a Ser Harrold en busca del maestre Gerardys cuando vio a Daemon desangrándose en sus brazos. Con la determinación propia de una reina, había ordenado que trajeran al único maestre en quien confiaba para salvar la vida de su esposo.
Cuando el maestre finalmente llegó al campamento, Daemon estaba al borde de la muerte. Sin embargo, gracias a la habilidad y el cuidado del maestre, había logrado sobrevivir. Rhaenyra se había aferrado a la esperanza, negándose a abandonar el lado de su esposo incluso cuando Ser Harrold le había sugerido que regresara al palacio en busca de seguridad.
- No puedo dejarlo, es mi esposo- había respondido ella con firmeza- ¿Acaso no soy la reina consorte para estar siempre a su lado?- preguntó ella obstinadamente, y supieron que nadie podría apartarla de su lado.
Con esas palabras, Rhaenyra había dejado claro que su deber y aunque ella no lo dijera, su amor, la mantenían junto a Daemon, sin importar los peligros que hubiera en el campo de batalla.
Además, por extraño que les pareciera a todos, Caraxes tenía una especial conexión con la reina, ni el dragón ni ella se movieron del campamento.
Rhaenyra se había resistido a quedarse inactiva mientras esperaba noticias sobre la recuperación de su esposo. Aunque permanecía cerca de él, atenta a cada cambio en su condición, no podía simplemente quedarse de brazos cruzados. Se había sumado al maestre en la ardua tarea de atender a los heridos del campo de batalla, uniendo sus esfuerzos a los del experto sanador para brindar ayuda a aquellos que lo necesitaban desesperadamente.
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Llamas rebeldes: La unión de los dragones (Daemyra)
Romance"En un mundo de poder y tradiciones implacables, Rhaenyra Targaryen lucha contra un destino impuesto mientras es obligada a casarse con el rey, Daemon. Mientras ambos se enfrentan a sus propios demonios internos, la rebeldía de Rhaenyra choca con el...