Capítulo cuatro: Si algún día

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“Si algún día necesitas que alguien muera por ti ”

Sakura se sienta en su despacho y se agarra de los cabellos, luego limpia su rostro y se levanta otra vez

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Sakura se sienta en su despacho y se agarra de los cabellos, luego limpia su rostro y se levanta otra vez.

—¿Majestad? 

—Quiero que llames al conde Nakamura, es el quien se hace cargo de los fondos de la casa de Caridad.

Shisui hace caso y tan solo unas horas más tarde el conde visita a la emperatriz en una sala donde Shisui también la acompaña.

—Me alegra que la emperatriz me haya llamado—, murmura con una gracia. —Creí que nos olvidaría tan pronto.

—¿Los libros de cuentas?

Luego el hombre se pone demasiado nervioso y esconde sus manos bajo la mesa.

—Los perdí.

—Quiero que me digas que has estado haciendo con el dinero. ¡No te estoy dando cifras de cuatro números como antes, te estoy dando cifras de hasta diez números! ¡Dime por qué esas personas están afuera furiosas, por que les niegan el paso si hay tanto dinero!

Sin embargo el hombre no habla y en su lugar baja la cabeza.

—Shisui.

—Hace dos semanas llegó un diván a la mansión del conde, está incrustado en oro. Se habló también de una lujosa colección de seda traídos desde la nación del viento.

—¿Por qué repentinamente hay tanto dinero en sus bolsillos?

Shisui sigue. —Remodelación del ala este en la mansión del conde.

—¡¿Por qué?!

—Lo siento tanto. Creí que si tomaba un poco no haría daño y cuando menos me di cuenta no había nada.

El hombre solloza y suplica el perdón de la emperatriz, pero no hay nada que pueda hacer para calmar la ira de esa mujer que simplemente lo deja en esa habitación junto a Shisui.

—Majestad—, llama una señorita, reverenciándola.

—¿Si?

—Están por anunciar la llegada del emperador.

Algo dentro de Sakura siente tanto alivio, así que sale casi corriendo hasta las puertas del palacio, justo a tiempo cuando el carruaje de Itachi llega y anuncia su llegada.

—¡El emperador ha vuelto!

Itachi sonríe al ver a su esposa, aunque hay cansancio en su mirada. —Esposa.

—Majestad.

—¿Ha estado todo bien?

Sakura siente su corazón demasiado débil, ha perdido tanto dinero por un hombre estúpido, así que simplemente no puede evitarlo y corre a los brazos de su emperador, quien la recibe con cierta sorpresa, pero no desagrado.

La emperatriz consorte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora