20

79 15 2
                                    

N del A: gracias por llegar aquí.

El día transcurrió normal. Las clases no eran tan complicadas como pensé que serían, no complicadas de aprender al menos, los profesores te lo explicaban hasta con titeres si hacía falta, lo importante era comprender. Lo malo era que todo eso, por comprensible que fuera, era mucha información para mi cerebro que jamás había tocado a profundidad ninguno de esos temas.

Así que apenas llegué a casa casi hablé con Adán quien me fue a buscar. Yo estaba muy ansioso por llegar a casa e investigar. De tarea nos mandaron hacer un informe de una cuartilla sobre la neoplasia, nada muy profundo, apenas algo que demuestre que entendimos. El problema es que yo no entendí y me tocaba investigar, leer y buscar imágenes para los dibujos que debía hacer. El profesor aclaró que la ortografía y la caligrafía era importante. Ya empezaba a sentir estrés.

Estando solo volví a notarlo. En la habitación un frío familiar llegó hasta mis pies, como brisa salida del aire acondicionado. Me doy la vuelta… lo que vi me hizo un nudo en el estómago.

<<No es real, no es real>> Me dije a mí mismo para estabilizarme <<si lo ignoro no podrá hacerme nada malo>>

Seguí con la investigación. Busqué imágenes, sintiéndome frustrado porque todas las fotos de cáncer de mama estaban bloqueadas y emborronadas por alguna especie de control parental. O bien no querían que viera tetas o bien no querían que viera sangre y heridas.

Añadí la palabra “dibujos” y salieron ilustraciones suaves para el consumo de cualquiera. Muy listo internet, muy listo. 

Mis ojos se desviaron a una carpeta de plástico transparente sobre el escritorio. Ahí estaban los folios para el informe. Me detuve un instante al notar que la silueta del niño seguía detrás de mí… Se percibía perfectamente en la reflexión del plástico de la carpeta. Cerré los ojos, el reflejo se veía cerca, a mitad de camino entre la puerta y yo. Busqué a tientas dentro de la carpeta para extraer un folio. El corazón se me vino al piso cuando unos brazos me rodearon bruscamente. No grité, en su lugar me congelé de espanto.

Mi pecho empezó a sentirse cerrado, apretado y un sonido sibilante brotó de mí casi por reflejo.

—¡ABRACHO! —gritó Benji a mis espaldas.

—¡HIIIIII! —soltaron mis pulmones.

Me relajé apenas para agarrar el inhalador y meterlo en mi boca en medio de la aprehensión de mi hermano.

—¿Te asusté? ¡Ja! Gatito asustadizo.

—No vuelvas a hacer eso —pedí aliviado con un canal de sudor frío empezando a bajar por mi espalda—. Me asustaste, tonto…

Mi voz era jadeante,  no estaba enojado, únicamente exaltado.

—Lo siento, no pude aguantar la tentación. Con eso de que ahora eres un osito cariñosito...

Me soltó. Me giré en la silla y lo miré de arriba abajo. Tenía puesto su uniforme de la otra escuela.

—A la próxima sin sorpresas, por favor.

—Oye, fuiste tu quien pidió abrazos y besos esta mañana. Yo solo me encargo de satisfacerse —me apretó la mejilla a modo juguetón—. ¿Quién es el hermanito bonito, quien? ¿Eh, quien? ¿Quién quiere abracitos y mimitos, eh? ¿Quién?

Puse los ojos en blanco. Mi experimento matutino me hizo caer demasiado bajo. 

<<Supongo estoy muy profundo ya en este pozo para volver a subir>>

—Yo… —dije con resignación— abuela, yo quiero abracitos.

—¡No sé diga más!

Me levantó de la silla y antes de que yo pidiera protestar fui invadido por una rara sensación de vértigo. Benji me acababa de levantar entre sus brazos como a una novia la noche de bodas. 

DEL OTRO LADO NO SOY YO MISMO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora