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Desperté de sobresalto. A las 6 de la mañana con ganas de ir al baño. Miré alrededor. Nuevamente estaba en la habitación de Clay Fall.
—¡Maldición!
Di pataletas y golpes al colchón, sumido en la frustración. ¡Ni siquiera fui a la cama, me desmayé! Ni me dejaron ni siquiera estar despierto toda la noche.
—¡No me quería dormir!
Enterré la cabeza en la almohada para sofocar un grito. No podía estarme pasando esto a mí. Apenas estaban dando las 11 de la noche y me desplomé de pie.
Sabía que no había sido por cansancio, estaba drogado hasta las trancas de café, la única razón por la que había vuelto era porque este cuerpo se había despertado ¡Yo no quería que se despertara! Mínimo debió durar otros dos días para que se equilibrara con el viaje anterior.
Golpeé mis muslos. Estaba tan enojado, este tonto cuerpo me arrastró fuera de mi vida, este tonto Clay Fall.
—Lo detestó. ¡Lo detesto!
Me acurruqué en la cama. Llorando. No quería mirar fechas, no quería analizar ni intentar encontrarle sentido a la situación, simplemente estaba atrapado, sin control, sin guía. El universo me escupía en la cara y yo tenía que aceptarlo.

<<No es justo. Ni siquiera puedo pasar una noche en vela>>

No estaba seguro de cuánto tiempo lloré, lo que sé es que me quedé algo dormido después de eso, y tuve sueños no muy profundos, hasta que Benji me encontró.
—Hey, Clay. Mamá dice que bajes, tiene algo para ti. Despierta. ¿Clay? —Benji arqueó las cejas al verme los ojos rojos y la nariz congestionada, no se me daba bien ocultar mi enojo—. Clay ¿Qué tienes? ¿Estuviste llorando?
—No... —le di la espalda y cubrí el rostro con la sábana.
—Clay, no me mientas —de un tirón me la arrebató—. Dime qué tienes. Tiene que ser grave si estás llorando desde temprano.
No le contesté. Me levanté, y me enfilé al baño. Donde cerré la puerta y descargué la vejiga.
—¡Clay! ¿Qué haces ahí dentro?
—Lo que la gente hace en el baño. Déjame en paz.
Mi mal genio no menguó su preocupación, esperó hasta que salí para bloquearme el paso.
—Quítate —exigí.
—No.
—¡Apartate! —intenté empujarlo. Dio un leve paso atrás que corrigió rápidamente y se aferró al marco de la puerta para minimizar el movimiento. Me tenía acorralado—. ¡Benji! Déjame salir.
—No hasta que me digas.
—¡No te quiero contar mis problemas! No entenderías —intenté escurrirme por un costado, él me cerró el paso con facilidad—. ¡Benji!
—¡Ben! ¿Qué pasa allá arriba? —el señor Fall preguntó desde la cocina.
—¡Estamos jugando! —replicó este desde el umbral del baño. Acto seguido me miró con seriedad—. Confiesa ¿estuviste llorando?
Me senté en el WC. Qué humillación, era solo un chico y no podía con él.
Asentí, enojado.
—¿Por qué? Creí que ayer estabas bien.
—Ayer estaba bien pero...
—¿Pero?
—Odio mi cuerpo...
—¿Qué?
—Estaba teniendo un sueño donde era grande y fuerte y... luego desperté y me di cuenta que estaba atrapado en un chico delgado y enano.
—¿Es... todo?
Técnicamente no le estaba mintiendo.
Mientras daba mi explicación no pude evitar darme cuenta de lo tonto que parecía. Benji se echó a reír.
—¿Qué es tan gracioso?
—¿Tienes inseguridad por tu cuerpo? ¿Es todo? —se rió a carcajada de aquello—, casi se le salían las lágrimas —. Tienes... tienes... inseguridad por tu cuerpo. Eso es tan extraño.
—¡No te burles de mí! —le tiré un pato de hule a la cara, eso no ralentizó sus carcajadas—. Es serio ¿entiendes? Me... me acompleja.
Para cuando dije esto último Benji era solo un manojo de carcajadas que se retorcía en el suelo.
Irritado pasé junto a él para dejarlo que se desternillara de risa solo.

<<Sabía que no lo entendería>>

Mientras caminaba por el pasillo me di cuenta de que mi cuerpo no solo me acomplejaba, sino que me dolía a mares. Intentando bajar las escaleras cada paso fue acompañado de dolor. Al estirar el brazo los sentí sensible e irritados. Las articulaciones de los pies me temblaron de incomodidad. No comprendía lo que pasaba... hasta que recordé qué hice el día anterior. No, no me refiero a ir a la farmacia y hacer llamadas, me refiero a andar en bici. Jamás lo había hecho y apenas estaba desarrollando la fuerza para mantenerme en equilibrio. Mis piernas estaban en exceso fatigadas por tanto pedaleo.
Al llegar al primer piso recordé lo que la señora Fall dijo anoche << Duerme bien Clay. Mañana va a doler>>
¿Cómo pude olvidar que  esto podría pasar? De haber sabido no me habría emocionado tanto.
—¡Clay! Ahí está mi polito preferido —la señora Fall me abrazó fuerte, partiéndome la espalda en dolor—. ¿Qué tal los músculos? ¿Tensos?
—Mami... me duele —susurré, ardiendo por dentro.
—¡Oh! Mira que descuido. Ten, bebe esto.
Me tendió lo que parecía un vaso con agua en las manos. Lo miré escéptico y le di un sorbo. Sabía a rayos y centellas.
—¡Puaj! ¿Es veneno?
Ella puso lo brazos en jarra y los labios tensos, le ofendió mi comentario.
—Es Bicarbonato de sodio y agua —explicó con una mueca—. Bébetelo.
—¿Por qué? ¿Qué hice? ¿Me porté mal?
—Clay...
—Si me porté mal no lo vuelvo a hacer.
—¡Clay! —me interrumpió—. No es un castigo. Es para tus músculos. Están llenos de ácido láctico. Esto ayudará a que te duela menos pronto.
—¿Pronto cuándo?
—Más pronto que si no te lo tomas. No soy pitonisa.
—Pero sabe feo.
—El bicarbonato alcaliniza el cuerpo. Es bueno para ti. Tómatelo. Vamos. Tucún Tucún, para adentro.
Aguantando la respiración me bebí el vaso entero, sabía a remedio con sal. En parte me lo merecía, pero seguía sintiéndose como un castigo.
—Puag... Esto sabe a rayos.
—Ve preparando el paladar para después. En la tarde te doy otro.
Gruñí. Mas no protesté, yo sabía que el bicarbonato ayudaba con el dolor muscular, solo que ahora tenía menos tolerancia al sabor. Todo tenía un sabor muy intenso desde hace tiempo. Elvira intentaba ayudarme, a su manera tortuosa y maternal, pero lo intentaba.
—Benji dijo que tenías algo para mí.
—¡Oh! Qué distraída. Ten. Te llegó esto por correó.
Me extendió un sobre de papel con mi nombre y la dirección de esta casa. Estaba escrito a mano. Sellado con cera roja de velas con escudo de lo que reconocí como el logo del orfanato.
—¿Una carta? —musité al recibirla entre mis manos.
—Lo sé. A mí también se me hizo extraño. Existiendo el internet ¿quién manda sobres? ¿Necesitas ayuda con ella?
Miré a Elvira con recelo, ¿qué tan bruto pensaba que yo era? Me di un golpe en la sesera, no tenía retraso mental.
—Sé leer —dije cortante.
—¡Oh! Qué bien. Yo... bueno, iré a organizar unas cosas —ella se volteó avergonzada, estaba claro que pensaba que yo tenía un problema de aprendizaje—. Si necesitas algo me llamas.

<<¡Por supuesto que no te voy a llamar! —pensé con irritación, ella me estaba subestimando demasiado—. Espera ¿por esto no me dejaron leer las tarjetas de casualidad y arca comunal en el monopolio? ¿Creían que no podía? ¡Qué ratas!>>

