ლ •50•ლ campo de sueños

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España estaba sentado en su balcón contemplando la acera de su calle viendo a las personas pasar, podía ver cómo el sol se escondía entre las montañas lejanas trayendo consigo la fría noche después de que el cielo se tiñiera de naranja cobrizo, él se encontraba tranquilo tomando una taza de chocolate caliente con una mirada algo cansada que se posaba sobre nada en específico, al terminar de beber el chocolate tenía planeado echarse una siesta, sin embargo el ruido de la puerta siendo abierta bruscamente por su esposo quién había entrado a la habitación despavorido, con lágrimas en los ojos y teléfono en mano le hizo dejar caer la taza por la impresión y susto para luego levantarse de inmediato de su asiento y correr hacia él.

—¿Qué pasó? —preguntó el español consternado tomando a su esposo en brazos el cuál se había dejado caer al suelo entre lágrimas.

—a-acaban de s-secuestrar a mi niño... —farfulló el neogranadino entre lágrimas con la voz aguda y con su mirar destrozado y devastado —venezuela dijo que Rusia acaba de poner una denuncia por secuestro en la comisaría... D-dijo que fue hoy mientras salía del trabajo.

España sintió como un fuerte aire frío golpeaba su cuerpo, su esposo se aferraba a él con desesperación al punto de arrañarlo y jalar sus ropas al tiempo que mojaba por completo su camisa debido al llanto, el español dejó de respirar y su mirada se quedó clavada en el suelo desconectandose por un momento de la realidad pero pronto volvió en sí y tomó a su esposo por los hombros.

—Amor, vamos a la comisaría para saber qué pasa ¿Rusia sigue allá? También debemos hablar con él, debemos darnos prisa —dijo España intentando guardar la compostura.

—p-pero amor...

—Cielo, Colombia no está muerto, pero cada segundo que pasa es crucial, vayamos a la comisaría, puedo hablar con mis ex compañeros para que ayuden en el caso, pero debemos ir rápido —insistió el español acariciando con cuidado el rostro empapado de su amado que lo veía abatido.

Nueva Granada sollozó y moqueó un poco para luego asentir e intentar secar las lágrimas que su esposo no pudo.

—y-yo... tengo miedo —muistó Nueva Granada mientras se levantaba tambaleante del suelo con ayuda de España que lo tomaba de las manos.

—te prometo que ayudaré en cada momento, no dejaré que nada le pase a Colombia —aseguró España con determinación, por dentro igual de ansioso y quería gritar de la desesperación, pero su esposo estaba a dos pasos de tener una crisis y terminar en el hospital por un ataque al corazón si no lo tranquilizaba primero.

Fue así como la pareja emprendió camino a la comisaría en poco tiempo, al llegar vieron primeramente a los hermanos eslavos sentados en la sala de espera en unas sillas de plástico de aquellas que se sostenían a la pared através de barras de metal mientras que cada uno cargaba a un gemelo que intentaban hacer dormir, ya ambos habían entregado su testimonio a las autoridades sin embargo Rusia debía esperar para firmar un par de papeles antes de irse.

—Rusia —dijeron España y Nueva Granada caminando hacia él.

Ucrania se sorprendió al ver a los padres de Colombia y lo mucho que se parecían en persona y Rusia mordió su lengua al verlos, señal de su angustia.

—España, Nueva Granada, s-supongo que Venezuela les avisó —mencionó Rusia pasando a verlos con un semblante preocupado y ciertamente algo pálido, el eslavo esperaba un regaño de parte de sus suegros por la culpa que creía tener sobre lo sucedido, parecido a su tiempo de infante cuando aún vivía con su padre.

—si, él me llamó hace poco, ¿Q-qué fue lo que pasó? —preguntó Nueva Granada con las manos temblorosas mientras España lo abrazaba por el hombro y pasaba a ver a los oficiales que estaban en la mesa de entendimiento los cuales le habían saludado en silencio pues lo reconocieron.

¿Quién eras? ლcountryhumansლDonde viven las historias. Descúbrelo ahora