Supe que había regresado al mundo Berry incluso antes de abrir los ojos. Las sensaciones eran distintas. Mi cuerpo ahora estaba pesado y era más alargado. Difícilmente alguien podría cargarme con este tamaño. Sentía una punzada en el cuello por dormir mal y la robustez de mi cuerpo creaba sonidos sobre el colchón que de otro modo no se crearían si no pesara lo suficiente.
El pañal crepitó entre mis piernas, eso también era un aviso de donde estaba. No era tan incómodo como pensé que sería. Bajé la mano y presioné para estar seguro de su estado; seco. ¿Quién lo diría? Al universo le gustaba gastar bromista.
La puerta de la habitación se abrió, no sin antes ser tocada, y la melena enmarañada de Pilar asomó por el umbral dándome los buenos días. Era más radiante que el mismo sol.
—Tesorito, hora del desayuno.
—¿Tan temprano?
Me estiré cómodamente en la cama.
—Tengo que ir a trabajar. Agradece que pensé en ti.
—Gracias —dije bostezando.
Mi pijama consistía en un chándal con capucha y el pañal. Nada animado ni especial. El invierno aún no empezaba en Buenos Aires, eso empezaba en junio. Pero era un bueno tener aire acondicionado tan potente en el cuarto de invitados que te helaba los huesos. Cómo quisiera poder vivir sin aire aquí, pero jamás pude.
El desayuno estaba esperándome en la mesa para cuando me levanté. Pilar ya estaba con su traje de trabajo, aún le faltaba peinarse pero ya estaba a medio maquillar.
—Huevos con tocino. Que americana —dije sentándome—. ¿No tendrás por ahí una tostada de aguacate?
—No hables en ese tono de mis poderosisimas tontadas con aguacate. Eso es un patrimonio mundial, no le pertenecen a ningún país —dijo con seguridad mientras se acababa de aplicar polvo y rubor—. Comete todito sin protestar, jovencito.
—No tengo mucha hambre, ¿me ayudas? Se me cansarán las manos si no lo haces.
Ella sonrió sin reír mucho. Ahí dejo de hacer lo que estaba haciendo para mirarme.
—¿El nene quiere que mami lo ayude a comer? Que tierno. Estabas “grandecito para eso” Cuando eramos novios y te ofrecí ayudarte.
—¿En serio que me negué a eso antes?
—Eras de los que no les gusta hacer el ridículo por nada. Ni para su novia. Me ponías enferma a veces.
—Haces que suene como un idiota.
Eso se sentía como hace toda una vida.
—Oh, sí. Vaya que eras un idiota. Lindo, pero idiota.
—Supongo que no me daba cuenta lo idiota que era.
Empecé a comer, esta vez despacio y frustrado cada bocado. Parte de mí recordaba haberlo hecho muy rápido desde siempre, casi sin disfrutar. Vaya desperdicio de papilas gustativas.
Hoy me sentía distinto, ligero, solo un poco. Empecé a juguetear con mis pies descalzos bajo la mesa mientras miraba a detalle el hogar de Pilar. Tenían un gusto estricto por arte folclórico indígena y Egipto antiguo.
—Me llegó un mensaje del hospital. Quieren que vayas hoy para darte la charla.
—No tengo ganas de ir hoy. Debo hacer una cosa primero —aseguré.
—¿Qué cosa?
—Visitar un amigo… y a mí padres.
—Ah… ya veo. Bueno. —Tomó su cartera y me revolvió el cabello juguetonamente—. Mandame mensaje cada hora. Quiero saber dónde estás y si estás bien.
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DEL OTRO LADO NO SOY YO MISMO
FantasyCuando duermo, el otro lado me lleva a un mundo que no conozco, el agujero de conejo se abre a mis pies y me pierdo dentro pesadillas donde la frontera del yo y de él se borran para hacerme dudar... ¿dudar de qué? Dudar de si soy el hombre, El Niño...