ლ •54•ლ mentiras a la luna

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Después de varios segundos de amargo silencio que se extendió con incomodidad por la fuerte tensión que se respiraba, Nueva Granada, cruzó mirada con el eslavo, más que con desprecio o asco le miró con lástima y pena, a Rusia aquello le tomó por sorpresa y desconcierto, pensaba que lo odiaría a muerte, pero a decir verdad ese tipo de mirar no le daba más cobijo.

-ahora debo ir a casa, volveré en unas horas a ver cómo sigue todo -anunció el pelicastaño tomando la mano a su esposo.

Ambos se despidieron y se fueron juntos abandonando la habitación, Venezuela también se fue y no pasó ni un segundo más allí, tampoco se tomó la molestia de despedirse y hasta cierto punto Rusia estaba agradecido por eso.

-yo también me voy, es mi día de descanso, entenderán que no quiero estresarme más aquí -dijo Ecuador que se despidió y luego pasó a irse.

-no Ecuador, espera -exclamó Ucrania que parecía ansioso yendo tras el ecuatoriano intentando tomar su mano y abandonando también el cuarto.

Finalmente quedaron solos China y Rusia en la habitación, el eslavo suspiró, dejó caer su hombros y volvió a acostarse en la camilla.

-...¿Seguro que no tienes ninguna pista? -preguntó Rusia con letargo y la vaga esperanza de que el asiático tuviera un as bajo la manga.

-no Rusia, no le puse un rastreador a México, no tengo idea de en qué nido de alcantarillado está escondido -respondió China con tono de obviedad -e incluso si lo supiera no te lo diría -añadió empezando a caminar alrededor de la habitación.

-¿Qué? ¿Por qué? -alegó Rusia.

-¿No escuchaste? -exclamó China exaltado levantando una de sus manos -debes reposar, no necesito que mueras intentando salvarlo.

Rusia frunció el ceño y vió a China con una mirada acusadora.

-sabes bien que esto no es nada, fue solo un corte, he hecho misiones más difíciles con heridas más graves y lo sabes por que tú me mandabas a ellas -refutó el eslavo apretando sus puños al recordar tales épocas.

China se detuvo al escuchar esas palabras, eso le había herido su orgullo y trastocado el remordimiento.

-¿Yo? Era tu padre quien te obligaba a ir sin antes tan siquiera atenderte, siempre peleaba con él por eso -respondió China.

-ah no, no salgas con eso -dijo Rusia con una risa incrédula mientras negaba con la cabeza -nunca te importé cuando mi padre estaba vivo, solo quisiste tenerme bien una vez que él murió, no te importa que yo muera, te importa perder a tu mejor hombre -espetó fulminado a China con su mirada helada.

China apretó los puños y sintió una fuerte punzada en el corazón seguido del inminente peligro de soltar un par de lágrimas que amenazaban por salir de sus cuencas.

-no voy a discutir esto contigo ahora -murmuró China con voz tosca.

El asiático vió a su hijo con dolor, mordió su labio y desvió la mirada al suelo, se llevó las manos a la cara para poder tapar su ojos y después de unos segundos decidió irse de allí intentando que nadie le viera así de herido y afligido.

Rusia no sabía por qué China se tomaba tan personal ese tipo de cosas, él no tenía idea de todo lo que pasaba por la mente del asiático y aunque lo intentó por mucho tiempo nunca lo pudo descifrar.

-ahora podré salir de aquí sin que él me vea... -murmuró Rusia llevando su mano a su sien para acariciarla, su mente estaba tan abrumada que juraría que le empezaba a pesar más la cabeza.

Su pequeño momento de silencio se vió interrumpido por el sonido y la vibración de un teléfono que recibía una llamada, extrañado Rusia giró su cabeza y se percató de que el teléfono de China estaba reposando en un sillón lejano donde también estaban el abrigo y el teléfono suyos, aparentemente se le había olvidado allí y ahora estaba recibiendo una llamada. El eslavo nuevamente se sentó en el borde para luego levantarse de la camilla y caminar al sillón, sin embargo sus planes se vieron frustrados por los tubos que le conectaban a bolsas de sangre y suero fisiológico.

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⏰ Última actualización: Apr 27 ⏰

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