Creían que era bruto. Esto me ofendía a niveles indescriptibles. Está bien, yo era un niño. Pero ¿qué clase de niño de 9 años no puede leer a esa edad?
Abrí el sobre, eran dos hojas blancas escritas con lápiz de grafito y decían... decía... No sabía qué decía.
—Esto es.... ¿francés?
¡¿Por qué alguien me mandaba una carta escrita en francés a mí?! Maldición, apenas el español me sale bien y es mi lengua materna, y no es que sea muy bueno tampoco.
Esto era una maldad, una perversa obra maquiavélica. ¿Debía descifrar ese batiburrillo de acentos y silabas juntas? ¿Qué coño es un Petit Chat?
Estuve intentando descifrarlo por un rato. Sentía que algunas palabras venían a mi mente. Si lo escribieron para mí, seguro que Clay Fall sabía francés, pero no podía conectarme con sus recuerdos como había hecho el día anterior, seguía con amnesia.
Pensé en pedir ayuda a Benji, quizás él sería comprensivo; mas al recordar cómo se burló de mis inseguridades rechacé la idea. Seguro diría <<¿Cómo? ¿No sabes francés? ¡Ja! Qué tonto>>
Con el rabo entre las patas fui arrastrando los pies en busca de Elvira. Ella estaba en su computadora transcribiendo documentos a los que no le presté atención.
—Mami... —dije apenado , tanto por llamarla así como por lo que estaba por hacer—. ¿Me ayudas?
—¿Clay?
Ella se giró en su silla para verme. No pude ver la expresión que ponía, porque mis ojos estaban direccionados al suelo. Extendí el sobre frente a mí como si fuera radioactivo.
—¿Me la lees? No sé francés.
En lugar de burlarse de mí tomó el sobre y revisó el contenido.
—Oh, cariño. Claro que no sabes francés. Si eso lo vas a aprender este año en el colegio. Sé que el orfanato no era... de élite ni nada. Tranquilo —le echó una ojeada más intenta a la carta, se sentó en el suelo y  dio dos palmadas en la silla donde estuvo momento antes—. A ver, siéntate aquí y te la leo —así mismo lo hice. Quedé viendo por encima de su hombro el manuscrito. Ella posó el incide en la primera línea y empezó a traducir sobre la marcha.
"Mi amigo Clay. ¿Cómo estás? Soy Alfonso. Perdona que no te escriba en español, este idioma fue el que me enseñaron antes de venir al orfanato y es el que mejor se me da. Estoy seguro que tus nuevos papás te ayudarán a leerla. Y espero que lo hagan, porque las clases de idiomas que dan en el orfanato son casi inexistentes.
Como no me escribiste en todo este tiempo que has estado en tu nueva casa decidí hacerlo yo. Le pedí tu dirección a la Hermana María Nieves, se negó al principio pero aceptó cuando le expliqué que era importante.
Querido amigo, espera me siguiente carta, no respondas a esta cuando la acabes. Te lo explicaré en breve"

—Tú amigo escribe muy bien, ha de ser muy listo. Y mira esta caligrafía... ¿Qué tal escribes tú, Clay? —se interrumpió a sí misma la señora Fall.
—Mami... no te detengas.
—Está bien, está bien. Pero voy a hacer una prueba de caligrafía más tarde, hay que evaluar en qué nivel académico te dejaron.
—¡Mami!
—Ya voy... Qué impaciente.

"Te informo que la Nora, la gata de la madre superiora ha tenido 5 gatitos. Quiero quedarme con uno, pero me dijeron que no podía tocarlos hasta que los destetaran, una lástima porque son muy bonitos. No sé de qué color tienen los ojos, pues nacieron todos con los ojos cerrados, como si tuvieran miedo aún de ver el mundo. Tal vez es mejor así. Sé que cuando los abran a lo mejor el mundo no los tratará bien, así como ha sido conmigo... No sé si recuerdas cómo llegué al orfanato. Sé que ya no recuerdas muchas cosas, pero por si acaso te lo recuerdo yo. Mi casa se quemó, luego otras cosas se quemaron. Mis padres fueron deportados y acabé quedándome aquí. De eso ya fueron dos años"

—Qué triste historia... —dijo la señora Fall.

"Pero las cosas están saliendo bien ahora. Una familia vino el otro día, se vieron muy interesados en mí. Son personas que viajan mucho. Cuando vieron que hablan tres idiomas se quedaron impresionados. Clay, mañana voy a ser adoptado y no podría estar más feliz. Aún pienso en mis padres. No he sabido nada de ellos en dos años, pero espero que en un futuro pueda algún día encontrarlos con ayuda de los señores Winter; así se llama la familia.
Te escribo para avisarte de que ya no me mandes las cartas que te pedí, no al menos hasta que diga donde vivo oficialmente.
Tu amigo".

DEL OTRO LADO NO SOY YO MISMO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora