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Desperté antes de abrir los ojos. Abrirlos me mostraría si estaba de vuelta o seguía atrapado en el mundo de los Fall, aquel en el que tenía tan poquísimo control de nada que resultaba frustrante. Abrí los ojos.

La habitación de Clay Fall me saludó, con su iluminación perfecta y su agradable olor a madera barnizada que lentamente empecé a aborrecer. 

Todo esto estaba mal, yo estaba mal. ¿Cómo podía pasar dos noches seguidas aquí más que en mi mundo de origen? 

¿Era el mundo de Clay Berry mi mundo de origen? La pregunta a este punto podía casi ser esquizofrénica.

Hablando de enfermedades mentales, las minias ganas que tenía de salir de la cama se extinguieron al recordar que vería al psicólogo ese mismo día. En el fondo era una cosa que deseaba, es verdad, pero no en ese cuerpo, no en ese mundo, mucho menos uno infantil.

<<Un psicólogo no muerde, no puede hacerme nada>> intenté animarme. 

Sentía como si mis pensamientos y emociones de pronto fueran contradictorios. Por un lado tenía los pensamientos adultos de Berry, por el otro, los temores irracionales de Fall. Yo era una quimera, un híbrido de dos individuos que peleaban por la reacción primigenia ante la futura adversidad. 

—¡Despierta Clay! Nos vamos pronto —Benji se tomó la libertad nuevamente de entrar en mi habitación, como perro por su casa, para despertarme, o en este caso para sacarme de la cama—. Tenemos cita con la Doctora Pomme.

—No quiero ir —dije sin ganas—. No necesito un psicólogo.

Benji Discrepaba.

—No seas así. Todos necesitan ir a terapia.

—Yo no.

—Sobre todo tú.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Insinúas que estoy loco? 

—Yo jamás diría eso… En su lugar prefiero decir que tienes tuercas flojas.

—Eres el rey de la comedia. Deberías hacer Stand Up cuando crezcas, seguro que te tiran monedas a la cara y te mueres.

Lo acepto, estaba malhumorado.

—Sé que no lo dices en serio. Ya levántate o mamá te pondrá a hacer caligrafía de castigo.

Salté de la cama como si me hubieran echado agua fría. Cualquier cosa sería mejor que malograrme más la mano con horribles frases repetitivas. Si cerraba los ojos aún podía ver unas que otras frases enteras. Algunas de ella eran terminología científica. “El hidrogeno es un elemento de la tabla periódica que corresponde a…”

Me puse la ropa que dejaron para mí en una silla y bajé a la cocina donde tenía listo ya el desayuno. Estaban esperándome para empezar. 

—¿Se te pagaron las cobijas amigo? —se mofó Adán pasándome los dedos por el cabello revuelto en intento de aplacar los pelos rebeldes—. No debes de tener muchas ganas de hablar con la señora Pomme ¿verdad que no?

Sin decir nada negué con la cabeza, seguro se me notaba en la cara el desánimo.

—No te preocupes, Clay —dijo Elvira—. Todo lo que harás es ir y hablar con ella, no es gran cosa. Benji lleva un año viéndola. ¿Cierto, Benji? 

—Sí… me recomendó anti depresivos porque estoy loco —dijo este último con una fingida voz que pretendía ser lúgubre.

—¡Benjamín! —recriminó Elvira—. Ya me hemos hablado de esto. No bromees con esos temas.

—Bueno ya. Me calmo… Ahg. No dejas que uno se divierta.

—Tenemos conceptos distintos de diversión. 

DEL OTRO LADO NO SOY YO MISMO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora